La conspiración de los ultras.
El rey Carlos I añadió a su escudo de armas dos columnas flanqueándolo con el lema “Plus Ultra”, en él se representaban todas las tierras que gobernaba. Era, por tanto, una amalgama de escudos y colores de los antiguos reinos y condados que tenía en Europa, las columnas simbolizaban los territorios del otro lado del Atlántico, en ese momento las Indias Occidentales que acabarían siendo América. “Plus Ultra” significa “más allá” por lo que ultra significa allá. Con esta manía de resignificar que nos caracteriza ahora entendemos por ultra algo que está más lejano del extremo, como un aumentativo del aumentativo que roza el superlativo. Así hablamos, por ejemplo, de alta frecuencia, HF, muy alta frecuencia, VHF y ultra alta frecuencia UHF.
Ayer el Presidente del Gobierno tuvo el detalle de regalarnos una nueva palabra “ultraricos”. Acuñada por él, no tenemos claro su significado. Dentro del relativismo del concepto rico disponemos de acomodados, adinerados, millonarios, multimillonarios y podridos de dinero, no sería capaz de establecer en qué lugar de la escala se situaría un ultrarico. Afortunadamente nuestro ínclito presidente nos ha ido dejando pistas. Si dispongo de una casa de 300 metros cuadrados y cubriese sus tejados de placas solares, dispondría de una central de energía solar, pero es probable que no entrase en la categoría de rico, a pesar de la mansión y las placas. Sólo sería un ultrarico si fuese poseedor de una central nuclear, lo que no es muy común. Ni el CIS de Tezanos ha sido capaz de encontrar al propietario de una central nuclear. En la última muestra de diez mil encuestados, todos respondieron no a la pregunta de “¿Posee usted una central nuclear?” En la opción de “En caso afirmativo ¿Dónde está ubicada?” todos los huecos quedaron en blanco y al final de la encuesta el PSOE ganaba las elecciones y, a la vez, tenía más centrales nucleares, solares y de ciclo combinado que nadie. Siempre en 6% más que el PP.
Hasta ayer pensaba que los propietarios de las centrales nucleares eran las compañías eléctricas (o las de energía) y que los dueños de éstas eran accionistas, que las empresas las dirigen directores generales, que ahora llaman CEOs como si fuese algo nuevo. Es verdad que las empresas de ahora en sus directivas han dado un lugar a socialistas y conservadores ilustres que prorrogan su vida laboral en un ámbito ajeno al político en el que ofrecen más contactos e influencias que habilidades técnicas. En ocasiones les resulta más pingúe el beneficio de estar sentados en la mesa directiva que el haber ocupado un ministerio, secretaría o subsecretaría. Aunque la relación entre lo cobrado y lo trabajado es muy alta están lejos de ser considerados ultraricos ya que no son propietarios de una central nuclear.
En realidad ultrarico no quiere decir nada. Por mucho que lo pretenda el Presidente no señala a nadie y no tiene otro objeto que confundir. Es desinformación pura, calificar con un concepto que hoy por hoy ni siquiera Tezanos y su CIS son capaces de justificar. Una palabra que impacta, pero que no significa nada. Lo mismo que el Presidente de un Gobierno que nos lleva a la deriva y que su actuación es parecer que gobierna y que lo hace bien a pesar de todas las conjuras que se urden en su contra, como en las antiguas series siempre son los mismos conspiradores aunque, a juzgar por la sesión de ayer en el Congreso , todo el que no sea del Partido Socialista Obrero Español va a ser un integrante de la conjura.
Cuando uno empieza a situar a sus rivales ya sea en el extremo, ya sea en el ultra extremo también da una idea de donde se está situando. El incremento de todo lo ultra, ultra derecha, ultraricos, ultra radicales además de dar un toque despectivo es un síntoma de lo aislado que se está quedando el que califica, que al final está rodeado por ultras y contra los que organiza, mira por donde, una defensa a ultranza cada vez que solicitan una simple explicación. El caso es que están levantando tanto resquemos contra lo ultra que va a acabar resultando una profesión de riesgo tener una tienda de ultramarinos.
Y es que los ultras de todo tipo se han conjurado y conspiran, nos han dejado sin luz, le han quitado el cobre al AVE y colapsan cercanías, toman el sol para que los paneles solares reciban menos energía, eso cuando no provocan nubes para que las placas reciban menos luz, se empeñan en calmar el viento y respiran con ansiedad para producir más CO2 y acentuar el efecto invernadero, comen carne y odian a los vegetarianos, además disfrutan de la fiesta taurina y quieren trabajar más de ocho horas al día.
Oigan y no lo hacen por convencimiento, sino para fastidiar a Sánchez el ultrapresidente.
3 comentarios:
Me has hecho reír aunque sea un tema tan serio. Un beso
Como la oposición no sabe, mejor reirse un poco.
Un saludo
El caso es que de explicaciones, nada de nada. Seguimos echando balones fueras y perdiendo tiempo, como los malos equipos de fútbol.
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