25 diciembre 2024

CRÓNICAS NAVIDEÑAS (IV)

Navidad.



Bueno. Hoy es el día de Navidad, celebramos la Natividad del Señor. Resulta que si echamos cuentas Jesucristo nació siete días antes de empezar a contar. Alguna mente erudita sabrá explicar porqué. A mí me suscitaba muchas dudas el hecho de que el nacimiento se hubiese dado en aquella época, y no hay más explicación que la divina. ¿Por qué no nacer para aprovechar los avances del Renacimiento?¿Por qué no nacer en el siglo de las luces?¿Por qué no nacer en la actualidad aprovechando las oportunidades que brindan los medios de comunicación? Hay múltiples respuestas en forma de pregunta que invitan al debate socrático  ¿Habría habido Renacimiento si Jesús no hubiese nacido cuando nació?¿Habría sido igual un siglo de las luces debatiendo Jesucristo con Voltaire, Hobbes o Rousseou?¿Habría habido Volataire, Hobbes o Rousseou si Jesucristo no hubiese nacido cuando nació? ¿Qué se comunicaría en los medios de ahora si Jesucristo no hubiese nacido en época de los romanos? No hay más remedio que esperar la respuesta divina a las dudas humanas.

Pero me gustaría recalcar lo humilde del nacimiento, un pesebre. Y la sencillez de las circunstancias que concurren. Un censo en Belén, un matrimonio desplazado y ella encinta a punto de parir. Nos podemos imaginar a José buscando alojamiento:

- Buenos días. Necesito habitación para dos.

- Lo siento no tenemos nada. Es que con el censo estamos llenos.

- ¿Y no sabría donde podríamos alojarnos? Y que sea en Belén, que mi mujer está encinta y no podemos desplazarnos cómodamente.

- Mire, por ser usted, tengo un pesebre, pase ahí la noche a ver si encuentra algún sitio mañana.

Y luego la posterior discusión con María:

- He encontrado un sitio para esta noche, por lo menos iremos tirando.

- ¡Vaya sitio!¿A esto le llamas alojamiento? Si es que tienes que dejarlo todo para el final. ¡Así nos va! Solo falta que me ponga a parir esta noche. ¡Otro retorcijón! ¡Anda! Como eres artesano haz una cuna por si acaso.

No nos puede extrañar que fuesen pastores y otras personas al nacimiento, en cualquier localidad un evento inhabitual congrega a la gente. Si hoy una mujer se pone a parir en la calle hay ayuda expontánea y todos se interesarían por la salud de la madre y su hijo. En los medios hay noticias de sucesos parecidos. No nos debería extrañar que un nacimiento en un pesebre provocara cierto tumulto. No me creo la representación de que el recién nacido estuviese en pañales mientras todos le adoraban, entonces el primero se sus milagros habría sido no coger una pulmonía.

Pero esta fecha tuvo algo de milagroso cuando estuve en Afganistán con alrededor de otras mil quinientas personas lejos de sus hogares y familias, había españoles, italianos, albaneses, eslovenos y americanos. No hubo que informar qué se celebraba, todos lo sabían. No hubo discusiones. Los que gustaban del alboroto, un poco nostálgicos, estuvieron más calmados. Los rígidos, más enternecidos, un poco más flexibles. Las caras más tristes pero, a la vez, más sonrientes. Cada uno dispuesto a brindar un apoyo al otro a la vez que buscaba un apoyo en el otro. Y entonces uno entiende que el valor de la Natividad de Cristo no está en cuando nació sino en lo que provocó su nacimiento y que su celebración dos mil años más tarde sea capaz de aunar sentimientos.

2 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Es una fecha para unir a las personas. No me creo que María tuviera mal carácter. Un beso

LUFERURA dijo...

Yo tampoco lo creo, ni a San José tan inocente. Pero me creo que formaban un matrimonio muy normal, con sus reproches, desavenencias y reconciliaciones. Un saludo.