06 diciembre 2024

¿SON LOS PARTIDOS POLÍTICOS INSTITUCIONES INCLUSIVAS?

 ¿Son los partidos políticos Instituciones Inclusivas?


 Cuando escribí hace unos días la reseña del libro “Por qué fracasan los países”, de Daron Acemoglu y James A. Robinson, decía que uno de los atractivos de este libro era la de aplicar la teoría que desarrolla a diferentes instituciones y países. Podríamos ver, haciendo un ejercicio de reflexión, si España es un país que va hacia el fracaso o al éxito. Sería una labor ardua y más bien compleja, pero también apasionante, que requiere más tiempo y que es mejor dejar para otra ocasión. Pero también sería una buena experiencia intentar comprobar qué de inclusivo o extractivo tienen en España los partidos políticos, no considerando cada partido político, sino a la partitocracia como sistema que forman.  

Recordemos que una Institución Inclusiva es la que hace respetar los derechos de propiedad crea igualdad de oportunidades y fomenta la inversión en habilidades y nuevas tecnologías. Por contra una Institución Extractiva es aquella estructurada para extraer recursos de la mayoría para un grupo reducido y que no protege los derechos de propiedad ni proporcionan incentivos para la actividad económica.

Lo primero que nos deberíamos plantear es si los partidos políticos respetan los derechos de propiedad. Es posible que la primera respuesta sea que si, por lo menos algunos partidos En la práctica la ciudadanía vive el fenómeno de la okupación, fomentado por algunos partidos, pero soportado por los demás, los derechos de propiedad están en el mejor de los casos, condicionados. No sólo se limita a la propiedad de un inmueble. Tampoco existe la oportunidad de hacer con la propiedad lo que su dueño desee, se ve sometido a una normativa y burocracia que se dilata en el tiempo de forma que las iniciativas que prosperan son como la punta del iceberg de muchas que quedan en proyecto: Los partidos políticos, sin excepción, fomentan el control de la propiedad para obtener de los propietarios una aportación en forma de impuestos. O sea la propiedad, para los partidos políticos, viene a ser una fuente de ingreso aunque su utilidad y disfrute para los ciudadanos esté condicionada. No parece que los derechos de propiedad sean respetados, más bien quedan condicionados.

Los partidos políticos no crean igualdad de oportunidades, implantando una normativa que tiende a solucionar los problemas del ciudadano, pero no ayuda al ciudadano a solucionar su problema. Esto obliga a una  catalogación de los problemas, si el posible problema de un ciudadano no está en el catálogo, entonces no tiene problemas o no hay solución. Si el problema entra dentro del catálogo entonces el ciudadano será sometido al proceso burocrático. Dentro de esta uniformidad resultan beneficiados algunos grupos específicos:feministas, que no mujeres; LGTBI que no homosexuales, lesbianas o transgénero. Una diferenciación, en cuanto derechos y leyes, de la que salen beneficiados los activistas afines.

Por último, el fomento a las nuevas habilidades y tecnologías, está condicionado al medio ambiente. El ambientalismo creciente en los partidos y sus activismos limita la explotación de recursos y la construcción de infraestructuras, el progreso no sólo está dirigido sino también condicionado por los partidos. Los partidos políticos constituyen a sus miembros en una élite que disfruta de privilegios y que actúa con impunidad, atribuyéndose y comportándose con unas conductas con las que un ciudadano normal no podría proceder.

Podemos comprobar que los partidos políticos no son instituciones inclusivas, cada uno tiene un grado diferente de institución extractiva aunque todavía hay ciertos mecanismos capaces de limitarlos. Disfrutan también, aunque no exista dicha clasificación en la teoría de Acemoglu y Robinson, de cierto exclusivismo.

También, hoy por hoy, la Ley de Hierro se aplica en los partidos políticos, todo cambio en la dirección de los mismos acentúa su radicalismo. Ello los hace evolucionar más hacia la institución extractiva con la intención de mantener el círculo vicioso en sus relaciones con las instituciones económicas.  Con este panorama no es de extrañar que el ambiente que aportan los partidos políticos a la sociedad sea de incertidumbre e inestabilidad.

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