27 mayo 2025

PERDIENDO EL OREMUS

 Perdiendo el oremus.

 


El artículo tercero de la Constitución española tiene tres párrafos y reza lo siguiente:
1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla.
2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos.
3. La riqueza de las distintas modalidades lingüísticas de España es un patrimonio cultural que será objeto de especial respeto y protección.

Parece que la cosa está clara, pero no lo parece su aplicación cuando el castellano es discriminado en Cataluña, Baleares, Valencia, Galicia y País Vasco, en ellas se exime del deber de conocer el castellano y se niega el derecho de su uso. La oficialidad de las lenguas se excede en su ámbito toda vez que también son oficiales en el Parlamento y el Senado. Y se aprecia tanto la riqueza de las distintas modalidades lingüísticas que se pretende que andaluz y el bable sean calificados como idiomas. Faltan el castúo de Extremadura y el panocho murciano para ampliar el mosaico. No dudo que en el futuro haya una escisión entre el andaluz sevillano y granadino, cuestión de expresiones y acentos. Queda abierta la posibilidad de que haya un deje riojano en el habla, o una entonación aragonesa, o un silbo gomero, o un grito alcarreño. Infinitas posibilidades para anclarse en el terruño ante un silencio muy español.

Nos avisa  hoy Ana Martín en El Debate que “El Gobierno culpará al PP si pierde la votación de la oficialidad del catalán en la UE como se teme”. Quizás sea aventurado hacer dos predicciones en un titular, pero hay que admitir que la especialidad del Gobierno es encontrar culpables de sus fracasos y, si no los encuentra, se conforma con guardar un silencio muy español, socialista y obrero. Lo ideal es que el culpable sea la derecha y la ultraderecha. Que el catalán sea o no una lengua oficial de la UE depende de una votación, si la disciplina de voto vale en España, también debería servir para la Unión. A lo mejor Melody no venció en Eurovisión por culpa del PP. Son los absurdos de mezclar churras con merinas. Ahonda en este tema ABC en tres artículos, en uno de ellos, para suscriptores, Enrique Serbeto nos informa que “España ejerce una «intimidación escandalosa» sobre los países bálticos para que aprueben el catalán en la UE”, hace referencia a información que da el Financial Times asegurando que el gobierno reconsideraría sus compromisos de defensa con algunos países de la UE. En otro artículo Paloma Esteban informa a los suscriptores que “Pedro Sánchez intenta colocar el catalán en la UE hasta el último minuto y cumplir con Puigdemont”, En un tercer artículo sin firma, pero abierto, nos habla sobre la posición de los votantes, “Varios socios insisten en sus dudas sobre la oficialidad del catalán a su llegada a la reunión y ven prematuro votar”, vamos que más o menos vienen a decir que los problemas españoles se deben quedar en España y que menos prisas Pedrito.

A la capacidad de mentir de los actuales dirigentes y a sus cambios de opinión y de posición hay que añadir su falta de coherencia. Es de destacar que Bolaños recomendó al PP no intentar formar gobierno porque era hacer perder el tiempo a los españoles, que la ministra Alegría alegó que no se presentaba un proyecto de presupuestos para no hacer perder el tiempo a los españoles, ahora parece que no pasa nada si el vasallaje a Puigdemont obliga a perder tiempo en Europa. En realidad los españoles llevamos mucho tiempo perdiendo el tiempo desde que este Gobierno no gobierna, no da explicaciones y se limita a buscar culpables. Unos ministros que no rebaten y que siempre aluden al fango, a la conspiración y al descrédito para que se constate más tarde  que son ellos los que enfangan, los que intrigan y los que no son fiables.

No sólo estamos perdiendo el tiempo, que sería lo menos grave que nos puede pasar, también estamos perdiendo soberanía, unidad e integridad. A España no se la considera en la escena internacional y da una imagen de humillación ante Marruecos y  los separatistas. Ni se la toma en serio y no parece seria. Cada vez que ha habido un movimiento del Gobierno en política exterior se ha traducido en fiasco y en pérdida de oportunidades. Y cuando en esta situación Alvares nos dice que vamos como nunca y que tenemos una influencia internacional, significa que estamos perdiendo el oremus.  

No hay comentarios: