06 diciembre 2019

La inmigración

Panorama X


La inmigración es, según los españoles, el octavo problema de España en importancia. Pero por otra parte, considerando cómo les afecta, lo sitúan en el puesto trece. Como consecuencia podemos decir que la inmigración es un problema más humano que nacional o, incluso, social. No parece que, en teoría, los españoles tengan inconvenientes en que arriben personas de otros países.

Sin embargo la inmigración es un caballo de batalla político y siempre hay espacio para este tema en los medios de información. Tampoco es un asunto que se quiera abordar de una forma integral. La política de inmigración la queremos hacer una responsabilidad europea, pero pretendemos que nos guste, en este caso los estados de la Unión Europea son como la persona que para ir a cenar fuera de casa le da lo mismo ir a cualquier sitio, pero no les gusta ninguna de las propuestas que se les hace. Como no hay un acuerdo comunitario cada Estado improvisa de acuerdo con los gobernantes del momento, ahora acojo inmigrantes, ahora no.

Como en muchos otros casos, la inmigración sirve para afear las decisiones del gobierno de turno. Aunque nos olvidamos de que los españoles, hasta hace relativamente poco, eran los que buscaban trabajo en el extranjero. También nos olvidamos de que dependemos, en gran medida, de los extranjeros; los millones de turistas que nos visitan y hacen gasto lo prueban. La verdad es que no hay una política coordinada, ya no entre los europeos, sino entre las propias instituciones españolas.

Por otra parte, da la impresión de que queremos un compromiso pero no queremos comprometernos. Cuando un ayuntamiento exhibe una pancarta con el texto “Welcome refugies” ¿Qué intenta decir además de bienvenidos refugiados? ¿Quiere decir que todas las competencias de inmigración son suyas? ¿Significa que esta bienvenida se traduce en alojamiento y trabajo para cada refugiado que llegue a este municipio? ¿Tiene capacidad para darlos? ¿O es más bien un brindis al sol, una mera declaración de intenciones? No pretendo afear a la antigua alcaldesa Carmena su gesto, pero si me gustaría reflexionar en lo que estoy dispuesto a hacer yo, como persona, para que sea realidad esta bienvenida. Esto lo hago extensivo a los demás, los españoles también tenemos responsabilidad en este tema, no es solo un asunto para los políticos o nuestras instituciones.

También caemos en los eufemismos, llamamos a los inmigrantes refugiados, como pretendiendo agravar su situación, alguien me dirá que huyen de la miseria y que buscan un futuro mejor (pero eso han sido los emigrantes de toda la vida), los verdaderos refugiados que huyen en busca de seguridad no tienen necesidad de hacer un viaje de miles de kilómetros a España para ponerse a salvo. Entiendo que de Marruecos, país amigo, vienen inmigrantes, pero no refugiados - ¿o es que tenemos relaciones cordiales con un régimen opresor? - creo que los verdaderos refugiados que huyen del régimen marroquí están en, por ejemplo, Tinduf.

Pero creo que, a poco que profundicemos, descubriremos que el verdadero problema es de crimen organizado. Trasladar personas de África a Europa es un negocio. Estrictamente hablando, no vienen los pobres, sino los que pueden o podrán pagar su viaje. Es negocio, tráfico de personas; los inmigrantes son entonces una mercancía que, con sus bolsillos vacíos, ha perdido su valor y puede ser abandonada a su suerte.

¿Se lucha contra este tráfico como se debería? La respuesta la encontramos en los medios de comunicación, solo hay que comparar el número de noticias que informan de la captura de un clan de la droga con las que se publican sobre la detención de redes de tráfico de personas. Desde luego la solución no es dejar morir a los emigrantes en su travesía, creo  que es necesario controlar el flujo de inmigrantes desde su origen y anteponer lo que la inmigración tiene de solución a lo que tiene de problema. Creo que sería más barato captarlos allí, en sus lugares de origen, que esperar a que vengan. Pero de eso hay gente que entiende más que yo y para eso les pagan.  

03 diciembre 2019

Los problemas relacionados con la calidad del empleo


Panorama  IX



He aquí el tercer problema que más afecta a los españoles, pero que estos consideran que es el sexto problema de España, y es que uno lee “los problemas relacionados con la calidad del empleo” y puede hacer varias preguntas, todas ellas referidas a la “calidad del empleo”. ¿A qué nos referimos?¿A la precariedad?¿A la falta de seguridad?¿A falta de equipación?¿A una alta exigencia? Creo, pero es mi impresión, que se refiere a la remuneración, siempre  resulta inferior al esfuerzo que le dedicamos. Pensamos que se nos paga poco y que nuestros méritos son reconocidos pocas veces.

Creo que debemos hacer unas reflexiones sobre la remuneración de nuestro trabajo. En muchas ocasiones he visto, y admito haber tenido, la impresión de que trabajamos más que los demás, de que el único esfuerzo que se hace es el que nosotros hacemos o impulsamos. Pero es un error, Creo que los dirigentes de la gestión de personal hacen que el rendimiento laboral se base en la competitividad, aunque intentando que el compañerismo – la armonía dentro de la empresa – no resulte muy perjudicada. Esto conduce a un sistema que hace que minusvaloremos los méritos ajenos y sintamos, a la vez, los propios ignorados. En definitiva, el actual sistema hace que nunca nos sintamos debidamente valorados y, por ende, recompensados.

También hay que tener en cuenta que en la situación actual, con más de tres millones de personas en paro, la ley de la oferta y la demanda tenga como consecuencia que el trabajador se vea obligado a aceptar un sueldo a la baja, si sobrasen puestos de trabajo y los trabajadores fuesen necesarios los sueldos serían más altos.

A estas dos leyes (oferta y demanda y rendimiento basado en la competitividad) tenemos que unir una tercera ley no escrita, más bien cantada: “todos queremos más”. No sólo pretendemos que se nos valore en el trabajo y que tengamos un buen sueldo, es que en ocasiones queremos llegar a ser ricos. Y olvidamos que los ricos en la sociedad son la punta del iceberg, solo vemos a los que han conseguido ese estatus, pero no tenemos noticias de los muchos que lo han intentado y no lo han logrado. No nos engañemos todo premio (remuneración) se basa en el esfuerzo y en el sacrificio, incluso habría que añadir un factor riesgo. El esfuerzo y los sacrificios se hacen necesarios desde que somos muy jóvenes, cuántas veces hemos dejado de ir de copas o a divertirnos porque había que estudiar, cuántas veces hemos quitado horas al sueño para dedicarlas a un esfuerzo. No termina ahí, ¿acaso a un abogado le gusta defender la inocencia de un violador? Esa remuneración que puede significar la riqueza, la comodidad o la vida asegurada muchas veces implica vender el alma y traicionar convicciones y amigos. Cada uno sabrá qué está dispuesto a pagar y si vale la pena.

Me atrevería a decir que en España no existe un problema relacionado con la calidad del empleo, pero que los españoles si lo tienen. Los españoles somos descontentos por naturaleza y siempre encontraremos motivos para quejarnos, independientemente de los méritos o deméritos que hagamos. Es verdad, que nunca se nos pagará por soportar a nuestro jefe y sus manías, por tener que lidiar con las reivindicaciones e incompetencia de los subordinados, por atender las quejas del público, por ser esclavos de la burocracia, o la inaccesibilidad de nuestros dirigentes. No está en nuestro contrato de trabajo, pero es ley de vida. La clave de ello, entender un día que lo importante es llegar a ser feliz y no rico.


29 noviembre 2019

LA SANIDAD

Panorama VIII

La sanidad es percibida por los españoles como su sexto gran problema, pero es el quinto que más les afecta. Es a la vez la joya de la corona del que gobierna y el caballo de batalla de la oposición. Al ser una competencia de las autonomías podríamos dividir este problema en diecisiete, aunque políticamente pueda ser un factor de diferenciación, ya que al estar sometido a diecisiete gestiones diferentes, implica decisiones diversas, servicios diferentes e incluso prestaciones disimilares. Una sanidad universal, en un país que dispone las infraestructuras para que así sea, se ve limitada por las propias administraciones: un andaluz, por poner el caso, no tiene acceso a medicamentos subvencionados fuera de Andalucía (a no ser que se meta en trámites burocráticos) tampoco podrá ser citado en una consulta que no sea en urgencias fuera de Andalucía. Esto limita la sanidad de calidad a un ámbito local, lejos de la universalidad.  No soy un experto, pèro, creo que funciona,a pesar de todo, aunque se podría mejorar en este aspecto. Aunque ya entraríamos en un problema de autonomías y no sanitario.

Creo que lo que nos hace percibir a la sanidad como un problema es que no tenemos clara la organización sanitaria, quizás pretendemos que los servicios de urgencias nos presten prestaciones que se deberían prestar en consultas. Intentaré explicarme un servicio de urgencias es responsable de que un paciente no se muera, de administrar la primera cura y el primer diagnóstico, pero no tiene porqué sanar al enfermos. Para eso están las consultas, que no son tan urgentes, para seguir la evolución y establecer el tratamiento correcto.

Y en este punto entramos en la clave del problema: masificación. Uno pide cita y se le concede de forma relativamente rápida en consulta de medicina general, si es para un especialista el plazo de espera ya se dilata y si es para una intervención pasas a la lista de espera que ya te llamarán. Esta masificación además se agrava por el hecho de que un paciente puede estar esperando un largo tiempo para luego ser despachado en cinco minutos, cuando en realidad le gustaría esperar cinco minutos y ser atendido en una consulta durante horas En este sentido hay bastante falta de compresión, que aumenta cuando el personal sanitario se comporta como un oficinista.

Pero no podemos combatir a la realidad, nuestra estructura social (cada vez más urbana) facilita esa masificación, siempre habrá un número limitado de hospitales, de médicos y de personal sanitario. Hay figuras que se van perdiendo o han desaparecido, sobre todo en los pueblos, como son el médico en su consulta o las casas de socorro, aumentan los centros médicos que concentran servicios, pero que en el ámbito rural obliga a largos e inconvenientes desplazamientos. Máxime si hablamos de un pueblo “fronterizo” entre dos autonomías, en este caso el desplazamiento puede ser aún más largo.

Vemos, por tanto, que las principales raíces del problema de la sanidad son la masificación y las diferentes gestiones de la misma. La masificación es coyuntural, los medios siempre serán limitados. Pero si se puede mejorar en la coordinación de las diferentes gestiones administrativas.


26 noviembre 2019

LA FALTA DE ACUERDOS. SITUACIÓN POLÍTICA. INESTABILIDAD POLÍTICA.

Panorama VII

De nuevo hacemos de tres problemas uno. Pero en este caso podemos decir que la falta de acuerdos es algo permanente en España; la situación política sólo se soluciona cuando un partido obtiene mayoría absoluta; y que no hay un grado de inestabilidad política que resulte permanente.

La verdad es que desde la aprobación de la Constitución los españoles no hemos sido capaces de ponernos de acuerdo, fruto de ello es que en la actualidad no hay una política o plan de Estado de un plazo superior a una legislatura. ¿Qué origina esta incapacidad de acuerdos? Creo que no tenemos arte para negociar. En lo que se refiere a los políticos, éstos se creen valedores de sus votantes y se enrocan en sus posiciones pensando que así defienden los intereses de aquellos que depositaron su confianza, en realidad significa un perjuicio para todos. No hay posibilidad de un avance o mejora significativos si no se consensuan las posibles medidas. Un ejemplo de esta falta de acuerdo lo comprobamos, por ejemplo, en la Ley de la Memoria Histórica, que, sin tener por qué ser una mala iniciativa, si hace que un gran número de españoles la sientan como un intento de ganar una nieta por parte de los nietos de los que la perdieron y que otros piensen en ella como la hora de la revancha. También, fruto de esta falta de acuerdo, podemos decir que España no tiene articulada un política exterior y que esta depende, en gran parte, de lo que decida la Unión Europea (casi es lo mismo que decir que estamos subordinados a la política exterior de Francia y Alemania).

No parece que esta situación vaya a cambiar, la remarcada idea de progresismo resulta cada vez más de imponer que de conciliar, la postura que anuncia la oposición resulta también más numantina que colaborativa. No hay que esperar gran cosa.

De esta falta de acuerdo deriva la situación política, en primer lugar un cambio de gobierno viene a significar ruptura en vez de continuidad, esta falta de continuidad y una marcada falta de la gestión de los cambios provocan que haya descoordinación y que mucho de los que se ha hecho se tenga que deshacer sin beneficiarse en absoluto de ello. Podemos decir que la situación política hace de España esa calle levantada en la que siempre están haciendo obras continuamente y por la que es difícil transitar. Ejemplo de este rupturismo es que nos gusta recalcar los cambios, si pasamos de monarquía a república tenemos que cambiar la bandera; como resultado de este capricho de 1931, siempre habrá españoles que no se sientan amparados por esta bandera. Otro ejemplo, como hemos cambiado de gobierno y ahora somos más progresistas lo que era “marca España” ahora es “España global” con los mismos cometidos y funciones, pero dejando patente que hay un cambio y manda otro. Esto es a un nivel alto, pero a niveles medios siempre hay una purga de cargos, independientemente de su capacidad, en la que se pondrán cargos afines… que, por otra parte, su primer objetivo será marcar su impronta.

Tampoco parece que este problema tenga otra solución que sea la de que un partido o coalición obtenga la mayoría absoluta en legislaturas consecutivas, es la única manera de que se estructuren planes y políticas a largo plazo y asegurar continuidad en su cumplimiento.

Con respecto a la inestabilidad política, pues se ha demostrado que al final a pocos le quita el sueño y se puede vivir con ella. El problema de esta inestabilidad es la incertidumbre que genera, qué cambios va a haber y cómo nos pueden afectar. Aunque parezca de índole económico, paraliza nuestras vidas: Se dice que se va a promulgar una ley de alquileres ¿Esperamos a alquilar una casa o ahorramos para comprar una?¿Qué va a pasar con nuestros ahorros si los tenemos depositados en un banco determinado?¿Hay que cambiar de banco?¿A que colegio van a poder ir mis hijos?¿Va a ser necesario cambiarles de colegio?¿¿Voy a pagar más para que sigan yendo al mismo? En fin, es una incertidumbre que no será permanente, pero que tampoco implica que las cosas vayan a mejor o peor.

Pero si podemos decir que este problema es transitorio, aunque es posible que genere otros problemas que son impredecibles. El caso es que alguien tiene que pagar las promesas de unos y los cambios que implican, no sé si hay tanto crédito.



25 noviembre 2019

LA CORRUPCIÓN Y EL FRAUDE

Panorama VI


La corrupción y el fraude es el cuarto problema de España, según los españoles, en realidad estamos haciendo de dos problemas uno, lo cual hace suponer que fraude y corrupción están relacionados, pero no se ha establecido la relación entre uno y otro, al menos nadie se ha molestado en explicarlo. Entiendo que hay una relación entre soborno y corrupción, el que se deja sobornar es corrupto; entre fraude y robo, el que defrauda puede ser un ladrón. Pero  no tengo muy claro que la corrupción sea fraudulenta, aunque si pueda defraudar. Tampoco tengo claro que el que defraude sea un corrupto. La relación entre ambos es que el sistema de control de cuentas deja algo que desear. También es una cuestión de semántica, los políticos no dejan de defraudar a los españoles, aunque no siempre malgasten su dinero si logran echar por tierra sus ilusiones.

También hay que plantearse si España es territorio abonado para la corrupción y el fraude. Intentaré explicarme: hay que preguntarse hasta qué punto los españoles son solución a este problema. O es que pensamos que la solución tiene que venir de manos de los políticos. Por poner un ejemplo: Oficialmente se ha instado a ciudadanos a denunciar locales que no rotulen en catalán, se pide la colaboración ciudadana para poder detener a un delincuente, pero no se invita a informar sobre quien defrauda o está sobornando. Imaginemos que descubrimos que hay un fallo en la declaración de hacienda por el cual se nos paga una cantidad determinada ¿qué haremos? Informar a Hacienda de su error o llamar a familiares y amigos para que ellos tengan la oportunidad de obtener la misma cantidad. La respuesta sobre cuál cree que será el comportamiento del español medio indica lo abonada que está España para la corrupción y el fraude.

Y es que la corrupción está más extendida de lo que pensamos. En mayor o menor medida gran parte de la población se ha llevado algo de su empresa, o se ha ido sin pagar o ha aceptado una factura sin IVA. Si nuestros diputados cobran de más en las dietas, ¿qué no harán los que no lo son? Otro indicativo de la disposición a corromperse o defraudar está marcada por todos aquellos que están dispuestos a cobrar mucho por no hacer nada (es lo que hace un testaferro). ¿Cuántos conocemos que trabajan en negro? ¿Cuántos participan de la economía sumergida? ¿Cuántos disfrutan de subvenciones que no necesitan? Nos gusta pensar que los políticos son los protagonistas de la corrupción y el fraude, pero solo son la punta del iceberg.

La otra verdad es que los mecanismos de control de cuentas también favorecen la corrupción y el fraude. Es difícil explicar por qué el marco de un cuadro ofertado en 3 euros en un centro comercial pase a costar 20 euros cuando lo compra un organismo oficial. En este caso la lógica no funciona, no se entiende que una bombilla para una oficina del Estado resulte mucho más cara que una bombilla para el salón de un domicilio. No entraré en los plazos de reparación, también gana el domicilio.

Podríamos llegar a la conclusión, entonces, de que España es un terreno abonado para la corrupción y el fraude, pero también podemos consolarnos con que puede estar extendido en otros países en mayor o menor medida. No sabemos las mordidas que se pagan en otros lares, es más, hay naciones en que la corrupción es un sobresueldo, y así se admite. Por todo ello podríamos decir que a la corrupción y al fraude no tiene que ponerle freno tanto el Estado como los ciudadanos. Si consideramos que denunciar a un maltratador es un deber cívico, si hay quien considera patriotismo denunciar el uso del castellano, deberemos de dejar de considerar la denuncia del fraude y de la corrupción una delación o un chivatazo, después de todo los beneficiados seremos nosotros.

Y después de todo lo dicho, si la solución al problema somos los ciudadanos, ¿por dónde deberíamos empezar? En mi opinión por la educación. Erradicarlos de nuestra cultura, si no díganme en las películas y series si no se contempla con cierta benevolencia al pícaro que defrauda.

16 noviembre 2019

LOS PROBLEMAS ECONÓMICOS

Panorama V

Cuando un español define su tercera preocupación como “los problemas de índole económico” está siendo deliberadamente ambiguo. No creo que le quite el sueño la calificación de la agencia Moody’s, si el PIB crece mucho o poco el último trimestre o si han aumentado o disminuido las importaciones. Es posible que preste un poco más de atención al IPC, por cómo puede influir en el alquiler, o al precio del dinero por cómo influye en su hipoteca. En realidad, creo que problemas de índole económico es un eufemismo de problemas para llegar a fin de mes.

Generalmente, excepto en muy contados casos, los ingresos no están a la altura de nuestros deseos. Peor es aquel en que los ingresos de no llegan para satisfacer las necesidades. Tenemos que tener en cuenta que para satisfacer una necesidad hay que renunciar a otra cosa que puede ser menos necesaria o de peor calidad.

Hay necesidades que nos hemos creado y a las que no es fácil renunciar, me viene a la cabeza el fenómeno del teléfono móvil y de aquellos que gastan lo que haga falta en mantenerse en la última generación. Pienso en los emigrantes que se suben en la patera sin dinero, huyendo de la pobreza… pero con móvil. No sé lo puntual o no de estos casos y reconozco que generalizar es caer en la falsedad, pero hay que admitir que lo descrito sucede.

La realidad es tozuda y las personas no son iguales unas a otras, por esta razón habrá necesidades diferentes, gastamos de diferente manera  y, por mucho que se empeñe un gobierno, siempre habrá desigualdad en forma de ricos y pobres, y todos llegaremos a fin de mes dejando algo que nos habría gustado comprar. No queda más remedio que la resignación y, con ella, la queja. Ya lo dice la canción: “Todos queremos más”.

El problema de llegar a fin de mes deriva de dos circunstancias. La primera depende de lo manirrotos que seamos, si nos metemos en más gastos de los que podamos hacer frente o si somos poco previsores y cantos de sirena nos hacen vivir el cuento de la lechera, sobre esta circunstancia tenemos control y no hay otra responsable que no seamos nosotros. La segunda se origina cuando hay un cambio repentino – hay recortes en el sueldo, una enfermedad que requiere atender a unos gastos – y ya no tenemos control, implica unos ajustes en el mejor de los casos, sacrificios en el peor. Pero nadie puede evitarlo.

Por tanto, este problema viene desde hace tiempo y persistirá, la solución del mismo depende más de que las personas sean capaces de equilibrar sus ingresos con sus necesidades y que el estado o la sociedad sean capaces de satisfacer las necesidades más básicas de aquellos que no tienen suficientes ingresos, de mitigar las consecuencias de la segunda circunstancia. Aunque con ello entraríamos en un nuevo debate sobre qué consideraríamos ingresos suficientes, que no se corresponden con las personas, sino con el trabajo que realizan.

Para ello debemos tener en cuenta algo de lo que siempre nos damos cuenta tarde: no existe la vida regalada, todo requiere un esfuerzo que vamos a tener que hacer antes o después. Sacrificar la comodidad en beneficio de la formación nos dirige a un buen trabajo y un sueldo aceptable. Sacrificar la formación siempre nos va a limitar nuestro acceso al mundo laboral y, por ello, nuestros ingresos. Desgraciadamente hay lecciones que se aprenden tarde y nadie escarmienta en cabeza ajena.

14 noviembre 2019

LOS POLÍTICOS

Panomara IV


Los políticos es una forma de referirse a “los/as políticos/as en general, los partidos y la política”, el segundo problema en la percepción de los españoles, es un concepto ambiguo, resultaría harto difícil describir los problemas que nos originan los políticos y en qué nos afectan, posiblemente la consideración que tienen  deriven de que no son  solución.

Los políticos han hecho de la política su medio de vid.  El político es una persona, ya sea abogado,  economista, profesor o cualquier otro profesional, que al no prosperar; decide armarse de ideales y principios y dedicarse a la política. Es una forma de vivir de los presupuestos sin ser funcionario y de tener un sueldo sin más mérito que estar en una lista a la que han votado. Es un oficio en el que se trata de alcanzar el poder defendiendo unos principios e  ideales que serán traicionados y haciendo unas promesas que serán olvidadas.

El político es un charlatán que siempre está ofreciendo gangas y siempre nos está haciendo favores que no se le han solicitado. Cuando se juntan los políticos envenenan  la sociedad, siembra la discordia y se atribuyen un papel tutelar sobre los ciudadanos que ahoga su opinión. Los políticos hacen de la opinión un catálogo de opciones, y en ello acaba radicando nuestra libertad de elección. El sistema, nuestra democracia, garantiza que nuestra voz pueda ser oída, pero los políticos no la escuchan o hacen una interpretación interesada de la misma.
Los políticos tienden a olvidar que representan una opción apoyada por muchos ciudadanos en forma de voto, interpretan que los votos son el apoyo a su persona y que están al servicio de la opción que representan ser. También olvidan el apoyo obtenido por otras opciones y al final se trata más de gobernar que de gestionar.

En España los políticos siguen siendo de izquierda y derecha, y todos los asuntos se contemplan desde esta perspectiva decimonónica, son tan irreconciliables en el siglo XIX como en el siglo XXI. Su caínismo ha motivado que desde 1978 vayan desgastándose una y otra en beneficio de nacionalismos que, no podía ser de otra manera, también son de izquierdas y derechas pero capaces de unirse en su paisanismo. Los políticos y, por tanto, la política son incapaces de aceptar otra solución que no sea la suya o de admitir los aciertos de sus oponentes. Como consecuencia los políticos solo son capaces de aportar una solución (la suya) a su problemas pero no pueden dar la solución a los problemas de todos.

Asistimos también al nacimiento de los populismos, también de izquierda y derecha, y es que en la sociedad también existe el principio de acción y reacción. Ello hace que la política (los políticos) sea un peligro si no es una solución. Recuerden que la guerra es la política por otros medios.

13 noviembre 2019

EL PARO


Panorama III


Los españoles perciben el paro como el problema más grave de España, además con diferencia sobre todos los demás.  De hecho, el primer punto  del acuerdo de pregobierno firmado entre el PSOE y Unidas Podemos se dedica al trabajo y reza así: ”Consolidar el crecimiento y la creación de empleo. Combatir la precariedad del mercado laboral y garantizar trabajo digno, estable y de calidad”. No anuncia medidas, por lo que no podremos ver si hay eficacia para combatir este problema.

Pero no hay que olvidar algunas obviedades. Actualmente los generadores de empleo son las empresas (grandes, medianas y pequeñas) y los propietarios de esas empresas y algunos negocios. La razón de ser de empresas y negocios, según la teoría económica, es ganar dinero, su objetivo y necesidad son los beneficios, esto nos lleva a pensar que las empresas sólo generarán trabajo para obtener beneficios. La estructura de nuestra economía, en la que el sector servicios tiene una gran peso, y dentro de este sector el turismo, implica una temporalidad que aumenta la del sector agrario (temporalidad de las campañas de recogida de ciertas cosechas) e industrial (la cartera de pedidos influye en la contratación). Esta temporalidad, como dijimos, es estructural y difícil de regular. Por otra parte si la regulación consiste en imposiciones y limitaciones (por ejemplo condicionarla exportación de armamento o supeditar ciertas producciones a las necesidades del medio ambiente) provocarán que el mercado laboral sea más precario.

Independientemente de todo ello hay que plantearse que España ha llegado a soportar un índice de paro de casi el 25%, casi una cuarta parte de los españoles que podían trabajar estaban parados, sin que haya habido una convulsión social. Ello nos debe obligar a pensar que hay un mercado laboral en negro, en que contratantes y contratados huyen de pagar los extras que impone la ley (seguridad social e impuestos). La erradicación de este trabajo sumergido debería estar incluido en el propósito de consolidar el crecimiento y la creación del empleo, pero implicaría un coste político. Nos guste o no, es también otra forma de corrupción más popular.

Pero a la estructura de nuestra economía hay que añadir nuestra estructura social. Nuestra sociedad es cada vez más urbana  y sedentaria. No es solo que una ciudad tenga limitaciones laborales (por ejemplo un empleo para un ingeniero naval estará muy limitado en una ciudad de interior), es que también hay poca disposición para abandonar una ciudad e ir a otra a trabajar, y en ocasiones el traslado y la nueva vida es algo oneroso. Lo hemos hecho así y, por duro que resulte decirlo, exigimos trabajar en lo que queremos y donde queremos, ello no siempre es posible.

Hay un tercer factor coyuntural que es la conflictividad entre los contratantes y contratados, los primeros podrán quejarse siempre de la poca eficacia de los trabajadores a la vez que los segundos siempre estarán descontentos con las condiciones de su empleo. Lo primero hace preferir que los empresarios trabajen con máquinas (que solo se rompen) mientras que los trabajadores recelan de cualquier cambio. No hay confianza entre unos y otros.

Todo lo anteriormente expuesto nos obliga  a plantear si nuestro sistema laboral es lo que se llamaría un juego de suma cero. Hay una actividad determinada que es el motor laboral (en su momento fue la construcción) todo lo que afecte a esta actividad afectará al mercado laboral, esto significa que las actividades están relacionadas y que el sistema es capaz de mantener un número determinado de trabajadores que no aumentará si no aumentan las actividades. Por todo ello podemos deducir que limitar alguna actividad cercenará el mercado de trabajo si no se ofrece una alternativa capaz de relacionarse con más actividades. Intentaré poner un ejemplo: irse a pasear al campo en un medio de transporte público puede resultar muy respetuoso con el medio ambiente pero no va a mejorar el mercado laboral, el empleado de la gasolinera no nos va llenar el depósito del coche y el obrero de la fábrica de coches no tendrá necesidad de fabricar coches.

Se trata, en consecuencia, de hacer que el sistema laboral sea un juego colaborativo en el que haya una interelación de actividades que permitan crear empleos estables y que facilite, bien la movilidad dentro de la geografía española, o bien de aumentar el abanico de trabajo en una localidad.

12 noviembre 2019

LOS PROBLEMAS DE ESPAÑA.


Panorama II

Es difícil abordar la descripción de los problemas de España, sobre todo porque responde a la percepción de cada uno y, sobre todo, de cómo afecta cada uno a una persona. También depende de la concepción que cada uno tenga de España. Pero partamos de la base de que España no puede considerarse sin tener en cuenta a los españoles y de que España es también algo más que la mera suma de los españoles.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), en su avance de resultados del Macrobarómetro de octubre de 2019 (pregunta 6, página 10) nos dice que los problemas que perciben los españoles se resumen en la siguiente tabla:

El paro
56,9
Los/as políticos/as en general, los partidos y la política
37,8
Los problemas de índole económica
29,1
La corrupción y el fraude
21,2
La falta de acuerdos. Situación política. Inestabilidad política
15,7
La sanidad
13,0
Los problemas relacionados con la calidad del empleo
11,1
La inmigración
10,7
La educación
10,5
Las pensiones
9,9
Los problemas de índole social
8,4
Independencia de Cataluña
8,1
La violencia contra la mujer
6,2
La inseguridad ciudadana
5,3
El Gobierno y partidos o políticos/as concretos/as
5,2
Otras respuestas
4,2
La vivienda
3,2
Los problemas medioambientales
2,3
La Administración de Justicia
1,3
La crisis de valores
1,0
Los problemas relacionados con la juventud
0,8
Estatutos de autonomía
0,6
Problemas relacionados con autónomos/as
0,3
Los nacionalismos
0,3
El funcionamiento de los servicios públicos
0,3
Los problemas relacionados con la mujer
0,3
Falta de inversión en industrias e I+D
0,2
Los problemas de la agricultura, ganadería y pesca
0,2
La subida del IVA
0,2
Las infraestructuras
0,2
La Monarquía
0,2
Las drogas
0,1
El racismo
0,1
Las preocupaciones y situaciones personales
0,1
Los bancos
0,1
El terrorismo internacional
0,1
Los desahucios
0,1
Emigración
0,0
Las guerras en general
0,0
Subida de tarifas energéticas
0,0
"Los recortes"
0,0
Las negociaciones con ETA
0,0
Reforma Laboral
0,0
El fraude fiscal
0,0
El terrorismo, ETA
0,0

A pesar de que la fiabilidad de la encuesta puede estar en entredicho, ya sabemos los augurios que daba el CIS para las elecciones, nos debe servir para orientarnos y hacernos una idea de nuestra realidad. Y la realidad consiste en la divergencia de percepciones.

Si atendemos a las noticias que dan los medios de comunicación el paro merece atención una vez al mes con la mención de los datos del paro, la encuesta de población activa y opinión sobre los mismos de diferentes personalidades; no parece que se haya una gestión de gobierno decidida para que disminuya el número de parados, y los partidos cubren el expediente anunciando que disminuirá este número (nunca lo suficiente) y que aumentará la calidad del empleo (nunca lo suficiente tampoco). El caso es que el primer problema percibido por los españoles, que constituyen el ámbito social, está muy lejos de ser tratado como tal en el ámbito gubernativo (la solución tiene que venir de iniciativas de otros agentes); político (los partidos tienen suficiente con que haya una paga para los parados); o mediático (el paro es una noticia mensual).

El paro sólo es un ejemplo de las divergencias. Puede que el paro no desgarre a España, pero si enferma a su sociedad, el mundo informativo solo lo considerará importante cuando esta enfermedad sea incurable o erradicada. Para los políticos el paro es el clavo ardiente al que se pueden agarrar para criticar la acción del Gobierno , mientras para el Gobierno es un problema que se soluciona tomando unas medidas que, se suponen, van a mejorar las posibilidades de acceder al trabajo.

Podemos comprobar en la tabla que hay problemas que a juzgar por la resonancia que tienen en los medios de comunicación y en las declaraciones de muchos políticos (los desahucios, el coste de la luz, los bancos, los problemas relacionados con la mujer) apenas encuentran reflejo en la percepción social. No hay una equivalencia entre la percepción que tiene la sociedad del problema de “la violencia  contra la mujer” en el puesto 13, con el trato que se le da a este problema en los medios de comunicación (al que prácticamente dedica una sección en los diarios en sus diferentes formatos). Un ejemplo más sangrante de la gran divergencia de percepción de problemas por la sociedad  y actuaciones políticas es que el problema  de “La falta de acuerdos. Situación política. Inestabilidad política”, puesto quinto, persiste; pero el problema “Inhumar a Franco del Valle de los Caídos”, que no está en la lista, ya está solucionado.  

Como resultado, podemos decir que hay diferentes percepciones, diferentes impotencias, o que los considerados problemas son tomados “a la carta” por el Gobierno de turno o filtrados por los políticos que les darán una valoración diferente, incluso puede que se inventen nuevos problemas. En cuanto a los medios de comunicación la importancia yace más en la noticia que en el problema. También puede ocurrir que el CIS no tenga credibilidad, en cuyo caso sería una nueva preocupación.

No obstante, puestos a poner ejemplos, el CIS es el paradigma de la institución que pierde su reputación gracias al liderazgo.