Groenlandia
Hoy el panorama informátivo está un poco huérfano de novedades. En el ámbito nacional seguimos con los diferentes procesos en el entorno del PSOE, en el entorno de Sánchez y en los que ocupan a los políticos, y hoy nos recuerdan que ayer empezaron los fastos para celebrar la muerte de Franco. En el ámbito internacional parece que se han terminado las preocupaciones por lo que va a pasar en Siria y en Oriente Medio, la guerra en Ucrania, como el resto de las guerras no son noticia, lo serán cuando haya sorpresas, se insiste en la preparación de lo que va a ser la confirmación de una dictadura en Venezuela, la noticia de importancia se dará mañana, y lo que realmente parece que llama la atención de los medios son las declaraciones anexionistas del presidente electo Donald Trump. Dice que Groenlandia debe ser parte de los Estados Unidos y que el Canal de Panamá debe volver a manos americanas.
Antonio Poza Maupín sentencia en un artículo para suscriptores en elmundo.es que “Groenlandia ya está ocupada por Estados Unidos” basándose en la afirmación de que “expertos militares y políticos daneses señalan que Washington ejerce desde hace tiempo un control militar casi absoluto sobre la isla ártica gracias a sus acuerdos bilaterales con Dinamarca”, el mismo periódico en su editorial sentencia que “Trump pone en jaque el vínculo con la UE al amenazar a Groenlandia”. En la Larazón.es Mirentxu Arroqui informa que “Bruselas defiende su soberanía frente a Trump”. En abc.es Javier Ansorena en un artículo para suscriptores pregunta “¿Farol de negociador o amenaza real? El neoimperialismo de Trump agita a Dinamarca, Panamá y Canadá”. Mientras, en elpais.com Macarena Vidal Liy y María R. Sahuquillo auguran que “Las amenazas expansionistas de Trump anticipan una relación tormentosa entre EE UU y sus aliados”, no hace falta ser adivino para intuirlo. La relación entre los dirigentes europeos y el americano ya fue tormentosa durante su anterior mandato.
Y la verdad uno puede plantearse ciertas dudas sobre lo que desayuna, bebe o fuma Trump. Es una primera impresión, el de tonto no es un calificativo aplicable al presidente electo (pocos tontos han llegado a presidente). En sus ansias expansionistas entran Canadá y Groenlandia, de momento. Pero también dejan en evidencia ciertos hechos. Se puede estar o no de acuerdo con Trump, pero las cosas no pasan porque sí. Se dan muchas circunstancias.
Se ha explicado la riqueza de materia primas que hay en Groenlandia, y se alude como una de las razones por la que Trump quiere anexionarse esta isla gigante. Pero, seamos sinceros, si no se explotan los recursos es porque actualmente no es rentable, la normativa ecologista de la Unión Europea no es aplicable a Groenlandia, que en este aspecto tiene autonomía. Lo que realmente importa, en mi opinión, es la posibilidad de que se abra una ruta ártica. El uso de esta ruta. además de acortar las conexiones entre el lejano oriente y Europa, eliminaría muchas servidumbres que impone el Canal de Suez. Otro tanto sucedería entre el tráfico entre Atlántico y Pacífico, hasta hoy muy dependiente del Canal de Panamá. Se contemplan la utilización de dos alternativas una por la costa rusa y otra por la americana. La vertiente rusa es más sencilla, mientras que en la americana habría que sortear muchas islas, lo que hace más difícil la navegación. En todo caso, Alaska permite controlar un extremo de la ruta, mientras Groenlandia permitiría controlar el otro extremo. Y si uno se asegura Canadá toda la vertiente americana quedaría bajo control y se podría influir en la otra vertiente. Es, en mi opinión, una cuestión de controlar las rutas comerciales. No sería de extrañar que también pida la anexión de Islandia.
También hay que considerar los impulsos aislacionistas de Trump, algo así como volver a los Estados Unidos de antes de la Segunda Guerra Mundial, con un intervencionismo más selectivo y que, económicamente, se bastabas a si mismos. Trump desea modificar el orden establecido durante la Guerra Fría, la OTAN es su principal ejemplo. La formación de la OTAN, guste o no a los atlantistas, era una forma de asegurar la presencia americana en una Europa que la necesitaba, pero también era un modo de asegurar que Europa permaneciese bajo la influencia de los Estados Unidos. Para Estados Unidos tenía sus ventajas políticas, pero sus inconvenientes económicos, había que mantener gran parte del tinglado de la OTAN. El nuevo presidente ya avisó que había que pagar, lo ha vuelto a hacer e insistirá en que la OTAN se mantendrá si todos los socios pagan... lo que diga él. Trump no tiene especial interés en la OTAN. En Groenlandia, los Estados Unidos mantienen las instalaciones de la OTAN, que son americanas, e invierte en ello más que Dinamarca en la defensa de la isla. Es también una forma de decir que Europa en general y Dinamarca, en particular, atienda a sus necesidades de defensa.
Aunque las futuras discusiones puedan atraer la atención sobre temas territoriales el foco es, en mi opinión, económico y financiero. Los Estados Unidos no pueden mantener un tinglado internacional sin que otras naciones paguen lo que se benefician de él. Económicamente estados Unidos ya no es el amo del mundo (aunque sea el primero) y en lo demás puede perder influencia.
2 comentarios:
Es un buen análisis, pero personalmente creo que se trata de un farol para distraer la atención de otros temas. Un beso
Creo que Trump no es de distraer, pero puede haber más untenciones ocultas.
Un saludo.
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