13 noviembre 2019

EL PARO


Panorama III


Los españoles perciben el paro como el problema más grave de España, además con diferencia sobre todos los demás.  De hecho, el primer punto  del acuerdo de pregobierno firmado entre el PSOE y Unidas Podemos se dedica al trabajo y reza así: ”Consolidar el crecimiento y la creación de empleo. Combatir la precariedad del mercado laboral y garantizar trabajo digno, estable y de calidad”. No anuncia medidas, por lo que no podremos ver si hay eficacia para combatir este problema.

Pero no hay que olvidar algunas obviedades. Actualmente los generadores de empleo son las empresas (grandes, medianas y pequeñas) y los propietarios de esas empresas y algunos negocios. La razón de ser de empresas y negocios, según la teoría económica, es ganar dinero, su objetivo y necesidad son los beneficios, esto nos lleva a pensar que las empresas sólo generarán trabajo para obtener beneficios. La estructura de nuestra economía, en la que el sector servicios tiene una gran peso, y dentro de este sector el turismo, implica una temporalidad que aumenta la del sector agrario (temporalidad de las campañas de recogida de ciertas cosechas) e industrial (la cartera de pedidos influye en la contratación). Esta temporalidad, como dijimos, es estructural y difícil de regular. Por otra parte si la regulación consiste en imposiciones y limitaciones (por ejemplo condicionarla exportación de armamento o supeditar ciertas producciones a las necesidades del medio ambiente) provocarán que el mercado laboral sea más precario.

Independientemente de todo ello hay que plantearse que España ha llegado a soportar un índice de paro de casi el 25%, casi una cuarta parte de los españoles que podían trabajar estaban parados, sin que haya habido una convulsión social. Ello nos debe obligar a pensar que hay un mercado laboral en negro, en que contratantes y contratados huyen de pagar los extras que impone la ley (seguridad social e impuestos). La erradicación de este trabajo sumergido debería estar incluido en el propósito de consolidar el crecimiento y la creación del empleo, pero implicaría un coste político. Nos guste o no, es también otra forma de corrupción más popular.

Pero a la estructura de nuestra economía hay que añadir nuestra estructura social. Nuestra sociedad es cada vez más urbana  y sedentaria. No es solo que una ciudad tenga limitaciones laborales (por ejemplo un empleo para un ingeniero naval estará muy limitado en una ciudad de interior), es que también hay poca disposición para abandonar una ciudad e ir a otra a trabajar, y en ocasiones el traslado y la nueva vida es algo oneroso. Lo hemos hecho así y, por duro que resulte decirlo, exigimos trabajar en lo que queremos y donde queremos, ello no siempre es posible.

Hay un tercer factor coyuntural que es la conflictividad entre los contratantes y contratados, los primeros podrán quejarse siempre de la poca eficacia de los trabajadores a la vez que los segundos siempre estarán descontentos con las condiciones de su empleo. Lo primero hace preferir que los empresarios trabajen con máquinas (que solo se rompen) mientras que los trabajadores recelan de cualquier cambio. No hay confianza entre unos y otros.

Todo lo anteriormente expuesto nos obliga  a plantear si nuestro sistema laboral es lo que se llamaría un juego de suma cero. Hay una actividad determinada que es el motor laboral (en su momento fue la construcción) todo lo que afecte a esta actividad afectará al mercado laboral, esto significa que las actividades están relacionadas y que el sistema es capaz de mantener un número determinado de trabajadores que no aumentará si no aumentan las actividades. Por todo ello podemos deducir que limitar alguna actividad cercenará el mercado de trabajo si no se ofrece una alternativa capaz de relacionarse con más actividades. Intentaré poner un ejemplo: irse a pasear al campo en un medio de transporte público puede resultar muy respetuoso con el medio ambiente pero no va a mejorar el mercado laboral, el empleado de la gasolinera no nos va llenar el depósito del coche y el obrero de la fábrica de coches no tendrá necesidad de fabricar coches.

Se trata, en consecuencia, de hacer que el sistema laboral sea un juego colaborativo en el que haya una interelación de actividades que permitan crear empleos estables y que facilite, bien la movilidad dentro de la geografía española, o bien de aumentar el abanico de trabajo en una localidad.

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