Examen de conciencia, regeneración democrática.
Escribe hoy Antonio R. Naranjo un artículo en El Debate que titula “La mentira”, hace mención a la dimisión del ministro Corcuera debida a que el Tribunal Constitucional le anuló un apartado de la “Ley de la patada en la puerta” le habían pillado en una mentira y consideraba que habiendo mentido no podía ocupar un cargo público. En ese momento a toda la sociedad le pareció lógico. Nos recuerda el autor que hoy se ha instalado la mentira y que lo que hace unos años mentir tenía sus consecuencias hoy no las tiene.
La verdad es que desde Zapatero las mentiras se han ido afianzando en nuestros dirigentes, sus promesas y propósitos van mutando por cambios de opinión. La fiabilidad de nuestros dirigentes se ha debilitado. Admitimos hoy que el cumplimiento de una promesa sea algo extraordinario a la vez que soportamos con indiferencia cada mentira.
Y olvidamos plantearnos muchas cosas, entre ellas que si atendemos a las acusaciones de corrupción que se cruzan en cada debate del Congreso debemos llegar a la conclusión de que nuestros dirigentes amparan organizaciones corruptas. Que la corrupción, como las termitas. ha anidado en el armazón de nuestra sociedad y en cuanto se rasca un poquito descubres podredumbre.
Nos resulta relativamente cómodo decir que no nos merecemos a los políticos que tenemos. Pero olvidamos que se han formado en nuestros colegios y recibido clases de nuestros profesores. Que son un reflejo de nuestra educación y que su moral está enraizada en la ética de nuestra sociedad. Es hasta conveniente pensar que la corrupción es propia de los dirigentes para evitar darnos cuenta de que solo vemos la punta del iceberg y de que no participamos en ella. Nos parece muy mal que se hagan redes clientelares y pocas veces nos planteamos si somos parte de una de ellas. Nos parece muy mal que alguien se lleve su mordida de un contrato oficial, pero no nos parece tan mal que nos planteen si con iva o sin iva, y si escogemos lo segundo mejor. Muchos se toman burlar a Hacienda como un deporte y recurrimos a eufemismos para no decir corrupción. De la misma forma pocas veces nos planteamos que atendemos a nuestros compromisos, reservar mesa en un restaurante y no acudir es más normal de lo que parece. Y nos contamos entre nosotros más medias verdades y mentiras de las que creemos.
Hace tiempo un capitán y yo fuimos testigos de una especie de discusión entre dos alumnos del curso de estado mayor, en realidad pugnaban infantilmente el presente de una visita. El comentario de mi compañero fue “si estos son los del estado mayor no quiero pensar como serán los del estado menor”. Y creo que esta reflexión es completamente trasladable a España en el sentido “Si estos son los dirigentes como serán los dirigidos”. Dicho de otra manera si tiene todavía vigencia el “que buen vasallo si hubiese buen señor” o, por el contrario, “los vasallos tienen el señor que se merecen”.
Y es que no podemos pretender que haya una regeneración si nosotros no estamos dispuestos a emprenderla.
1 comentario:
Una reflexión muy inteligente. Somos frutos de la sociedad en que vivimos. Un beso
Publicar un comentario