El diseño social II.
El diseño global y el nacional.
¿Cuál sería el paraíso en la tierra hoy y cómo se engarzaría con el diseño social? La verdad es que hemos pasado de querer hacer una ciudad futura, llena de comodidades soñada por autores como un planeta-ciudad de grandes edificios, o como una inmensa cueva al abrigo de las inclemencias del exterior por algo globalmente sostenible. Una especie de parar en nombre de la naturaleza para preservarla. La naturaleza ha sido y es desapasionada y cruel, no entiende de pactos y nos manda un terremoto, un tsunami o una plaga cuando y donde quiere, no por mala voluntad sino porque es lo natural. Tan natural como la noche y el día, la tierra rota, o las estaciones, la tierra se traslada alrededor del Sol. Como resultaría igual de natural que un meteorito impactase contra la Tierra. Inteligencia y ciencia han intentado proteger al género humano que ha sabido mitigar sequías, controlar inundaciones o limitar los efectos de los terremotos, desgraciadamente no en todo el mundo. También han sabido los humanos explotar los recursos que la naturaleza ha puesto y pone a su disposición. Hay una estrecha relación entre la energía y la civilización. Podemos afirmar que el hombre empezó a ser civilizado cuando empezó a manejar el fuego y a influir sobre la naturaleza domesticando animales e irrigando sus cultivos. Pero parece que el paraíso es volver a antes del neolítico sin dejar de ser civilizados. El medio ambiente define al nuevo paraíso en la tierra.
Lógicamente este nuevo paraíso necesitará de una sociedad diseñada para ser feliz o que, por lo menos, esté conforme con él. La propuesta que lo permite es la Agenda 2030, los objetivos de desarrollo sostenible dan forma a un mundo al que es difícil decir que no.. ¿Quien no quiere un mundo sin probreza o sin hambre? Todos queremos igualdad, justicia, acceso al agua potable, trabajo y un acceso a la energía, a ser posible, no contaminante. Hay que ser inhumano o necio para no estar de acuerdo con los objetivos de la Agenda 2030 y, sin embago, hay muchos detractores. Y es que los objetivos, que son fines a alcanzar, son a la vez excusa para poner en marcha la transformación social que muchos de los promotores de la Agenda 2030 pretenden. En su caso los Objetivos de Desarrollo Sostenible no son un fin, son un medio para diseñar la sociedad. Los objetivos han sido tergiversados, para ello está el recurso al lenguaje. Y a la diferente interpretación del mensaje. La famosa, manida y recurrida Agenda 2030 no es más que una excusa para proceder a un diseño social. Su interpretación interesada permite el intervencionismo del estado en todos los aspectos sociales, la mayoría de las veces en detrimento de la familia. Es el diseño de una sociedad global, diversa pero con un pensamiento y moral uniforme.
En octubre de 2021 el PSOE celebró su 40 congreso, sólo había un protagonista en el partido: Pedro Sánchez. El documento resultante de este congreso es la Ponencia Marco, si tiene la paciencia y voluntad de leer las 304 páginas que la forman podrá comprobar que además de la esencia del sanchismo es un diseño de la sociedad y del partido que ha de dirigirla. En la ponencia se contempla la política exterior como una forma de exportar, en lo posible, el modelo social. Siendo la Agenda 2030 y el cuidado y recuperación del medio ambiente los ejes de actuación. No es la gente madura la que será el núcleo de esta esta sociedad diseñada, sino los niños que hoy se educan y los hijos de los emigrantes, futuros españoles. Se defiende una sociedad justa, sin brechas, estratificada basada en una igualdad consistente en “la falta de opresión” que permite la imposición de una conducta y unos hábitos a la vez que el reparto de privilegios. De nuevo, la utilización del lenguaje es fundamental, sobre todo a la hora de confundir. Demuestra la Ponencia Marco que la Agenda 2030 es un medio, y no un fin, para diseñar e intervenir en una sociedad. En este caso reducida al ámbito de nuestra nación.
Cae también Europa en la trampa medioambiental, que en su caso se utiliza para dirigir una política económica a la que se adapten su sociedades y un cuerpo normativo, abundante, burocrático y, en ocasiones, contradictorio que influye sobre la conducta de los ciudadanos, con la intención de hacer norma de hábitos que considera saludables y limitando aquellos que puede considerar perjudiciales. Una aplicación de “obligar lo que me gusta y prohibir lo que no me gusta” en nombre de la salud y del medio ambiente. Así tenemos una norma que obliga a envasar en plástico mientras que otra obliga a pagar un impuesto por el plástico para reducir su uso. O la intención de establecer unos controles de alimentación para que los productos sean sanos y sostenibles, más caros y menos competitivos frente a unas importaciones que no están sujetas a tan compleja normativa. Asistimos a un diseño social complementario, pero uniformador en lo que se refiere a los hábitos.
Hay diferentes triquiñuelas que juegan con el lenguaje, que pasa de ser un medio de comunicación a una forma de manipulación. Pero en este nuevo modelo de sociedad lo que más cambia es la familia, que tiende a desaparecer y ser sustituida por el estado, recuerden que los hijos no son de sus padres y hagan el favor de darse cuenta que de las múltiples ayudas y subvenciones del estado muy pocas se dan a las familias hasta hace poco tiempo consideradas “normales”.
El tiempo juega a su favor. Si tienen memoria recordarán que las “soluciones habitacionales” de Zapatero, que eran apartamentos de treinta metros cuadrados, fueron consideradas casi miserables. Hoy hay quien vende el acceso a una vivienda de 30 metros cuadros como un lujo. ¿Significa que hemos mejorado o que la sociedad va cambiando hacia donde algunos quieren?
1 comentario:
Cambiar el lenguaje es cambiar la realidad. Un beso
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