El diseño social V.
La sociedad lo pone fácil.
No sé si conocen o recuerdan al toro de Coria, es una de esas fiestas populares en la que un toro es puteado para diversión del pueblo. La diversión consistía en lanzar dardos al astado. Dicen que como la piel del animal es dura y gruesa no sufría pero, digo yo, algo le molestaría. San Sebastián fue asaeteado y se considera un martirio, lo del toro adardeado es una diversión. Consideraciones aparte, el bicho aguanta estoicamente el festejo, molesto pero, eso dicen, sin sufrir. La res ajena al público y desorientada deambula por las calles sin saber donde va pero siguiendo el camino señalado por los organizadores del festejo. Siempre podremos establecer una semejanza entre el toro de Coria y la sociedad en que vivimos que va aguantando dardos mientras transita insensible hacia donde le han señalado.
Y es que la sociedad es un caso anómalo, hay un punto donde la suma del aporte positivo de las personas es menor que la suma del aporte negativo. Ese punto en que dejamos de hablar de personas y nos referimos a su conjunto como masa. Hay un momento en que la sensatez de las personas cede ante el absurdo de la masa, su inteligencia se desvanece ante la brutalidad de la chusma. Difícilmente una persona mataría a otra, pero una multitud está presta al linchamiento. De una multitud se genera más destrucción que creación y más caos que orden. No hay la misma sensibilidad en la sociedad formada por personas que en la sociedad masa. Muchos errores de la sociedad, en conjunto, derivan de la brutalidad de la chusma. Por eso resulta tan manejable.
Quizás el primero de todos sus errores sea la apatía, una especie de aguantar todo lo que le echen (o los dardos que le lancen) soporta las mentiras y no pide cuentas por los numerosos cambios de opinión, es relativamente conformista y cómoda. Tarda mucho en reaccionar, pero cuando lo hace puede ser destructiva. Ttambién la apatía la lleva a la credulidad y ésta a la militancia. Se une a ello la falta de memoria colectiva y una disposición a creerse lo que cuente el líder de su militancia. No es la razón la que motiva sus acciones, sino las emociones, y por ello tiende a los enfrentamientos.
Y es que a la sociedad se la dirige acudiendo a la chusma y no a las personas. La masa se mueve y arrastra a las personas. Una persona tiene espíritu crítico y reflexiona, la multitud tiene emociones y actúa. Una persona medita sobre las acciones que puede hacer pero la masa de personas es impotente y no reacciona si no le han indicado antes qué hacer, de ahí la necesidad de una clac o del indulto a Barrabás, es lo que se llama control de masas.
En definitiva, formamos parte una sociedad que están diseñando, no se dibuja a sí misma, sino que sigue un trazo ya marcado que parece irreversible. Cada día más controlados en una sociedad más libre y pagando más sin llegar a fin de mes en una sociedad cada vez más próspera. ¿Lo entienden? Yo no, pero la masa si.
1 comentario:
Tal vez es que se acostumbran a los dardos. Yo no. Un beso
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