El diseño social III.
Las trampas lingüisticas.
Tuve la desgracia de ser testigo en Inglaterra de cómo un estudiante italiano intentaba camelarse a una inglesa bastante agraciada. Tras una larga charla del italiano la chica le dijo “no” y “no me gustas”, aunque lo dijo en inglés a mi me pareció muy claro. Lejos de desistir el italiano le preguntó que “por qué no le gustaba” y, acto seguido, intentó hacer comprender a la inglesa de lo ilógico que era que no le resultase atractivo y lo sensato que sería tener una aventura. La chica se mantuvo en sus trece y el italiano comenzó otra perorata intentándola convencer de que no había mejor opción que él en ese momento. “Quedarme sola es la mejor opción” sentenció la chica. Iba a comenzar otro discurso el italiano cuando un inglés le soltó a bocajarro “Ya te ha dicho que no de todas las maneras posibles, es mejor que lo dejes”, el italiano se encaró con él y le dijo “Es cuestión de tiempo y de encontrar las palabras adecuadas”. Insistió el inglés que lo suyo ya era acoso y asintieron otros, la chica siguió por un lado y el italiano, vigilado por el inglés, por otro. Pero creo que tenía razón, siendo un pelmazo y dando con las palabras adecuadas se habría camelado a la chica, al inglés y al español que esto les cuenta. El caso es que la chica habría acabado haciendo algo que no quería, el inglés consintiendo algo que no toleraba y el español contando algo diferente.
Al ser humano le cuesta menos trabajo descartar opciones que decidir cual le resulta idónea. Ante la libertad de escoger, lo que sea, es más fácil rechazar que elegir. Vean si no, por ejemplo, cuando van a comprar ropa o unos zapatos tardamos un rato en encontrar el que compramos, incluso a veces nos quedamos con lo que rechazamos previamente. Somos así, tendemos a elegir por descarte.
En las primeras elecciones de 1977 había un Partido Popular, no el actual que entonces se llamaba Alianza Popular. Este partido, que creo que se acabó integrando en la UCD, basó su propaganda electoral en un test en el que se hacían una serie de preguntas del tipo ¿cree usted en la democracia? y ¿cree usted en la libertad? Una serie de preguntas a las que era difícil decir que no a alguna. Terminaba el test diciendo “Si todas sus respuestas son sí usted cree en el Partido Popular”. La idea del cuestionario propaganda fue explotada más tarde por el Partido Humanista obteniendo los mismos resultados que el Partido Popular original. El cuestionario era una forma de embaucar al elector. Pero ese cuestionario aplicado a gran escala lo hemos visto repetirse muchas veces. El ejemplo actual, ya lo hemos dicho antes, la Agenda 2030, a ver quién dice que no a uno de sus objetivos.
Cuando no es posible conseguir una unanimidad se recurre al rechazo. Si uno se declara antifascista en vez de comunista está reclamando y atribuyéndose la militancia de los que no son comunistas en su formación. Declararse en contra siempre va a dar más réditos que declararse a favor. De ahí que se recurre a las respuestas a un cuestionario para preparar el diseño social y al rechazo para lograr la militancia, la sociedad se organiza en defensa de, o para protegerse de. En el caso actual se pretende defender el medio ambiente, la igualdad y protegerse de la opresión de los ultra. Pero no profundiza en ninguna de ellas y las acciones que facilita la defensa son contrarias a lo que se está defendiendo, la defensa de la igualdad está facilitando otorgar privilegios y la protección de la opresión de los ultras favorece una presión normativa.
Se intenta diseñar a la sociedad bajo el influjo de nuevas expresiones carentes de contenido, que sirven para disimular fracasos o exhibir éxitos, se trata, más que nada, de cuadrar números y de dar unos resultados más que facilitar el estudio de la situación. Las palabras tienen que utilizarse, por tanto, para alimentar las respuestas positivas del cuestionario y facilitar la posición de rechazo. Una expresión que viste de éxito una política es la de “fijo discontinuo”, en sí una contradicción ya que fijo implica continuidad. El “fijo discontinuo” es, en teoría, la denominación que recibe un trabajador que no trabaja, pero que trabajará y mientras tanto recibe la subvención del paro. El número de fijos discontinuos es, de momento, un secreto. No sabemos cuantos hay, ni cual es su porcentaje de población activa. Pero si trabaja lo que un parado y cobra lo que un parado es un parado con otro nombre. Pese a todo el aumento de fijos discontinuos ha permitido que se reduzcan las cifras de parados. La lectura de esta disminución se ha traducido en que ”hay más gente trabajando que nunca”.
El recurso a la generalización es otra constante, el grito de guerra de Podemos fue el de “la banca nos debe 60.000 millones de euros” y es cierto. Pero la parte de la banca que nos debe esa cantidad son las Cajas de Ahorro, de ámbito territorial y con miembros de formaciones políticas en su dirección e intervenidas por los gobiernos de comunidades autónomas. Son estas entidades las que tuvieron que ser rescatadas. Los bancos y las entidades de crédito hicieron bien su trabajo y por ello el coletas de turno les reclama los millones utilizados para llenar el agujero que sus compadres de oficio crearon y taparon La generalización es el gérmen de la desinformación.
Hay mucha charlatanería que facilita el diseño de la sociedad, cada vez más embaucada, palabras que no significan nada como progresismo, derechos de nueva generación, o predistribución de la riqueza. Analice lo que le cuentan y piense en su significado y consecuencias. Podrá comprobar que en esta sociedad más justa no hay justicia.
2 comentarios:
Quien manipula el lenguaje mueve la sociedad, al menos de los que no piensa mucho. Un beso
Y se lo creen todo y no escarmientan,,,
Un saludo
Publicar un comentario