20 noviembre 2018

EN DEFENSA DE LAS INSTITUCIONES


Hoy en la Tribuna de elmundo.es se publica un artículo titulado "Donald Trump no es culpable", lo firma Andrés Betancor y no nos habla del presidente de los Estados Unidos, sino de la decadencia de las democracias, más que víctimas de los populismos, consecuencia del ocaso y desprestigio de sus instituciones. En mi opinión, el artículo no tiene desperdicio y vale la pena leerlo más de una vez.

También debo admitir que me gusta porque me hace reafirmar mi convicción en la supremacía de las instituciones frente a los líderes, de que la integridad y eficacia de una institución es más importante que se liderazgo. Siempre he puesto como ejemplo que si Roma pudo sobrevivir a emperadores como Calígula, Claudio y Nerón (además, los tres seguidos) fue gracias a sus instituciones y no a sus gobernantes (líderes). También podemos constatar que en España las instituciones más valoradas (Monarquía, Cuerpos de Seguridad y Fuerzas Armadas) son, precisamente, las que tienen a los políticos (los líderes) más lejos de ellas. No significa esto que en las instituciones deba haber ausencia de líderes, sino que sus dirigentes estén orgullosos de pertenecer o ser parte de la institución que dirigen, la respetan y, en la medida de los posible, la cuidan. Su principal preocupación es que la institución haga lo que debe hacer y esté preparada para ello.

Las instituciones, efectivamente, no sólo dan el carácter a una nación, es que también constituyen los cimientos de un estado. Es por esta razón por la que la principal labor de un líder no es la de ser dirigente de masas sino la de fortalecer las instituciones, hacer que la población confíe en ellas tanto o más que en él. Tanto mejor, así cada uno, preocupándose de lo suyo, podrá hacer mejor su labor.

Por eso la clave de la decadencia de la democracia es que las instituciones se conviertan en blanco de unos y otros, cuando su control es el objetivo y cuando su función es hacer política, o apoyar una política, en vez de hacer lo que se supone que debe hacer. Empeora la situación cuando la institución es objetivo o instrumento de una persona, cuando se la utiliza para mantenerse en el poder o acceder al mismo, entonces la institución deja de tener credibilidad y deja de ser un asiento de la democracia para empezar a ser un instrumento, un elemento del culto a la personalidad.

Ahora juzguen a las instituciones de la democracia española, reflexiones si la política se está metiendo en las instituciones, juzguen si nuestras instituciones son utilizadas como herramientas para alzanzar un fin político o, peor aún, herramientas de nuestros políticos. Piensen, también, en quien ataca a las instituciones y porqué, hasta qué punto su ataque es político o va en contra de su eficacia.

Al final va a ser verdad, los políticos matan a las democracias.

07 noviembre 2018

A LO HECHO, PECHO.

El Gran Wyoming y Dani Mateo en 'El Intermedio'.
Imagen tomada de elpais.com

Hoy elpais.com publica una columna de opinión, escrita por Manuel Jubois, que se titula "Instrucciones para hacer reir". En este artículo, a partir de la humorada de Dani Mateo, se compara la reacción que ha habido contra la misma con la reacción que hubo en el mundo árabe contra las caricaturas de Mahoma; al final se llega a la conclusión de que "si en España se deja de llamar cuatro ojos a la gente que enseña la navaja, no es porque haya cómicos cobardes, sino porque hay cuatro ojos dispuestos a todo".

Me parece un magnífico ejemplo de la doblez con que algunos opinan. Ya desde el principio, su título,"Instrucciones.." como si fuesen necesarias, aunque con sarcasmo, en una sociedad en que a las normas escritas se le suman las reglas no escritas de lo políticamente correcta.

No hay que olvidar que hubo detractores, con miedo, que defendieron que las caricaturas de Mahoma no se publicaran. También creo que no hay comparación entre las reacciones que suscitaron las caricaturas y la sonada de mocos.

Aunque la Constitución garantiza el derecho a la libertad de expresión, también reconoce el derecho a la dignidad y a ser respetado. Esto está escrito, no está escrito que los derechos deban ser exigidos con educación y respeto. Por esta razón uno se puede encontrar con que si cuenta chistes de mujeres resulte ser un machista; si el chiste es de negros sea un racista; y si es uno de esos chistes que empieza por "están un español, un inglés y un francés...." va a ser un xenófobo. Ahora la moda es que un republicano cuente chistes del rey; un animalista haga mofa de la muerte de un torero; un actor se cague en Dios y los católicos; o un humorista se suene los mocos en la bandera de España... y nadie se tiene que ofender. Lo dicho: doble moral. Por supuesto lo anterior es de doble sentido, admite viceversas y variaciones.

El derecho a la libertad de expresión hace que en España, gracias a su Constitución, resulte muy fácil ser valiente, transgresor o desvergonzado con sus instituciones y símbolos. Pero no se es consciente de ser responsable de lo que se dice. Esto implica la libertad de ejercer, dentro de la legalidad, el derecho de réplica, en la forma que una persona considere correcta. Es decir, si Dani Mateo se suena los mocos en una bandera, puede hacer reír a unos e indignar a otros. Estos últimos pueden decidir no comprar los productos que se publicitan, no ver el programa, no sintonizar la cadena de televisión, o no ir al bar del humorista. Todo acción, tiene reacción, lo que uno hace tiene sus consecuencias. Y después... a lo hecho, pecho.

Esto no es ser violento, ahora va a resultar que a los que nos parece una grosería sonarse los mocos con una bandera (cualquiera que sea) vamos a ser violentos, como si no hubiera mujeres violentas, homosexuales violentos o extranjeros violentos,. Como tampoco es exclusivo de uno de estos grupos amenazar con una navaja. Y, repito,si cada uno puede expresarse como quiere, cada otro puede replicar como le parezca.

A este respecto, no es que los padres de la patria nos estén dando un buen ejemplo en el Congreso o en el Senado. En realidad se comportan con una falta de respeto y mala educación que uno pensaría que se creen estar en un nivel superior que el de los demás. En realidad no se aplican para sí, lo que exigen de otros.


04 noviembre 2018

EL PRESIDENTE NAUFRAGO

Foto: El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez. (EFE)

Pues hoy los periódicos se despachan con Don Pedro Sánchez. En elpais.com podemos leer un artículo que escribe Don Manuel Labois y se titula “Pedro Sánchez nunca estuvo ahí”, en él se nos cuenta los sucesivos cambios de opinión del señor presidente desde su ofuscado y cabezota “no es no” hasta el presente, señalando que parece que hay grandes diferencias entre el aspirante Sánchez, el opositor Sánchez y el presidente Sánchez.

Elmundo.es publica otros dos artículos. Uno se titula “Lafelonía de Sánchez”, lo escribe Don Francisco Rosell, y hace un repaso de lo que el autor considera sucesivas claudicaciones. Aparte, en el mismo diario, Don Javier Redondo firma el artículo titulado “Sánchez según Lenin” en el que, recordando a la revolución rusa, le da el papel de Lenin a Pablo Iglesias Turrión y a Don Pedro Sánchez el de Kerensky (creo yo, ya que no se menciona este nombre, pero si el término “socialchovinista”).

En todo caso los tres artículos presentan a un presidente del gobierno, más que limitado por las ataduras de sus aliados en la moción de censura, gobernado por ellos, mal acompañado, mal asesorado y mal defendido. Y creo que es cierto, Pedro Sánchez se encuentra de espaldas a la Constitución, a España y a la Monarquía, no tanto por convencimiento sino porque sus aliados en la moción le están empujando a ello. Y sus aliados no le ayudan.

Los independentistas han demostrado no querer más diálogo que el de cómo alcanzar sus objetivos. El presidente, con la misma obstinación del “no es no” ha hecho todo lo posible por mantener la relación con ellos con la esperanza de un diálogo. Para eso ha hecho cambiar a la abogacía del estado la acusación de un delito de rebelión por el de uno de sedición. Como resultado le han dado un portazo, ridículo para él y humillación para los españoles.

Su segundo aliado, el populista Podemos, se ha apresurado a atribuirse el papel de cogobernante y Pedro Sánchez le ha dejado asumir este papel. Los representantes de Podemos no han tardado mucho tiempo en arrogarse el mérito de la subida del sueldo mínimo, un tantra que repiten siempre que pueden y con el que justifican todas las acciones que han emprendido. Como que Pablo Iglesias hable con Junqueras y Puigdemont y luego se permita recomendar al presidente hacer gestos, y éste los ha tenido. Todo ello hace preguntarse quién gobierna en España. O mejor dicho, qué es lo que gobierna Pedro Sánchez. A día de hoy, creo que sólo gobierna para exhumar el cadáver de Franco. En el resto de los asuntos la pauta se la marcan sus aliados.

Pero no son estos sus únicos problemas. El gobierno que preside ha dado en muchas ocasiones muestras evidentes de descoordinación (el que una ministra desmienta un impuesto diciendo que es un globo sonda del presidente es una metedura de pata de libro). Algunos de los miembros del ministerio tienen una catadura moral que su presidente ha puesto en duda cuando la tenían ministros de otro gobierno. Y, el peor de todos, una vicepresidenta que le siega los pies y que, con cada intervención, hace que crezcan los enanos del circo presidencial. Su equipo para gobernar resulta ser un problema tan grande como el de sus aliados.

En fin, creo que es uno de esos momentos en que un presidente debería reflexionar sobre el papel que está jugando. ¿Se puede hacer respetar la Constitución, y a las instituciones del estado, cuando todos sus aliados están en contra de ellas? ¿Se puede dialogar con los que no dialogan? ¿Se puede gobernar con los que mangonean? ¿Se puede ser capaz rodeado de incapaces?