08 marzo 2023

DEL TIO BERNI AL...

 



Asisto a la sesión de control al gobierno, un debate en donde puedo ver los hechos de primera mano y sin ningún análisis, en el que la interpretación de lo dicho y hecho la hago yo y del contexto se puede hacer una idea el que esto escribe. Y de mi análisis como espectador llego, desesperanzadamente, a la misma conclusión: el supuesto debate parece una discusión de comadres, en la que no se trata de otra cosa que hacer daño y lanzarse puyas. No se trata tanto de se mejor, sino de ser menos malo, o de hacer las cosas bien, sino de demostrar que otros las hicieron peor. Que si ante una determinada situación la acción del gobierno significa un fracaso, también hubo un fracaso anterior ante la misma situación, y en definitiva, atendiendo a intervención tras intervención, la acción de cualquier gobierno en España ha sido, y es, un continuo fracaso. 

Entre los muchos temas tratados en el día de hoy, utilizados por las comadres (¡perdón! quiero decir diputados) para echarse en cara sus malas acciones y desatinos han figurado el paro y la corrupción, en este caso personificada en el Tito Berni.

El desempleo, la altísima tasa de paro, es algo que arrastramos desde el inicio de la democracia. Ningún gobierno ha sido capaz de atajarlo, es absurdo echarse en cara ser uno más de los fracasados. Como conclusión podemos decir que cualquier gobierno de España (de cualquier signo y tendencia) es incapaz de solucionar este problema, es un desatino colectivo que sufre España y los españoles. Pero las comadres siguen discutiendo, marujeando más bien, lo que no es más que pasar el rato, distraer y distraerse.

El otro tema tratado es el del tito Berni, la actual cara de la corrupción y de nuevo las comadres se pelean por demostrar quién es más corrupto y quien lo fue, y la conclusión del espectador es que la corrupción se ha instalado en España. Las comadres no sólo no han dado una solución a la corrupción, sino que han aprendido a vivir y hacernos vivir con ella. Y uno se da cuenta de que, a lo largo del tiempo,  que la España de los titos Berni, que hay muchos, se ha convertido en el coño de la Bernarda.

04 febrero 2022

LA "EQUIVOCACIÓN"

Hoy muchos medios se desayunan con la noticia que la reforma de la reforma laboral ha sido aprobada “in extremis” por un voto de diferencia.

¡Por los pelos! Podríamos decir. Pero si a ello añadimos que ese voto de diferencia se debe a una equivocación, pues el resultado ya raya en el esperpento.

Y no es que debamos preguntarnos lo correcto o incorrecto del resultado, ni debamos plantearnos si se debe o no permitir cambiar un voto, por muy equivocado que sea, ni siquiera deberíamos considerar si esta convalidación del real decreto es justa o no. La cuestión está en cómo es posible que un diputado, Alberto Casero, se equivoque al tener que apretar la opción de SI o NO.

Ya se ha equivocado en otras dos ocasiones, luego debería estar prevenido, el hecho de haberse confundido con anterioridad hace muy posible que esta última equivocación sea una “equivocación”.

Hay otras opciones: que el señor Casero sea un dejado y no haya hecho revisar su equipo para votar después de dos fallos informáticos; está la posibilidad de que confunda las letras y tenga algo de dislexia, en cuyo caso sería más seguro para España y cualquier institución que don Alberto Casero estuviese alejado de cualquier teclado y, desde luego, sin la responsabilidad de tener que pulsar un botón o más. Este cometido no haría de él un diputado despistado, sino un peligro. Puede que el señor Casero no sepa diferenciar derecha e izquierda, y que antes de este fallo es muy posible que no supiese con qué mano come, y en consecuencia no sepa cuál es el lado del SI y cual el del NO.

Pero al señor Casero hay que agradecerle que, cuando pensábamos haber descubierto la unidad básica de inteligencia en la política en la persona de Alberto Garzón, ha aparecido una nueva unidad básica de inteligencia en la política, Alberto Garzón sólo dice tonterías pero sabe qué botón apretar. Pobre Casado si con estos mimbres tiene que hacer un cesto. Pobre España si estos son sus diputados.

Pero particularmente me niego a considerar tan baja preparación en un diputado del Congreso y tan poca precaución en los que lo colocaron en la lista de candidatos por Valladolid. Por eso creo que su error hay que tacharlo como “equivocación”.

Pero lo paradójico de nuestro sistema es que una persona que se presente a diputado debe hacerlo amparado por las siglas de un partido, es decir que votamos a los partidos. Pero luego, en el Congreso, votan las personas en vez de los partidos; así pasa lo que pasa. Para minimizar esta situación los partidos han establecido la disciplina de voto, o votas lo que te mande el partido o habrá consecuencias; en este caso la mejor manera de evitar que las haya es “equivocarse”.

Y es que esta disciplina de voto del partido en vez del de las personas lo hace peligroso. Podríamos decir que la disciplina de partido corrompe la separación de poderes, es la única que puede hacer que un partido dicte sus propuestas en los ámbitos legislativo, ejecutivo y judicial mientras tenga miembros o simpatizantes en estos pilares. Es el resultado de subordinar las personas al partido, lo que significa que, de una forma u otra, al final todos seguimos en dictado de un partido político, o sea de una aristocracia que, recordemos, cuando degenera es oligarquía.


11 septiembre 2021

CAMBIO ¿CLIMÁTICO?


 

Imagínense una nave - da lo mismo que sea un barco, un avión o un autobús - muy grande. Imagínese que la tripulación lleva buscando el manual que explica el funcionamiento de la nave y cómo se maneja desde que embarcó. Por otra parte, la nave tiene una tripulación mal avenida que discute en cada uno de sus rincones. La tripulación no deja de aumentar y los tripulantes no tienen nada claro su cometido. Los recursos de la nave son escasos y la tripulación genera más residuos de los que los sistemas de la nave pueden procesar y la basura se amontona en las dependencias. Es de dudar que la nave pueda alcanzar algún destino, pero no hay duda sobre el destino de la tripulación. A estas alturas se habrán dado cuenta de que la nave es el planeta Tierra.

Y es posible que cuando terminen de leer este artículo me tachen de negacionista, una de esas nuevas palabras que equivalen al hereje medieval y que se aplica al que no sigue la ortodoxia social que coincide, casualmente, con la oficial.

Y es que el cambio climático, innegable por otro lado, es como el retrato del Gran Hermano: omnipresente. Está en todos los discursos, medios de comunicación y redes sociales. Como la religión lo fue en su momento, hace que entremos en un concepto que sirve de excusa para cambiar el sistema de una forma radical. El cambio climático, en concreto la emisión del dióxido de carbono (CO2) se ha convertido en la bandera que justifica eliminar la combustión interna en los coches, pretender limitar el consumo de carne y regionalizar el consumo de los alimentos debido con la excusa de su huella de carbono. También sirve para justificar el cambio de los hábitos de vida, usar transporte colectivo, utilizar la bicicleta y tener cuidado con la electricidad que se consume a lo largo del día y pagar por todo ello un impuesto verde. Pero no tenemos en cuenta que el ser humano tiene la necesidad de calentarse cuando hace frío y que satisfacerla, desde que se inventó el fuego, significa generar dióxido de carbono, es lo que tiene la combustión. Calentarse con electricidad, al precio de que está, equivale a morir de frío o de hambre. También el ser humano tiene la necesidad de respirar, que es absorber oxígeno y expulsar dióxido de carbono. Y cada vez hay más población en la tierra y la necesidad de calentarse y respirar de cada persona equivale a que cada vez se producirá más dióxido de carbono.

Por otra parte, siempre que hay un desastre se da la ocasión de recurrir al cambio climático para su explicación; una ola de calor seguida de un temporal se debe al cambio climático, aumentan las lluvias o las sequías pues también se debe al cambio climático. Repito que el cambio climático está ahí, como también lo está su utilización para unos fines determinados.

El fenómeno del cambio climático viene avalado por la comunidad científica, pero ésta no es unánime en cuanto a la explicación de su causa. En este sentido, un negacionista no es aquel que dice que no hay cambio climático, sino el que dice que puede ser un proceso natural, independiente de la acción humana o en el que confluyen más causas que la generación de dióxido de carbono. Tenemos que tener en cuenta que la comunidad científica desarrolla sus postulados con lo que sabe, no con lo que cree, y que esa comunidad científica, con lo que sabía en ese momento, sentenció que el Sol y los planetas giraban en torno a la Tierra; o que el ser humano, fisiológicamente, era incapaz de trasladarse a más de 30 kilómetros por hora; y, más recientemente, y también fue un científico el que dijo que la presencia del COVID-19 en España sería testimonial. No nos equivoquemos, los científicos pueden dudar de la capacidad del género humano para cambiar el funcionamiento de la naturaleza, los políticos no. Tampoco confundamos los términos, cuando uno tiene dudas es un escéptico y si uno dice que la Tierra es plana o que no hay cambio climático es un tonto o un estúpido. Negacionismo, repito, es un eufemismo de herejía.

El fenómeno del cambio climático no es nuevo, al ser humano le gusta ser temeroso y cada cierto tiempo asiste de una u otra forma a la posibilidad del fin del mundo. Hay dos modalidades, por fechas críticas y por circunstancias. Ejemplo de fechas críticas, el temor social y medieval que se creó en el año 999 en la Europa cristiana cuando un predicador dijo que el mundo no llegaría al año 1000, el famoso “Efecto 2000” que iba a colapsar los ordenadores y sumir al mundo en el caos administrativo es otro ejemplo tan válido como el de 1000 años antes, no olvidemos las profecías mayas que señalaban al año 2012 o los múltiples y bien intencionados fines del mundo anunciados por los testigos de Jehová, y esa sala de retratos del Papa en el Vaticano que, según San Malaquías, cuando muera el último Papa retratado será el fin del mundo. Con respecto a la modalidad circunstancias, también se han ido sucediendo en el tiempo, podemos iniciarlo con esa sensación de fin del mundo que se adueñó de las sociedades cuando se declaró la peste; el terror que muchos sintieron cuando se empezó a utilizar la pólvora, cuando muchos anunciaron que los enemigos harían estallar el mundo en la lucha. Recientemente, en los últimos cincuenta años, hemos vivido el “pánico nuclear” de las décadas de los 70 y 80 avivado por otra parte por el cine, la televisión y la cultura en general; con la caída del Muro de Berlín también se originó un agujero en la capa de ozono y la emisión de CFCs durante la década de los 90; repentinamente, al comenzar el milenio, se comenzó a hablar del Calentamiento Global y de la emisión de los gases de efecto invernadero, posteriormente el término se modificó y pasó a ser Cambio Climático y la emisión de dióxido de carbono.

Está claro, nos gusta la sensación de vivir bajo la espada de Damocles y a nuestros gobiernos laicos creer en el apocalipsis. Se nos ha pasado el miedo a las armas atómicas aunque desde el fin de la Guerra Fría haya aumentado el número de naciones con este armamento, resulta paradójico que en los 80 rechazásemos que Estados Unidos y la Unión Soviética dispusiesen de este armamento y que en la actualidad nos resulte indiferente que el régimen de los ayatolah o el de un minidictador puedan disponer de bombas atómicas.

Tampoco les quepa duda: la Tierra será inhabitable cuando el Sol envejezca más en unos millones de años. Pero ahora toca preocuparse del Cambio Climático, si analizamos la evolución de los diferentes tipos de apocalipsis podemos comprobar, como ya hemos dicho, que tienen más de reacción social ante el temor que provoca una circunstancia que al conocimiento de la naturaleza del problema y de la idoneidad y coste de las soluciones ¿qué va a sustituir a las energías renovables un día nublado y con viento en calma? ¿Vamos a dedicar la mitad de la actividad económica al reciclaje? En todo caso los problemas están ahí, ya sean considerados potencialmente apocalípticos o no; puede ocurrir que los representantes de las potencias nucleares tomen unas copas de más y la líen fulminándonos a todos, puede que la capa de ozono agrande su olvidado agujero y que nos achicharremos; puede que el calentamiento global aumente y acabemos asados, o que el cambio climático siga su evolución y perezcamos en una ola de calor o de frío, en un huracán o en una inundación.

Volviendo al símil del principio, el aumento de la tripulación del planeta Tierra nos obliga a replantar los postulados de Malthus - ese que decía que los recursos de la Tierra progresan aritméticamente mientras la población aumenta geométricamente, pero se le olvidó decir que sus emisiones también aumentan de la misma manera – y probablemente descubriremos que el primer problema de la nave tierra es su tripulación y que ésta no dispone de algo que si tiene la nave: todo el tiempo del mundo. Por tanto hay que priorizar y, en mi opinión, antes de arreglar la nave es necesario solucionar los múltiples conflictos de la tripulación y conseguir que cada tripulante tenga claro su cometido, entendiendo que esto no significa una jerarquización, ni un sistema de castas; ahí entramos en materia de educación.

07 septiembre 2021

LENGUAJE INCLUSIVO, DESPROPÓSITO BIENINTENCIONADO.

 


No sabría decir cuando comenzó esta manía inclusivista, es posible que comenzase cuando el Lehendakari Ibarreche en todos sus discursos se refería a las “ciudadanas y ciudadanos vascas y vascos” o cuando la ministra Aído se refirió a los componentes del congreso como “miembros y miembras”. El caso es que desde entonces han cambiado muchas cosas, sobre todo en el vocabulario, y con un propósito más político que el de dar relevancia a los que no son hombres.

Quizás el primer paso ha sido dar género a palabras que no lo tenían, pero que sonaban a masculino, así hemos asistido al invento de palabras como presidenta, cuando en realidad valdría lo mismo decir el presidente o la presidente. No hemos entendido que los cargos no tienen género. Tras ello se han sucedido palabras a cada cual más ridícula, como portavoza. Si bien pocas palabras terminadas en e (como presidente) o en o (como miembro o soldado) se han salvado de que les coloquen un femenino. No ha ocurrido así con las palabras terminadas en a (como socialista), siguiendo esta lógica inclusivista deberíamos incluir en nuestro vocabulario, socialistos ( y probablemente socialistes), comunistos (y comunistes) o gilipollos (y gilipolles). En realidad, según la palabra que toque, se está sometido al capricho del lenguaje inclusivo. Dentro de su lógica sería tan correcto decir presidenta como residenta o habitanta, pero no queda tan elegante, ni tan importante.

Gramaticalmente, parece que asistimos a un nacimiento de nuevas formas de declinación: niños, niñas y niñes, algo que hace cada vez más difícil seguir un discurso y que hace del castellano una lengua más difícil todavía, incluso para los nativos. No me quiero imaginar que tengamos que hablar de jóvenos, jóvenas y jóvenes. Aunque, fuera del inclusivo, hemos asistido al cambio de significado de otras palabras como testar (de hacer testamento a probar o experimentar), lo cual indica que la estupidez puede exceder a la política.

Algo más se han salvado los adjetivos, que han mantenido su estructura, pero no sabemos qué pasará ante una nueva oleada revisionista de inclusivismo, por ejemplo en los colores, ¿tendremos que hablar de rojos, rojas y rojes?¿Inventaremos nuevas palabras como marrón, marrona y marrone?¿Cómo será el plural? (marronos, marronas y marrones). En fin, la prospectiva del lenguaje inclusivo resulta tan interesante como apasionante… y tan absurda como imbécil (o imbécila, o imbécile).

Pero agradezco que el inclusivismo, de momento, se limite al uso de los políticos en el ámbito de sus discursos y declaraciones. No me quiero imaginar una historia inclusiva, y doblada en volumen, que me diga que los faraones y faraonas de los egipcios y egipcias construyeron las pirámides. O que los romanos y romanas fueron invadidos por los bárbaros y las Bárbaras y que en España se asentaron visigodos y visigodas, suevos y suevas, vádalos y vádalas y alanos y alanas. Tampoco es de extrañar que, en lo que se refiere a medicina, haya feministas fanáticas, de esas que abortan cuando saben que el sexo de su feto es masculino, que aboguen por nuevas palabras; ya que su cuerpo es suyo dirán que tienen esófaga, que cuando comen picante les arde la estómaga y que tiene dificultades con el tránsito en sus intestinas, pero que las riñonas filtran bien, que su hígada funciona y su corazona late perfectamente. En algo tan femenino como es la ginecología reivindicarán que ellas tienen útera, ovarias, trompas de Falopia y clitorisa. La verdad es que se abre, en lo que a las ciencias se refiere, un horizonte tan infinito como la estupidez humana. Yo, por mi parte, seguiré teniendo tripas, manos, piernas e intentaré tener la cabeza en su sitio.

Por último, ha quedado en evidencia la falta de cultura de muchos de los que practican por norma este lenguaje inclusivo, soldada no es el femenino de soldado, como tampoco libra es el femenino de libro, ni capitana el femenino de capitán (imagínense que a la señora Samanta Vallejo Nájera le llamo chefa, como femenino de “chef”, estaría en mi derecho inclusivista).

En realidad, cada vez que utilizamos el lenguaje inclusivo dejamos patente que la sociedad está dividida en hombres, mujeres y un grupo al que habría que referirse como ¿otres? Cuando se propuso, tras la unión de Podemos e Izquierda Unida, llamar a la nueva coalición Unidos y Unidas Podemos parecía la concurrencia a las urnas de dos grupos diferenciados por el sexo, probablemente el próximo paso será llamarse Unides Podemos.

Quizás deberíamos plantearnos si este inclusivismo no resulta discriminatorio, si no habrá alguna lumbrera que al quererse referir a la infancia como niños, niñas y niñes piense que pueda haber algún discriminado. Aunque creo que en este caso lo políticamente correcto está desbancando a lo correcto, sencillo e inteligente. Desde luego muchas veces dejamos claro que no sabemos elegir las palabras, lo fácil y económico, y también inclusivo, que resultaría referirse a personas en vez de a hombres, mujeres y otres.


01 julio 2021

Frente a las noticias


Hubo un señor en el siglo XIX, no me acuerdo quién, que hizo una denuncia de la abundancia de publicaciones que había en ese momento refiriéndose a un desconocido genérico como "aquel señor que leía tanto que no pensaba". Hoy podríamos decir algo parecido en muchos sentidos, desde que nos dedicamos a recopilar tanta documentación que no nos da tiempo a leer hasta que la actualidad pasa tan deprisa que no nos da tiempo a reflexionar sobre los hechos que acaecen a nuestro alrededor. Dicho de otra forma los detalles en el panorama cambian tan rápido que no podemos hacernos una idea del paisaje que deberíamos contemplar.

En los medios de comunicación hoy pesa más la opinión (por qué, para qué y cómo)  que la información (que, quién , cuando y donde). Es lo mismo que decir que los medios son los que analizan la información por nosotros y extraen las consecuencias. En su caso, análisis y consecuencias, siempre refuerzan su línea editorial, una opinión. Y a nosotros, los lectores, nos gusta constatar cierto refuerzo a nuestras ideas sin pensar hasta qué punto estamos distorsionando la realidad o hasta qué punto participamos en esa deformación. La consecuencia es que estamos leyendo tantas opiniones que al final nos dedicamos a adherirnos a una corriente mientras olvidamos los diferentes matices que hacen que nuestra opinión sea única. En resumen: estamos expuestos a tanta opinión que al final no tenemos una.

Y es que si leemos un diario, el que sea, vemos un telediario, cualquiera, y nos tomamos un tiempo (ese que cada vez es más escaso) en pensar en lo que hemos visto o leído descubriremos que la información se ha diluido entre declaraciones y diferentes "análisis", descubriremos que, en el mejor de los casos, se nos brinda a donde dirigir nuestra opinión: a favor o en contra. Realmente se nos invita, repito, en el mejor de los casos, a tomar una posición, pero no tenemos la ocasión, y eso solo depende de nosotros, de hacernos una idea de la situación. Pocas veces apreciamos la trascendencia de un hecho y en menos ocasiones reflexionamos en sus consecuencias. Expectantes y crédulos, nos limitamos a sufrirlas.

No es para menos, la conclusión inmediata es que la humanidad se está convulsionando, que asistimos a una especie de suicidio colectivo y que no podemos hallar una forma de convivir y organizarnos. A partir de aquí debemos obligarnos a reflexionar más detenidamente si en realidad asistimos a una moda de presentar la información. Es evidente que lo catastrófico se vende mejor que lo idílico. Vamos que preferimos el impacto a la tranquilidad, nos afecta más el desasosiego y la incertidumbre. Hoy por hoy, si una noticia no se refiere a una catástrofe, no provoca desasosiego y no explota la incertidumbre simplemente no es noticia

No nos engañemos, estamos inmersos en una guerra en la que la información es un arma. Cada medio emisor de información que se precie atiende a un programa en el que contempla qué, como, cuando, para qué y a quien informar. Por esta razón un hecho tiene explicaciones dispares. No se falta, en ningún caso, a la verdad; hay diferentes interpretaciones conformes a diferentes líneas de opinión. 

Está guerra tiene dos vertientes: la económica y la política. En ambos casos el público es un objetivo y en ambos casos la información se ofrece para que resulte lo más atractiva a una audiencia determinada. Ello implica que siempre va haber cierta manipulación que irá aumentando según haya que responde al qué, dónde, cuando, por qué, para qué y cómo (sobre todo en estas tres últimas).  Y según se va llevando a cabo esta manipulación en la que priman la percepción del autor y su opinión sobre la ponderación y la reflexión. La noticia tiene que salir mientras el tema está caliente y las prisas no son una garantía de calidad informativa (sobre todo en lo referente a un análisis). Indudablemente la comunicación persigue un objetivo que, en muchas ocasiones, escapa a la comprensión de la audiencia, que se limita a ponerse a favor o en contra de una medida.

No busquemos otros culpable que no sea nuestra actitud a la hora de enfrentarnos a una noticia. Los medios de comunicación hacen lo que deben de hacer: ganar dinero. No nos debe extrañar que A3Media ponga a disposición de los espectadores dos formatos de telediario tan dispares como el de Antena 3 y el de la Sexta, es información a la carta con una tendencia diferente que le permitirá tener más audiencia. Algo parecido sucede con la prensa escrita, un mismo grupo puede tener diferentes líneas editoriales. Y también hay otros medios que reciben subvenciones para ser la voz de su amo. Es interesante, a la vez que apasionante, el conocimiento y estudio de este entramado.

En todo caso debemos tener en cuenta el papel que los lectores jugamos en la noticia. Somos nosotros, y no los medios de comunicación, los que debemos juzgar la trascendencia de los hechos. También somos nosotros, y no los medios de comunicación, los que debemos formar nuestra opinión y valorar la importancia de los hechos. Y somos nosotros los que debemos seleccionar qué recordar de las noticias, dado que las consecuencias de los hechos pocas veces son inmediatas. Por ejemplo, en la década de los 80 se decidió que en España no se iban a fabricar más centrales nucleares y que la energía atómica iría desapareciendo con el paso de los años, ahora en 2021 España tiene una de las facturas de la luz más caras de Europa; si recordásemos la noticia de los 80 podríamos plantearnos si la factura de 2021 es una consecuencia de esta decisión de hace casi 40 años.

Como consejo ante una noticia, me atrevería a decir que no hay que discriminar entre los medios de comunicación, pero dude de todo lo que pueda ser opinión (declaraciones, cómo, por qué y para qué) y enfóquese en lo esencial (qué, quien y cuando). Ante una coincidencia del hecho en más de un medio, la noticia es importante. Si hay poca diferencia en la esencial, la noticia es trascendente. En ningún caso espere coincidencias (y menos unanimidad) en declaraciones y análisis, en este caso es mejor formarse una opinión.

20 febrero 2021

ECHENIQUE Y EL DIABLO

 

Foto de https://www.esdiario.com/editorial/142863885/Pablo-Echenique-debe-callarse-dimitir-y-no-dar-lecciones-de-nada-a-nadie.html

Basado en ( cuando no calcado de) un cuento ruso.

Pues sucedió que un buen día al diablo le dio por darse una vuelta por el mundo y eligió viajar a España y. dentro de ella, a la Puerta del Sol. Se sorprendió al encontrar destrozos en los escaparates, mobiliario urbano y algunos comercios saqueados. Esto le hizo sentir un doble sensación de tristeza por no poder disfrutar de un lugar normalmente bonito a la vez que no podía dejar de reconfortarse con la idea de que los que habían provocado todo esto serían futuros inquilinos en el infierno.

Mientras paseaba descubrió a un hombre pequeño que se movía por la Puerta del Sol en una silla de ruedas, provocaba en los viandantes una mirada que transmitía recelo a la vez que se apartaban temerosos para abrirle paso.

Cuando el diablo le vio le preguntó:
- ¡Maese Pablo Echenique! ¿Le importa que le acompañe en su paseo?
- ¿Encantado y tuteémonos! - respondió el hombrecillo - Tendremos una buena ocasión de observar la conducta humana.

No tardaron mucho en ver a una tendero que había descargado una vieja furgoneta. Estaba intentando arrancarla para aparcarla en un subterráneo, pero no lograba ponerla en marcha. Tras mucho intentarlo acabó maldiciendo:
- ¿Tendré que llamar al taller! ¿Que el diablo te lleve!

- Has visto -dijo Echenique al diablo - esa furgoneta te pertenece. ¡Llévatela!. Además el aire estará más limpio porque es muy vieja y contamina mucho.

- El tendero necesita esa furgoneta - respondió el diablo - En ella traslada lo que vende, que es limpio y ecológico, si no dispone de una más moderna es porque no puede pagarla, tampoco es tanto perjuicio para el aire, dado que el tendero intenta ser lo más respetuoso con el medio ambiente, aunque hay que reconocer sus limitaciones. Si me llevase la furgoneta le daría un disgusto y montaría un escándalo que nos comprometería. Realmente no sabía lo que decía. ¡Sigamos paseando!

Y siguieron caminando y encontraron a una madre que forcejeaba con su hijo, tirando la una del otro, ella iba en una dirección mientras el niño pugnaba por ir en dirección contraria. Finalmente la madre dio al crío un empellón fuerte y decidido a la vez que decía:

- ¡Nos vamos a casa! ¡Y que el diablo te lleve!

- ¡Ahora eres padre! - bromeó Echenique - esa madre tan severa con su hijo os lo ha regalado.

- No te precipites Pablo - le respondió el diablo - Ha sido una maldición motivada por el cansancio, ha estado toda la noche cuidando de su hijo, que está enfermo. Lo traía de una consulta con el médico y el niño quería pasteles, que no puede comer porque acaban de diagnosticarle diabetes. Prueba tomar el niño a una madre que le quiere y sabrás a lo que te arriesgas. Realmente no sabía lo que decía. ¡Sigamos paseando!

Y poco después se encontraron con un viejo kiosquero que contemplaba apesadumbrado su negocio destrozado, su ropa era vieja y limpia y se notaba que antes se había ajustado a un cuerpo más grande. Se esforzaba en colocar algunas revistas, almacenar algunas chucherías y ordenar algunos recuerdos. Lo poco que quedaba de los destrozado. Cuando vio al diablo y a Echenique, se encaró con el hombrecillo diciéndole:

- Tú, que no has vivido el fascismo, te permites llamar fascista al que te conviene y antifascista a los que han provocado esto. Tú, que no sabes que es trabajar, te permites llamar capitalista al que gana su dinero trabajando. Tú, que clamas por los derechos, te permites espolear a tus acólitos para que otros no los disfruten. Eres un miserable. ¡Ojalá que el diablo te lleve!

- Pues este señor sabía y sentía lo que decía. - Dijo el diablo.

Y cogiendo a Echenique por el cuello dio una patada en el suelo y se lo llevó al infierno.

  

14 febrero 2021

REBELIÓN EN LA GRANJA O DE COLETAS A MOÑOS

En 1944 George Orwell terminó una novela corta titulada "Animal Farm" que en español se conoce con el nombre de "Rebelión en la granja". Se publicó en 1945 tras salvar algunos problemas. También se ha llevado al cine, con pequeñas variaciones en su argumento. inicialmente se interpretó como una crítica al régimen soviético, razón de los problemas que tuvo para ser publicada. Haciendo una reflexión más actualizada, se puede enfocar en cómo un poder establecido se va asentando y fortaleciendo sobre unos principios que se van manipulando y perdiendo valor y significado a la vez que una clase oligárquica va aumentando su poder y ejerce su dominio con mayor facilidad sobre la sociedad que dirige.

El argumento de la obra es el siguiente: 

Hartos de los desmanes del dueño de la Granja Manor los animales, dirigidos por los cerdos, se sublevan y consiguen expulsar a los humanos. Posteriormente se organizan según unas normas que rechazan las costumbres humanas y reafirman los modos animales. Los cerdos, a su vez, tienen sus desavenencias que se solucionan con un golpe de palacio en que Napoleón, un cerdo intrigante, se hace con el poder. A partir de este punto, los animales de la granja, sintiéndose libres, empiezan a ser más explotados, la historia de la rebelión modificada y las normas originales corregidas. Finalmente el estado de la granja termina siendo como era la principio de la novela, con los cerdos haciendo negocios con los humanos. 

Pueden obtener la novela en la red, a mi me gusta esta versión:

  .https://dariososafoula.files.wordpress.com/2017/01/rebeliocc81n-en-la-granja-george-orwell.pdf

Y no he podido evitar hacer cierto paralelismo entre "Animal Farm" y el Podemos que irrumpió en el panorama político español y el que hay ahora. Entre Napoleón y el reivindicativo coletas que ha llegado a ser el ministro del moño. No puedo evitar ver cierta similitud cuando se han ido tergiversando sus principios fundadores, por ejemplo de ser el dirigente del partido durante un periodo de tiempo limitado a serlo para toda la vida; al comprobar que todas las discrepancias en el seno del partido han terminado con la expulsión o la relegación; cuando se ha pasado de un sueldo limitado a uno que no necesita límites y encontrar nuevas puertas giratorias, ya antes de dejar de ser clase dirigente. También soy testigo de un pretendido cambio de la historia reciente que pretende hacer de la transición un mero engaño. Y sobre todo al ejemplo que da el presidente de Podemos al pretender seguir siendo un proletario en una mansión con unos ingresos más que generosos. No sólo eso, la manipulación ha llegado a un punto que ha transformado, cuando sirve a sus intereses, el allanamiento en un derecho y el acoso en un ejercicio de libre expresión.

En fin, les dejo con el párrafo final de la novela, espero que reflexionen:

"Doce voces estaban gritando enfurecidas, y eran todas iguales. No existía duda de lo que sucediera a las caras de los cerdos. Los animales de afuera miraron del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo, y nuevamente del cerdo al hombre; pero ya era imposible discernir quién era quién".


10 junio 2020

REPARTO DE RESPONSABILIDADES


CRONICAS DEL CORONAVIRUS (II)
Empleamos una mirada exigente. Mientras no alcancemos el éxito- superar la pandemia y superar la parálisis económica – estamos instalados en el fracaso. Y siempre la pérdida de vidas oscurecerá este tiempo. Pero no por eso debemos dedicar nuestros esfuerzos a endosar la responsabilidad a otros, ese viejo expediente de buscar un culpable, siempre ajeno. Ese truco balsámico, pero poco certero. E inútil para alcanzar metas.
Xavier Vidal Folch.



El COVID-19 ha dejado patente la vulnerabilidad de nuestra sociedad, si recurrimos al léxico militar, aunque a algunos no le guste, hemos sufrido el equivalente a un ataque biológico secuencial, empezando por China, extendiéndose por Asia, atravesando el mundo hasta llegar a América pasando por Europa, Rusia y África en un trimestre. A la mayoría este ataque les ha cogido por sorpresa, aunque hayan podido tener algún tiempo para prepararse.

Hemos intentado buscar culpables, tarea inútil. El único culpable de esta pandemia es un virus, el recurso fácil es pagarla con la explicación más simple o la conspiración más rocambolesca, desde una sopa de murciélago, la celebración de una manifestación, soldados americanos esparciendo el virus en China o laboratorios chinos desarrollando este virus. Indudablemente, aunque no haya culpables, hay muchas responsabilidades.

En España tuvimos un aviso, la cancelación del Mobile World Congress, aunque ahora parezca justificada, en su momento trajo controversia tanto social como política. No sabemos, y probablemente nunca podremos saber, cómo influyó esta cancelación en el número de casos habidos en Barcelona y en la evolución de la enfermedad en esta ciudad. Si se celebró la FITUR en Madrid, tampoco sabremos cómo ha influido en los casos habidos en esta ciudad y nunca podremos determinar cuántos habría habido si no se hubiese celebrado. Lo que si puede ser cierto es que la celebración de la feria y la cancelación del congreso han influido, de acuerdo con lo publicado en elpais.com el 23 de abril, el coronavirus entró en España en febrero y por 15 vías distintas. Ya dentro de la pandemia, el 8 de marzo, se celebró una manifestación multitudinaria y feminista con eco en otras ciudades, está claro que muchas de las mujeres que participaron en ellas pudieron llegar a casa borrachas, pero no solas, sino acompañadas por un virus. Ese mismo día se celebró un congreso de VOX en la plaza de toros de Vistalegre en la que se reunieron 9000 personas (un ¿éxito? De convocatoria). También miles de personas asistieron a los estadios para ver jugar a sus equipos. Tampoco sabemos cuántos miles de personas visitaron bares, restaurantes y locales de ocio y copas ese fin de semana. También es verdad que esa misma semana se publicó y anunció en los medios de comunicación que las autoridades sanItarias europeas y la OMS consideraban que no era adecuado celebrar esas manifestaciones. También sabemos de las dudas que se planteaban para disputar los partidos de fútbol a puerta cerrada. ¿Hay responsables?

Por supuesto que hay responsables, pero no solo uno, deberíamos considerar que ha habido una cadena de responsabilidades en la que bastaba un eslabón para romperla. El primer eslabón de la cadena es el Gobierno por haber permitido, incluso animado, participar en cualquiera de estos actos, por supuesto, pero también es cierto que el Ejecutivo no estaba presionado para cancelar ninguno de ellos, de hecho habría sido muy criticado si hubiese cancelado cualquier evento. Indudablemente tiene su responsabilidad, y debería dar explicaciones y no delegarla los expertos (“nosotros hicimos lo que nos dijeron los expertos”). Los expertos establecen un escenario para facilitar la toma de decisiones, si tienen que explicar algo es porqué se equivocaron en el diseño de este escenario, si es que lo hicieron, y hasta ahí llega su responsabilidad, el Gobierno deberá explicar más detalladamente su decisión.

El segundo eslabón lo forman los diferentes organizadores de los eventos, la Comunidad de Madrid, su Ayuntamiento y su Cámara de Comercio pudieron cancelar la FITUR o posponerla, como hicieron los organizadores del Mobile World Congress pese a las presiones del Gobierno, la Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona. También las delegaciones asistentes pudieron renunciar a participar. La dirección de VOX pudo también posponer su congreso o cancelarlo, pero prefirió celebrarlo (quizás como desafío a la manifestación). Las directivas de los clubes pudieron hacer que se disputasen los partidos a puerta cerrada, pero optaron por las multitudes. Los propietarios de bares y locales pudieron cerrarlos o limitar su aforo, pero tomaron otra decisión. Todos ellos tienen su cuota de responsabilidad, no sirve decir que no sabían nada y que nadie les indicó que debían cerrar su negocio, ninguno tenía la obligación de mantener abierto, o celebrar partidos y congresos.

Y hay un tercer eslabón, el formado por las personas, nadie estaba obligado a asistir, todos tuvimos la oportunidad y acceso a la información para tomar nuestra decisión. En todo caso la asistencia a ferias, congresos, manifestaciones, partidos y juergas fue un acto voluntario, fruto de una decisión de la que cada uno es responsable. Después de todo, las decisiones que toma cada uno son la base de su libertad individual.

El pretender hacer al Gobierno responsable exclusivo, delata la intención de hacer que el Estado asuma un papel tutelar sobre nuestra vida negándonos el ejercicio de nuestro propio albedrío. En resumen, debemos exigir muchas responsabilidades, empezando por nosotros mismos, y admitir que podemos ser parte del error.

En este ambiente, pensamos que estamos haciendo frente a una crisis sanitaria y que ésta implicará una crisis económica. Es quedarse corto, en realidad estamos haciendo frente a una crisis del sistema en la que diferentes ideologías quieren tomar o reafirmar posiciones. Antiglobalización contra globalización, república contra monarquía, ricos contra pobres, nacionalización contra privatización y un largo etcétera que podemos resumir en un enfrentamiento entre los que quieren liderar los cambios a los que tendremos que hacer frente, eso que han dado por llamar “la nueva normalidad”. Pero todos tienen el denominador común de tener una visión simplista y generalizada de la sociedad. A la hora de razonar, que pocas veces llega, generalmente se han justificado las ideas en condicional (si hubiésemos sido república…, si no hubiera habido recortes…, si fuésemos independientes…, si Pedro Sánchez no fuese presidente del Gobierno…, si no hubiese habido manifestación) que no dan, por sí, ningún rigor a la opinión limitándose a ser propaganda. El caso es que nos estamos moviendo entre la crítica más exacerbada y la autocomplacencia, sin permanecer en un punto medio que nos dé una perspectiva que permita contemplar la situación sin deformarla.

Nos han dicho que el virus no hace excepciones y que nos iguala a todos. Además han declarado día tras día, como un mantra y desde todas las tribunas y medios posibles que “nadie se va a quedar atrás”, pero a la fecha que se escribe ya se han quedado por el camino más de 27.000 personas. El 23 de abril el vicepresidente del Gobierno en rueda de prensa ha declamado que el virus no pregunta por ideologías y que no hace diferencias, pero los humanos preguntamos por la edad para establecer criterios de tratamiento en las unidades de cuidado intensivo. De una forma u otra tenemos que hacer diferencias.

Y es verdad que en esta súbita igualdad se han permitido excepciones, o se han pretendido establecer. Cada uno se ha fijado en su mundo, los deportistas han dicho que su trabajo es el deporte y, por tanto, podrían no estar sujetos al confinamiento, afortunadamente esta iniciativa no prosperó. También los diabéticos necesitaban caminar, como los autistas, y en vez de comprensión encontraron insultos y reproches desde las ventanas de sus vecinos, hasta el punto de llegar a haber una iniciativa de portar un brazalete azul para distinguirlos, algo tan necesario como como llevar una estrella de David bordada en la Alemania nazi. Un triste ejemplo de que también sale lo peor. Cuando la gente de la cultura ha visto que sus subvenciones podrían verse perjudicadas, cuando el ministro de cultura declaró que las ayudas tendrían que llegar cuando terminase la crisis, amenazaron con un silencio digital. Parece que la solidaridad de algunos artistas era un tanto interesada. Como deportistas y artistas, animalistas, ambientalistas y feministas han seguido a lo suyo.

Dentro de los privilegios también ha salido a relucir cierta hipocresía, muchos de los que han defendido vehementemente la sanidad pública y denostado a la privada han optado por tratarse en esta última. Es el caso de la ministra Carmen Calvo que fue ingresada en la clínica Ruber, se explicó que los funcionarios tienen un convenio, deberemos entender que este convenio beneficiará a unos funcionarios determinados, desde luego a todos no. En todo caso, no es una escenificación muy coherente con las ideas que se defienden.

Hay quien se ha escapado de la dictadura de los balcones y se ha ido a dar una vuelta fuera de su casa, con cualquier excusa (trabajo en Madrid, pero mi domicilio familiar está en Galicia) o sin ella. Muchos que ocupan, han ocupado o piensan ocupar un cargo en el que tienen dar ejemplo han faltado a este deber.

No podemos olvidar que asistimos a una crisis del sistema, la sanidad ha estado a punto de colapsar, el sistema económico tiene que recuperarse, en lo laboral ha aumentado el número de parados y habrá que financiar todas las subvenciones y pagas que se anuncian, lo cual obligará a modificar deuda e impuestos. ¿Y todo esto porqué?

El primer motivo es un mal endémico español, no ha habido un planeamiento nacional, se puede asegurar que en décadas no se ha contemplado cómo reaccionar ante una pandemia coordinadamente entre todas las instituciones nacionales y autonómicas. Podrían existir protocolos, pero aislados. La coordinación se ha tenido que hacer precipitadamente, ha sido improvisada, con desacuerdos y pocas referencias, que es lo que da el planeamiento. Y es que en España lleva tiempo siendo imposible planear a largo plazo o establecer una política nacional articulada debido a una manifiesta incapacidad para acordar, podemos comprobar que repercute en la sociedad. Se discute, se levanta la polémica, se toman posiciones inamovibles, la opinión prevalece sobre los objetivos a lograr y cuando llega el momento de actuar estamos inmersos en los desacuerdos y, cuando hace falta unidad, hay una multitud descoordinada afeándose actuaciones y diciendo lo que hay que hacer.

Nuestra sociedad, que ha sabido mantenerse unida en el confinamiento, se va crispando. Pese a las buenas intenciones mostradas al comienzo de esta especie de arresto; la industria textil se puso a hacer mascarillas (al menos así lo anunció el gobierno), talleres textiles se pusieron a hacer mascarillas de forma voluntaria (así se mostró en televisión); laboratorios de investigación se lanzaron a hacer respiradores. Otras industrias especializadas empezaron a hacer EPIs y otras test. Un mes más tarde sigue habiendo carencias, el proceso de homologación es un cuello de botella para todo el esfuerzo que se está haciendo. Tiene que haber responsables que sean capaces de explicarlo.

En la última semana de abril los parados están esperando una paga que llegará tarde, de nuevo hay un cuello de botella en la revisión de documentaciones. La burocracia no ha sido afectada por el virus, en vez de flexibilizarse o agilizarse, se ha vuelto más lenta si cabe. De esto tiene que haber responsables.

Por otra parte estamos pidiendo menos restricciones al confinamiento, aun cuando no se dan las garantías para que se pueda iniciar la desescalada. Y anuncian que ésta va comenzar antes de que se haga el estudio de seroprevalencia, que llevan dos semanas anunciando y retrasando.

Han salido por fin lo niños a la calle y, desde los balcones y las ventanas, resulta fácil ver con a los niños con más acompañantes de los que debería, en los patios y espacios abiertos jugando al fútbol sin mantener una distancia, se trata de un deporte de contacto, y algunos padres se ausentan para charlar entre ellos, asumiendo una separación  que se antoja muy lejana. Otra madre juega con su niña en los columpios, es comprensible el deseo irrefrenable de la niña, es difícil entender que la madre sea incapaz de frenarlo. Estas imágenes también se han repetido en la televisión. ¿Es posible que haya un repunte de la enfermedad?¿A quién se pedirá responsabilidades?

Cuando por fin se ha podido salir a dar un paseo o a hacer deporte, como es lógico, la gente ha ido donde le gusta ir a pasear o a correr. Lugares específicos para ello. Dentro de esta lógica, en los mejores lugares se han concentrado deportistas y viandantes. Y allí se han encontrado algunos deportistas en grupo, algunos ciclistas en pelotón y algunos peatones en corrillos. Donde todo el mundo va a lo largo del día, han tenido un total de siete horas, teniendo en cuenta que hay franjas horarias en que la presencia es testimonial, hay concentraciones, aunque unos intentan mantener las distancias, a  otros les da lo mismo. En realidad somos muy predecibles y difíciles de controlar. En fin que además de con el COVID-19 tenemos que convivir con irresponsables dispuestos a culpar y considerarse víctimas. 

Cada uno es responsable de sus decisiones, lo cual implica que nosotros, cada persona, tiene una responsabilidad individual.


Algunos artículos relacionados con este tema:

“Del fracaso y del éxito”, 30 de marzo de 2020, elpais.com. Xavier Vidal Folch. Artículo donde se toma el encabezamiento de este artículo, una reflexión conceptual de lo que son los objetivos.

“Pan y wifi”, 2 de abril de 2020, elpais.com. Luz Sánchez- Mellado. Sobre la gestión y la crítica de la misma. En mi opinión la izquierda progubernamental tiende a ejercer una especie de censura basada en lo políticamente correcto.

“La otra pandemia”, 4 de abril de 2020, elpais.com. Julio Llamazares. Una crítica a los que critican, pero un tanto falaz. Nadie se ha quejado de las medidas sanitarias que ha tomado el Gobierno, excepto el ruin Torra. Pero si se han quejado en algunos casos, con razón, de gestiones, actitudes y declaraciones. Efectivamente, no somos un país de expertos pero, en ocasiones, cuando distinguimos propaganda y maniqueos o no hay una respuesta a nuestras dudas, nos queda el derecho de protestar. 

“El gobierno y los expertos”, 6 de abril de 2020, elpais.com. Juan Luis Cebrián. El autor nos dice que la actual crisis ha puesto en evidencia al actual sistema.

“Los límites del capitalismo de vigilancia”, 8 de abril de 2020, el país.com. Andrés Ortega, José Balsa Barreiro, Manuel Cebrián. Sobre el fracaso de la tecnología y de las redes sociales en la prevención y control de la crisis.

“La ciencia española no ha funcionado bien”, 15 de abril de 2020, elpais.com. Javier Sampedro. Breve artículo en el que se denuncia que no ha habido una buena conexión entre los científicos (expertos) y los políticos (aunque creo que ellos no tienen buena conexión con nadie).

“Cómo es la gente”, 19 de abril de 2020, elpais.com. Elvira Lindo. Un delicioso artículo en tintes positivos que considera que la gente está a la altura y que los políticos, además de no estar a la altura, la subestiman.

“Lo nuestro”, 20 de abril de 2020, elpais.com. Almudena Grandes. Breve artículo sobre la solidaridad y la hipocresía, hay una alusión a los artistas-famosos

“Padres, disuélvanse”, 27 de abril de 2020, elpais.com. Íñigo Domínguez. Artículo en el que el autor explica que se saltó las normas, que no es tan importante respetarlas, y que  es más grave que un agente te recuerde que tienes que respetarlas. Según él sus hijos aprendieron tres cosas, pero después de leerlo creo que aprendieron una cuarta: su padre es todavía más tonto.


31 mayo 2020

PAISAJE DE UNA BATALLA


CRÓNICAS DEL CORONAVIRUS (I).



Desde que se anunció el estado de alarma se comparó la situación originada por las medidas para prevenir el contagio del COVID-19 con una lucha contra el virus, una guerra. Pero, seamos sinceros, el estado es de alarma y no de guerra, y la única lucha que se puede hacer contra el virus es la prevención, consistente en medidas pasivas, mientras no haya fármacos o vacunas la única opción es aguantar y esperar no contagiarse… minimizar los daños.

Se comentó que estamos en guerra contra el virus como se puede declarar la guerra a la droga, la trata de blancas o a la estupidez. De la misma forma que se evitó decir que había una guerra en Afganistán, no se ha tenido ningún reparo en anunciar una guerra contra el virus. Cosas de políticos que son los que definen los términos.

Pero entonces, ¿qué es lo que estamos viviendo? Hay quien le llama catástrofe, pero una catástrofe implica un fenómeno destructivo, como un terremoto o un derrumbamiento, es más calificativo que situación, también podría servir, pero no es una catástrofe. Por supuesto, se utiliza la palabra crisis, pero cuando hablamos de crisis nos referimos al colapso de un sistema, ya sea sanitario o económico, indudablemente esta situación implica una crisis que será paralela, pero que puede ser más larga o más corta de lo que dure la enfermedad. La palabra es pandemia, estamos inmersos en ella, su naturaleza es extenderse, ocupar nuestros cuerpos y perjudicar nuestra salud.

Pero, como en muchas situaciones, necesitamos referencias y, aunque podría haber otras, se ha tomado la de la guerra. Hay muchos opinadores que nos recuerdan que esto no es una guerra. Incluso dicen que el hecho de recurrir al léxico bélico es machismo. Pero ninguno se ha molestado en apuntar una referencia diferente. En medio de una situación tan grave que ha obligado a declarar el estado de alarma, plantearse si es una guerra o no es como discutir que los perros que nos van a dar caza son galgos o podencos.
Pero dado que se ha utilizado el término guerra y se ha intentado acudir al léxico bélico, podemos y debemos recurrir a las referencias militares, que no tiene otro sentido que hacernos una idea de la magnitud de cómo nos ha afectado y está afectando esta pandemia.

Así que, recurriendo al lenguaje militar, la primera medida adoptada para combatir el virus ha sido acuartelar a la población, también podría emplearse la palabra arrestar, sólo los que tienen un servicio que hacer pueden salir de su casa. En realidad, el confinamiento equivale a una vida cuartelera, de movimientos restringidos y con unos horarios de salida limitados por las aperturas de los comercios y las necesidades de las mascotas.

Igual que en la guerra, las familias se han visto repentinamente  amputadas, privadas de la presencia de un ser querido sin la oportunidad de darle un último adiós.

Igual que en la guerra, se ha exigido un esfuerzo general a toda la población e instituciones.

Resulta importante comparar situaciones, desde un punto de vista bélico, asumiendo que estamos en pie de guerra, aunque no sea un conflicto armado. Y esta guerra se acabará con el fin del virus, no del confinamiento/acuartelamiento, al finalizar éste podremos dar por terminada la primera batalla, pero no la guerra. No se cerrará la lista de fallecidos cuande deje de haber ruedas de prensa del Comité Técnico. Debemos ser conscientes que estamos asistiendo al desarrollo de una batalla, un enfrentamiento si lo prefieren, pero la “guerra” será más larga.

¿y cómo podríamos considerar esta batalla y su resultado final? Recurramos al pasado. En la batalla naval de Santiago de Cuba entre la marina estadounidense y la armada española la derrota se saldó con aproximadamente 500 muertos españoles, según datos de Wikipedia, y fue un desastre.  La Guerra Hispanoamericana arrojó unas pérdidas de más de 60.000 fallecidos (datos de Wikipedia), menos de 11.000 en combate, el resto en el proceso de repatriación víctimas de enfermedades (ése fue el verdadero desastre). Cuando se escribe esto el COVID-19 se ha cobrado más de 27.000 vidas en España. Recurriendo a batallas, no a guerras, hace casi cien años, en 1921, el ejército sufrió un descalabro en Annual que costó 14.000 vidas (también según Wikipedia), también se le llamó desastre. O sea que el resultado de esta batalla habrá que considerarlo, de momento, entre el Desastre de Annual o el Desastre del 98, en ambos casos desastres.

Quizás haya sido demasiado rígido al comparar lo que estamos viviendo con estas batallas, probablemente deberíamos compararlo con un episodio más semejante a los bombardeos soportados por los ciudadanos ingleses o alemanes durante la Segunda Guerra Mundial, personas encerradas en sus casas esperando que las bombas cayesen en otras viviendas, salidas restringidas para permitir el paso de ambulancias, bomberos, policías y militares. Este escenario es más parecido si tenemos que encontrar una referencia, y recordar que el bombardeo de Dresde se saldó con la muerte de 25.000 personas (de nuevo datos de Wikipedia).

Creo que esto da una idea de la dimensión de la batalla que estamos librando y que ésta consiste en resistir. No tenemos, de momento, la oportunidad de devolver los golpes. Sólo podemos aguardar en casa y respetar las restricciones hasta que amaine el bombardeo, o la tempestad.

Pero los niños, y el mimo que reciben, demuestran que esto no es una guerra, confirmando que tampoco llega a ser una batalla, en este caso los padres nunca se plantearían que pudiesen salir de casa.

Pero, como en todas las batallas, queda un panorama que permite sentir cómo ha afectado la lucha, qué huellas van quedando, de qué manera nos ha afectado. La batalla nos va dejando una España ralentizada que ha modificado sus convenciones, ahora el transporte individual prima sobre el colectivo. España intenta ir enguantada y embozada tras una mascarilla, intenta ser lo más aséptica posible y los españoles mantienen las distancias, se hablan menos y más alto, y esperan más distanciados, quizás más estoicamente. Y este panorama, más suave o estricto,  durará hasta que haya una vacuna o fármacos eficaces, ese será nuestro contrataque, la batalla de la revancha.

Otra imagen que nos queda es la visión de la Plaza de Cibeles, las banderas de España que rodean la fuente, como las del ayuntamiento, están a media asta – siguiendo las instrucciones de la Comunidad Autónoma -  las banderas del Banco de España y del Cuartel General del Ejército en el Palacio de Buenavista están completamente izadas (según la normativa estatal). Se antoja como una evidencia de que en la España oficial no son capaces de ponerse de acuerdo ni para expresar el dolor.


Como en una guerra, los temas que ocupaban los titulares, máxima preocupación del gobierno, han pasado a un plano secundario, la violencia de género es un recordatorio que no ocupa mucho espacio en las noticias, el feminismo casi queda ridículo, el coronavirus ha dejado patente la igualdad en la vulnerabilidad y también algunos privilegios en la sociedad, y el cambio climático es casi un recordatorio.

También, como en una guerra, sale lo mejor y lo peor de nosotros, los actos desinteresados motivados por el hecho de querer aportar algo y colaborar en el enorme esfuerzo que estamos haciendo. También sale lo peor, siempre hay quien intenta beneficiarse de la situación y el que piensa en términos de yo y no nosotros. Y muchas veces sale lo más absurdo…

Indudablemente, en medio de una batalla, no podemos dejar de preguntarnos muchas cosas: ¿cómo hemos llegado aquí? ¿No iba a ser el paso del COVID-19 algo testimonial? ¿cómo es posible que en Irán haya menos muertos que en España? ¿no teníamos el mejor sistema de salud del mundo? ¿No estaba tan bien preparado? Se necesitan muchas respuestas, son necesarias para la próxima batalla.

Como en toda batalla, también hay órdenes y contraórdenes, la mascarilla no era algo necesario hasta el día 4 de abril en que se informó que iba a ser obligatorio portarla… cuando hubiese, hasta ese momento es recomendable. Un vaivén que deja constancia del desconocimiento sobre el virus y de los procesos de decisión ¿es un palo de ciego más o, por el contrario, tiene su lógica? Por supuesto si tiene su lógica ¿por qué no la hubo antes? Si en Oriente se empeñaban en llevar mascarillas y en España se explicaba que no eran necesarias ¿Qué ha pasado? ¿Es que es una manera de evitar decir que no había suficientes mascarillas? Parece que, un mes más tarde, sigue sin haberlas.

Como en el desarrollo de todas las batallas, ahora somos - o deberíamos ser - conscientes de nuestras debilidades y carencias. Ahora conocemos las consecuencias de una externalización que sólo ha atendido a criterios de beneficio económico, quizás olvidando los beneficios sociales. Ello se ha traducido en una carencia de Equipos de Protección Individual (EPIs), respiradores y mascarillas. En definitiva, hay muchas preguntas que responder y muchos problemas a los que hay que dar solución.

Pero dentro de este panorama no todo es desolación, a lo largo de este acuartelamiento a las ocho de la tarde los vecinos se han manifestado multitudinariamente reconociendo el esfuerzo de otros españoles. Un apoyo incondicional a aquellos que han hecho lo que debían hacer, lo que se esperaba de ellos, de forma incansable han seguido una rutina, en ocasiones agotadora y han satisfecho las necesidades de aquellos que han tenido que quedarse en casa y de los que han sido alcanzados por la enfermedad.

Siento tener que recurrir a las frases de dos personajes británicos para describir el comportamiento de la sociedad española, pero no encuentro frases parecidas formuladas por españoles en nuestra historia.

Refiriéndome a todos los españoles y parafraseando a Nelson antes de la batalla de Trafalgar: “España espera que cada uno cumpla con su deber”… y así lo ha hecho.

Refiriéndome a sanitarios, policías, guardias civiles, militares y personal de los supermercados y todos los trabajadores esenciales, acudiré a las palabras exactas de Churchill cuando terminó la batalla de Inglaterra: “Nunca tantos tuvieron tanto que agradecer a tan pocos”.
Algunos artículos relacionados con este tema:
“Esto no es una Guerra”. 3 de abril de 2020, Elpais.com. Nuria Labari. Un alegato feminista, según la autora el vocabulario bélico es debido a una gestión machista de la crisis. Hay una clara tendencia ideológica.
“El virus y el lenguaje militar”. 3 de abril de 2020. Elpais.com. Ramón Lobo. Alegato en defensa del Tercer Mundo, que en él la población si vive guerras y otras calamidades y en el que los fallecidos se cuentan por millones.
“La muerte de María Pascual: 20 días de hospital, 20 minutos de entierro”. 8 de abril de 2020. Elpais.com. Jesús García. Un artículo en el que se habla de imposiciones y en el que nos podeos plantear, una vez más, el enfrentamiento entre los derechos individuales y los deberes sociales.
“Liderazgos naturales”. 19 de abril de 2020. Elpais.com. Fernando Vallespín. Artículo de tinte feminista que acentúa la idea de que “los machos populistas y todos los que emprenden la lucha contra el virus como una confrontación bélica son los grandes fracasados”. Mezcla la falta de liderazgo con feminismo, es una interpretación sesgada e interesada. Muy simplista como solución.
“La experiencia española”. 20 de abril de 2020. Elpais.com. Javier Sampedro. Un resumen de lo que, según el autor, se ha hecho en España en relación al COVID-19. Un paradigma, según él, de cómo no se deben hacer las cosas.

06 diciembre 2019

La inmigración

Panorama X


La inmigración es, según los españoles, el octavo problema de España en importancia. Pero por otra parte, considerando cómo les afecta, lo sitúan en el puesto trece. Como consecuencia podemos decir que la inmigración es un problema más humano que nacional o, incluso, social. No parece que, en teoría, los españoles tengan inconvenientes en que arriben personas de otros países.

Sin embargo la inmigración es un caballo de batalla político y siempre hay espacio para este tema en los medios de información. Tampoco es un asunto que se quiera abordar de una forma integral. La política de inmigración la queremos hacer una responsabilidad europea, pero pretendemos que nos guste, en este caso los estados de la Unión Europea son como la persona que para ir a cenar fuera de casa le da lo mismo ir a cualquier sitio, pero no les gusta ninguna de las propuestas que se les hace. Como no hay un acuerdo comunitario cada Estado improvisa de acuerdo con los gobernantes del momento, ahora acojo inmigrantes, ahora no.

Como en muchos otros casos, la inmigración sirve para afear las decisiones del gobierno de turno. Aunque nos olvidamos de que los españoles, hasta hace relativamente poco, eran los que buscaban trabajo en el extranjero. También nos olvidamos de que dependemos, en gran medida, de los extranjeros; los millones de turistas que nos visitan y hacen gasto lo prueban. La verdad es que no hay una política coordinada, ya no entre los europeos, sino entre las propias instituciones españolas.

Por otra parte, da la impresión de que queremos un compromiso pero no queremos comprometernos. Cuando un ayuntamiento exhibe una pancarta con el texto “Welcome refugies” ¿Qué intenta decir además de bienvenidos refugiados? ¿Quiere decir que todas las competencias de inmigración son suyas? ¿Significa que esta bienvenida se traduce en alojamiento y trabajo para cada refugiado que llegue a este municipio? ¿Tiene capacidad para darlos? ¿O es más bien un brindis al sol, una mera declaración de intenciones? No pretendo afear a la antigua alcaldesa Carmena su gesto, pero si me gustaría reflexionar en lo que estoy dispuesto a hacer yo, como persona, para que sea realidad esta bienvenida. Esto lo hago extensivo a los demás, los españoles también tenemos responsabilidad en este tema, no es solo un asunto para los políticos o nuestras instituciones.

También caemos en los eufemismos, llamamos a los inmigrantes refugiados, como pretendiendo agravar su situación, alguien me dirá que huyen de la miseria y que buscan un futuro mejor (pero eso han sido los emigrantes de toda la vida), los verdaderos refugiados que huyen en busca de seguridad no tienen necesidad de hacer un viaje de miles de kilómetros a España para ponerse a salvo. Entiendo que de Marruecos, país amigo, vienen inmigrantes, pero no refugiados - ¿o es que tenemos relaciones cordiales con un régimen opresor? - creo que los verdaderos refugiados que huyen del régimen marroquí están en, por ejemplo, Tinduf.

Pero creo que, a poco que profundicemos, descubriremos que el verdadero problema es de crimen organizado. Trasladar personas de África a Europa es un negocio. Estrictamente hablando, no vienen los pobres, sino los que pueden o podrán pagar su viaje. Es negocio, tráfico de personas; los inmigrantes son entonces una mercancía que, con sus bolsillos vacíos, ha perdido su valor y puede ser abandonada a su suerte.

¿Se lucha contra este tráfico como se debería? La respuesta la encontramos en los medios de comunicación, solo hay que comparar el número de noticias que informan de la captura de un clan de la droga con las que se publican sobre la detención de redes de tráfico de personas. Desde luego la solución no es dejar morir a los emigrantes en su travesía, creo  que es necesario controlar el flujo de inmigrantes desde su origen y anteponer lo que la inmigración tiene de solución a lo que tiene de problema. Creo que sería más barato captarlos allí, en sus lugares de origen, que esperar a que vengan. Pero de eso hay gente que entiende más que yo y para eso les pagan.