02 diciembre 2024

NAVIDAD Y EUROPA (Una explicación de los extremismos)

Navidad y Europa (Una explicación de los extremismos).


Hoy en eldebate.com aparece una noticia con el titular “El PP consigue que se ponga un Belen en la Eurcámara por tercer año. <<una parte de Europa quiere borrar la huella cristiana>>” lo firma Doña Clara González y es, lo que podríamos denominar, una noticia discreta. Está hacia el final de la página web editada, en la sección de religión. Una parte del diario muy específica y quizás para lectores muy específicos. Si uno lee el artículo descubrirá que es una entrevista a la eurodiputada Isabel Benjumeda, que ha sido la promotora de esta idea.

Pero es que cuando uno se mueve en el ámbito de las instituciones internacionales, la mayor parte de las ocasiones le ocurre lo que a Don Quijote: con la iglesia hemos topado. Y es que la religión es un tema muy delicado, tanto que ha habido y hay guerras, persecuciones y asesinatos en defensa y nombre del que cada uno considera verdadero Dios y que, a poco que reflexionemos, es el mismo Dios para todos y que la materia de discordia, en sí, es la manera de adorarle y practicar la fe y sus principios.

Hay religiones modernas, quizás el ejemplo más actual es el medioambientalismo que nos sujeta. En una sociedad que ante un desastre ha modificado el tradicional “Es la voluntad de Dios” a “Es culpa del cambio climático”, a los que ponen en duda las causas del cambio climático ya no se les llama herejes, sino negacionistas. Y la Agenda 2030 viene a ser el equivalente a sus mandamientos y su logo una muestra de militancia parecida a la cruz cristiana. Puede que haya nuevas costumbres, pero los mismos hábitos.

Cuando estaba en la OTAN y llegaba la Navidad la nota de felicitación, no se le podía llamar crisma, era un tema de invierno y un texto “Season greetings” (Saludos de temporada), la organización llevaba su laicismo al extremo. Pero hasta los turcos sabían que era Navidad. No había Belen, pero si un árbol adornado y un calendario de adviento. Parece ser que los seguidores de la Agenda 2030 todavía no se han planteado lo sostenible de adornar un árbol, todo llegará.

Pero la sociedad europea se encuentra perdida, a los negacionistas del cambio climático se suman otros peores: los que quieren negar el pasado y diseñar un futuro. Fruto de ello es la negación de las bases cristianas de Europa. Guste o no guste si el fundamento de la cultura europea, occidental, es de base greco-romana, el cristianismo (un complemento de base judía) es la que la mantuvo viva durante la Edad Media y el que permitió su desarrollo posterior. Nos guste o no nuestra cultura occidental se ha desarrollado gracias al cristianismo.

Se habla de cultura europea cuando se anuncia una película, pero nuestros políticos hablan de multiculturalidad, una coexistencia entre culturas en una misma sociedad. La cultura sobrepasa la expresión artística, es una forma de pensar una forma de comportarse y una forma de evolucionar. Si Velázquez, Cervantes, Picasso o Van Goht son parte de nuestra cultura, también lo son Aristóteles, Hegel, Voltaire o Hobbes. Si la Biblia ha influido en nuestra cultura no lo han hecho El Corán ni la Bhagavadgita . Si don Quijote es un producto de nuestra cultura, no lo es Gilgamesh o los personajes del  Mahabharata. No son estancas, por lo menos la occidental, Aladino o Simbad, personajes de las Mil y una noches, han tenido acceso al cine o a los cuentos. Pero los diseñadores de ese futuro multicultural exigen el sacrificio de costumbres e ideas, a la vez que la adopción de nuevos conceptos que se dan automáticamente como buenos.

Ese radicalismo multicultural propugna la pérdida de lo que nos identifica, de lo que nos ha traído a este presente. No deja evolucionar a la sociedad sino que pretende dirigirla, Es lógico que surja un movimiento en defensa de la identidad como contrapeso, en ocasiones igual de radical. Una sociedad libre evolucionaría por si sola, con independencia de líderes, falsos profetas, que le marquen el rumbo o la velocidad. 


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