16 septiembre 2018

LOS CURRICULUM.

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No he leído, ni pienso leer, la tesis del Señor Pedro Sánchez. La verdad es que  tampoco me ha preocupado el Currículum Vitae (CV) de ninguno de nuestros diputados o senadores, en el caso del actual presidente del gobierno no hay relación entre ser economista y político, Se puede ser un gran economista y un pésimo político a la vez. En mi opinión en España la política es el recurso de los mediocres, un abogado discreto puede medrar en el congreso o en el senado cumpliendo el sueño de cobrar mucho y no hacer nada, su trabajo consiste simplemente en decir si, no o abstenerse, y algunas veces se equivocan. Pero esta opinión está lejos de ser una ley universal, hay que admitir que hay excepciones.

Pero lo que sí es aplicable a todos los casos es que la eficacia se demuestra con la gestión que se hace en el presente y no con los méritos acumulados en el pasado. Estos méritos que se suelen exponer en los CV, y más en el caso de la política, no son garantía de buena gestión ni de decisiones acertadas.

Ahora se ha puesto de moda la revisión de los currículum, estamos yendo a la busca de plagios y de obtener justificaciones de carreras y másters. En fin, que estamos, cuanto menos, poniendo en duda la autenticidad y validez de los títulos que tienen, o dicen tener, nuestros representantes. Y encima nos quieren hacer creer que la solución es la dimisión. A la corrupción le vamos a sustituir por la titulitis.  ¿A dónde va a derivar todo esto? Es imprevisible, quizás lleguemos al hecho de que el titular de educación tenga que demostrar que no copió cuando era un párvulo.

Me imagino que ya saben que los políticos en general, y Don Pedro Sánchez en particular, no son tanto de mi devoción. Pero en el caso de su tesis, me remito a lo que he leído y oído en los medios de comunicación (ya he dicho que ni la he leído, ni la pienso leer) me da la impresión de que es un trabajo discreto, con muchos fallos a referencias (de ahí que se piense en plagio) y faltas de forma. Un trabajo que podría estar más cerca del deficiente que del sobresaliente. Pero don Pedro es responsable de su trabajo, no se la calificación del mismo. En este caso no hay que pedirle explicaciones al profesorado y no al alumno.

Creo, que ante esta avalancha de títulos supuestamente falsos nos estamos equivocando al pedir dimisiones. Los alumnos han hecho lo que siempre han procurado hacer: obtener el título con el mínimo esfuerzo. Es el profesorado el que ha faltado a su responsabilidad, es la universidad la que ha modificado las notas, la que ha convalidado cursos presenciales sin asistencia de unos alumnos, la que ha aprobado las tesis, existentes o inexistentes, y la que ha otorgado los diplomas que son, en definitiva, una certificación.

De esta batalla, la principal perjudicada es la Universidad Rey Juan Carlos, la calidad de su enseñanza está en duda y, hoy por hoy, ningún licenciado de esta universidad podrá sentirse orgulloso de su título. La adquisición de prestigio requiere mucho tiempo y trabajo de calidad. El primer paso para que la universidad recupere su prestigio es la sustitución del rectorado. Pero entre todas las dimisiones que se han solicitado no se ha pedido la dimisión de éste rectorado. Como era de esperar en España, vamos contra los líderes, pero no nos preocupan las instituciones. Preferimos eliminar a la persona  antes que depurar a la institución.

Todo esto nos deja en evidencia, nos olvidamos de lo realmente importante. Es noticia la tesis de Sánchez, el Currículum de Rivera y la carrera de Casado, pero lo realmente importante resulta secundario, el paro se reduce a la mención de una cifra positiva o negativa a principios de mes, la situación en Cataluña se sigue enquistando sin que se haga nada en contra y ya hay indicadores de que la recuperación económica está empeorando, tampoco se están tomando medidas, todo esto implica deterioro. Pero la tesis de un señor, los títulos de otros o desenterrar un muerto son las noticias más importantes… ¿ya saben eso de que de aquellos barros, estos lodos?


05 septiembre 2018

¿CUESTIÓN DE DIGNIDAD?


Trabajos para rehabilitar la estatua La Piedad, del Valle de los Caídos. en 2010
Imagen copiada de https://www.eldiario.es/sociedad/verdades-desconocidas-Valle-Caidos_0_631687105.html

Me dice Don Pedro Sánchez que desenterrar a un muerto va a devolver la dignidad a la democracia española. Ojala fuese así y exhumando a Franco se borrasen las manchas acumuladas por nuestro estado a lo largo de los últimos cuarenta años.

Me refiero a muchas indignidades cometidas, y muchas de ellas en forma continua, por los gobiernos cuyo jefe del estado no era Francisco Franco. Podemos comenzar por la traición cometida contra el pueblo saharaui, podemos seguir por la corrupción que se ha ido enquistando en nuestras instituciones o por la traición, en forma de espantada, a nuestros aliados en Irak. Podemos recordar las indignidades y vergüenzas a las que se han sometido nuestros representantes a lo largo de estos últimos cuarenta años, no puedo olvidar a un presidente Zapatero leyendo una hoja en blanco sentado aparte de una reunión de todos los ministros de la OTAN, tampoco puedo olvidar a un bocazas Hugo Chávez voceando mientras el presidente Zapatero daba su discurso, es difícil obviar los pitidos al rey y al himno de España (símbolos de nuestro país) por parte de descerebrados radicales. En todas estas ocasiones me ha dado vergüenza - por lo herida que siento a España en su dignidad - ser español. La omisión y dejadez de las autoridades españolas no hace más que aumentar esta vergüenza.

Pero Don Pedro Sánchez me da a entender que desenterrando a un muerto, prohibiendo reconocer cualquier rasgo positivo del mismo y eliminando su recuerdo vamos a recuperar la dignidad. Al día siguiente de la exhumación España retomará su compromiso con el Sáhara, la corrupción pasará a ser un mal recuerdo y España será un aliado fiable a todos los niveles. Ya puestos podremos considerar que, gracias a desenterrar a alguien que lleva cuarenta y tres años fallecido, tendremos representantes dignos y ciudadanos respetuosos con otros ciudadanos. Pero me temo que, debido a la exhumación, el paro no va a ser menor, ni la deuda se va a reducir, ni siquiera la justicia va a ser más rápida, ni los independentistas más españoles, ni nuestros gobernantes serán más acertados. No va a haber ningún milagro tras la exhumación, probablemente las cosas van a seguir igual. Puede que el ego de algunos les invite a declararse paladines de la libertad, algo que en España resulta muy fácil, y que sus corifeos les jaleen sin más resultado que reafirmarlos en su ego.

Es posible que un día la democracia española madure y asuma que su dignidad no depende de sus muertos ni del su pasado. Sino de los que la dirigen y de su presente, de la conducta de sus ciudadanos y del respeto que se tengan a sí mismos. Si eliminando el recuerdo de Franco se consiguiese algo positivo, no dudo que también sería muy beneficioso eliminar el recuerdo de Fernando VII, de Zapatero, de Jordi Pujol, del Cojo Manteca y otros individuos de la misma calaña, de olvidar a toda la canalla histórica… pero no va a ser posible.

En nuestras calles ya no hay sitio para Pedro Muñoz Seca, autor de la “Venganza de don Mendo” o para el Almirante Cervera, defensor del honor cuando ya no se podía defender otra cosa. Pero si hay sitio para Pepe Rubianes o Miguel Hernández, que no dudo que lo merezcan, demostrando así que en las calles sólo hay sitio para los amigos de ciertos gobernantes.
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En fin, que la dignidad de un estado resulta muy compleja y viene definida por muchos factores, no solo por desenterrar a un cadáver, ya indefenso (ahora si son valientes), de cuarenta y tres años.

Se puede recurrir a miles de justificaciones, siempre discutibles, para exhumar a Franco. Pero irse a centrar justo en la de la dignidad es estúpido, y permítanme decirlo, cuando la esgrime alguien que no ha demostrado hacer valer la dignidad y honor de su nación, ni la de sus oponentes, no resulte creíble.