Cinismo internacional en Siria
Hace un análisis Don Antonio Alonso Marcos en Eldebate.com y llega a la conclusión de que “El ascenso islamista en Siria no es una buena noticia”, otro análisis en el mismo medio, éste de Don Alonso Montero, determina que “La caída de Al Asad trae un orden islamista con los cristianos como ciudadanos de segunda”. La editorial de Elmundo.es advierte que “La caída de Al Asad abre una era incierta en Oriente Próximo”. Don Gustavo de Arístegui nos dice en Larazón.es “Lo que significa para el mundo el final de una de las peores tiranías árabes”, Don Francisco Marhuenda opina en éste medio sobre “La caída de otro dictador”, mientras que Don Jorge Fernández declara que “La <<Primavera Árabe>> triunfa en Siria”, la editorial del medio dice que hay “Miedo a lo que viene tras Al Asad”. El País.com en su editorial nos dice que hay que hacer tras “El final de Bachar El Asad”. Pese a las diferentes opiniones todos transmiten lo mismo: Bachar Al Asad era un tirano pero no sabemos si vamos a ir a mejor o a peor.
Hay cosas que no pueden extrañarnos. Una de ellas es que un grupo yihadista que, además, ha llevado el peso de la ofensiva quiera imponer un régimen islámico. Tampoco puede sorprendernos que los protegidos del antiguo régimen pasen a ser ciudadanos de segunda. No sabemos, y seguramente tardaremos en saber, qué papel jugarán otras potencias involucradas en el área, como puedan ser Turquía, Irán, Israel, Rusia, los Estados Unidos, Arabia Saudí y otros países árabes, o la propia China. En relaciones internacionales hay intereses comunes, pero no amigos. Tan absurdo es creer que los movimientos islamistas van a promover la democracia como que los guerrilleros comunistas lucharon contra el nazismo para que en la democracia gobernasen partidos de derechas. Por todo ello lo único que es posible asegurar es que la caída de Al Asad es una noticia, sin engtrar en disquisiciones de si es buena o mala.
El futuro es incierto y no sabemos qué derroteros tomará, las primaveras árabes terminaron en un crudo invierno. La caída de Gadaffi no resultó en democracia, sino en una guerra civil que todavía dura. Túnez, origen de las primaveras árabes, se vio sometido a un periodo convulso en el que dos dirigentes laicos fueron asesinados, pero terminó siendo un laboratorio para la democracia en el mundo árabe. Egipto derrocó a Mubarak, se convocaron unas elecciones que vencieron los Hermanos Musulmanes y, tras un tiempo en el gobierno, Al Sisi se hizo con el poder y declaró ilegales a los Hermanos Musulmanes, más o menos un regreso a la misma situación que antes de la primavera árabe egipcia. Las revuelas en otras naciones árabes fueron sofocadas. El hecho de que la primavera árabe en Siria originase una guerra civil no significa que haya triunfado en Siria.
La elecciones, por deseables que sean, pueden traer decepciones. Principalmente porque los resultados no son los esperados. Es lógico que los yihadistas de Hayat Tahrir al-Sham esperen un respaldo casi absoluto ya que se consideran la facción que ha derribado al tirano, pero los kurdos también esperarán un respaldo, y exigirán un respeto a, de la población kurda. Es de esperar que los turcos puedan justificar en las elecciones ese colchón defensivo que mantienen en Siria y que permiten controlar el acceso de los kurdos a Turquía. Como decía Murphy. “si algo puede ir mal, irá mal”.
Dentro de este panorama incierto hay que asumir dos cosas como ciertas (o muy probables). La primera es que lo que suceda en Siria no va a quedar estanco, puede influir en todo el Oriente Medio, ni Turquía ni Israel se limitarán a ser testigos, ya que ambos consideran que su seguridad puede verse afectada. Esto puede hacer que Irán siga interviniendo en Siria y que los Kurdos de Irak apoyen a los de Siria. La segunda es que, hoy por hoy, ninguna sociedad árabe va a prescindir de la religión, el islam influye en el ejecutivo, legislativo y judicial, una democracia árabe no será estable sin un cuarto pilar religioso que controle a los otros tres. En este sentido debemos tener en cuenta que en estas sociedades cualquier conflicto entre derechos y religión se inclinará a favor de ésta.
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