13 mayo 2025

UNA FAMILIA EJEMPLAR

 Una familia ejemplar (Parábola II)

Recorte del primer cuadro de "El casamiento a la moda". William Hogarth

Erase una vez un cabeza de familia que se llamaba Pedro y tenía cinco hijos, Juan, Antonio, José, Carlos y David. Juan ya desde niño, era estudioso y trabajador, siempre se tomó la vida en serio, estudiaba, preparó unas oposiciones que sacó adelante tras seis meses de vida casi monacal y trabajaba recibiendo un buen sueldo. Para él fiesta y juerga eran sólo dos palabras, Antonio tenía la inteligencia de Juan pero no la capacidad de trabajo, sacó sus estudios adelante y encontró un trabajo que le permitía costearse lo que a él le gustaba, para él fiesta y juerga eran el sentido de su vida y el trabajo un medio para disfrutarla. José,  pobre de él, había nacido deficiente y no era capaz de leer y menos de estudiar. Fiesta y juerga le eran ajenas. Carlos renegaba de su familia y quería que su habitación fuese un domicilio aparte, no fue buen estudiante pero era un cuentista, sus historias embelesaban a aquel que las escuchaba y de lo que le daban se ganaba la vida. Fiesta y juerga eran su ámbito de actuación para contar sus historias.  David era un vago, no estudió porque no quiso, sujetar un libro le exigía un gran esfuerzo y por eso no leía, lo suyo era vegetar por lo que fiesta y juerga estaban condicionadas a si le pagaban por el esfuerzo de ir a ellas, en la mayoría de las ocasionas los organizadores le pagaban por decir que iba a asistir, con eso bastaba, David tenía este privilegio por ser el hijo de Don Pedro.

Pedro se propuso organizar a su familia, sobre todo preocupado por su hijo José, de forma que reunió a todos sus hijos y les dijo:

- Hijos míos, me preocupa vuestro hermano José, el pobre no da más de sí y necesita de cuidados que entre todos podemos pagar. Lo que falte lo pediré prestado. Pero mientras yo sea vuestro padre no nos va a faltar de nada. Para que sea un reparto justo los que más tengan serán los que más aporten.

- ¿Cuál va a ser ese aporte padre? - Preguntó David un poco asustado.

- Poca cosa - respondió Pedro - una parte del dinero que ganéis, otra parte del dinero que.gastéis, una parte de lo que cuesten vuestras actividades y si tenéis algún vicio pues una pequeña parte para solventar los perjuicios.

Juan y Antonio se dieron cuenta de que sus ingresos mermarían pero querían a su hermano y asintieron.

José no dijo nada, lógicamente.

Carlos comprobó que ese cambalache no le afectaba, ya que nadie podía demostrar el dinero que él ganaba y podía continuar con sus actividades. Pese a todo quiso apuntillar:

- Yo no siento el menor afecto por mis hermanos y no voy a dejar de intentar tener mi propio domicilio en esta casa.

Pedro, condescendiente, le dijo que comprendía que no tuviese afecto a sus hermanos y que quisiese tener un domicilio propio, de hecho, le pedía permiso para entrar en su aposento. Pero que tenía que ayudarle aunque no quisiese ser de la familia.

- Me lo pensaré - dijo Carlos.

David también hizo cálculos y constató que su pereza no se iba a ver afectada, como en el caso de su hermano Carlos, no se podía demostrar lo que cobraba o dejaba de cobrar por ser el hijo de Pedro.

Pasó una temporada en la que, como era de esperar, las cosas no funcionaron y Pedro se había endeudado. Así que reunió a sus hijos y les hizo la siguiente propuesta:

- Hemos mejorado mucho, José, Carlos y David viven ahora mejor que antes aunque Juan dispone de menos ingresos, que no importa mucho porque a él le gusta trabajar y Antonio sigue teniendo para ir a juergas y fiestas, aunque a menos de las que iba antes, lo cual es bueno porque ya es más serio. O sea que todos estamos mejor. He pensado también que a José lo que le pagamos sea en concepto de tener cuidado de la casa y que las cosas se hacen como se deben hacer, que defienda a sus hermanos cuando se sientan agraviados. También he decidido que a Carlos hay que darle algo para que pague unas deudas que ha adquirido. Y a David tendremos que darle una paga ya que no trabaja.

Juan y Antonio no estuvieron de acuerdo, pero si lo estuvieron Carlos y David, José asintió a duras penas cuando Pedro le presentó un caramelo. Para ello Pedro aumentó las aportaciones de sus dos hijos mayores y pidió otro préstamo. De esté advirtió a sus hijos que la deuda ya no estaba a su nombre, sino al de la familia que la tendría que pagar en un futuro. Y pasó el tiempo.

Y con el tiempo Pedro había perdido influencia dentro y fuera de su familia y ya nadie quería pagar la presencia de David en las fiestas y juergas, las peroratas de Carlos no eran atendidas y tampoco embaucaban como antes y perdía ingresos. José seguia diciendo que sí a lo que decía su padre cuando mostraba la piruleta. Juan continuaba eslomándose y Antonio ya no iba a fiestas y juergas.

Llegado el momento Antonio le dijo a su hermano:

- Mira Juan, a mi ya no me compensa trabajar, me llevo lo mismo sin hacer nada que trabajando, de forma que no voy a hacer nada,  y como José, Carlos y David voy a cobrar de lo que a tí te quiten. No puedo comprarme una casa porque ese privilegio se lo dan a Carlos que quiere quitarnos parte de la nuestra. No puedo divertirme ya que lo que me gastaba en fiestas se lo dan a David para que diga que va a ir aunque luego no vaya. Y entiendo que al pobre tonto de José hay que ayudarle, pero me parece muy mal que papá le esté sobornando con una piruleta que, además, hemos comprado nosotros.

- Eres un fascista - respondió Juan - Yo seguiré con Pedro porque está sacando la familia adelante.

- No soy un fascista - le contradijo Antonio - pero ¿no te das cuenta de que eres tú el que estás manteniendo a la familia, dejando que papá se quede parte de tu dinero y que le pague las putas al tío José Luis? Y Dios sabe en qué otras cosas andará metido.

- Pero el piensa en nuestro bien - sentenció Juan - Y prefiero que Pedro lleve a la familia a que lo haga otro, que seguramente será un ultrafascista.

Y con la baja de Antonio, Pedro aumentó la aportación que tenía que hacer Juan y la deuda de la familia que tendría que pagar Juan, que asentía a todo sin piruleta.

Piensen lo que quieran, pero si hay cualquier parecido con la realidad siento que no sea semejanza.    

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Vaya desastre de familia. Un beso