20 enero 2025

LAS RIVALIDADES

 Las rivalidades

Los rivales. Diego Rivera. MoMA Nueva York

Decíamos hace dos días en La División que los políticos explotan las brechas que hay en la sociedad a su beneficio intentando crear facciones. En muchas ocasiones las facciones se crean solas, como si fuesen consecuencia de un proceso natural. Me refiero a las rivalidades, en las que se aúnan competición y rechazo, una especie de relación amor-odio que mientras predomina el primero es enriquecedora y destructiva cuando se impone lo segundo. Intentar ser mejor que el rival puede mejorarnos a la vez que envilecernos.

Y viene esto porque Larazón.es publica un artículo que se titula “¿Cuánto de Castilla-La Mancha es La Máncha, cuánto es Castilla y por qué Guadalajara es la provincia díscola?”, lo firma Adela Sanchidrían y describe las circunstancias geográficas que concurren en el espacio que conforma la autonomía. Uno llega a la conclusión de que la entidad Castilla-La Mancha es artificial, una solución que destruye Castilla La Nueva, divide la antigua Región de Murcia y crea un ente centrado en La Mancha, al que ahora se trata de dar una unidad que cada manchego, alcarreño, conquense y toledano se encarga de matizar. El alcarreño subraya que la Alcarria no es La Mancha. En una reunión que tuve en Quintos de Mora, preciosa localidad con un terreno propiedad del Estado que en ese momento administraba la Dirección General de la Naturaleza, nos dieron una vuelta para conocer los alrededores. Al final de ella y remarcando lo mucho que me había gustado hice el sigiente comentario:
- No me podía imaginar a un sitio como este en La Mancha.
- Son los Montes de Toledo. Me puntualizó elque había ejercido de guía.
No era un reproche a mi ignorancia, ni siquiera había que tomarlo como una corrección. Simplemente era una confirmación para remarcar “yo no soy de esos”. Algo parecido encontramos en La Alcarria, a la que han amputado la zona madrileña que llaman Las Vegas, la comarca la podemos referenciar en una preciosa novela de Camilo José Cela, Viaje a la Alcarria, y en la miel. Aunque es mucho más. Pero, a su vez, cada uno se reafirma en su localidad, hay miel de la Alcarria, pero pudiendo haber vinos de la Alcarria, los hay de Móndejar o de Madrid. La reafirmación de lo local crea la rivalidad, es una forma de decir soy mejor que tú porque he nacido aquí. 

Es extensivo, me contaron la historia de que en Reus se abrió un debate cuando tuvieron que situar la estatua de Prim en la plaza que lleva su nombre. ¿Mirando a Madrid? porque había dirigido los destinos de España y la monarquía ¿Mirando al Ayuntamiento? Ya que era natural de la ciudad ¿Mirando a Barcelona? Para afirmar que era un  catalán insigne. La cuestión se resolvió por unanimidad: las grupas del caballo señalando a Tarragona o, como dijo un payés, “el culo del caballo mirando a Tarragona”. Dudo de la veracidad de este cuento que me contó un amigo de Reus, toda vez que el trasero del caballo si señala alguna parte es a Gerona. Pero sirve para demostrar cuando la afirmación de lo propio se basa en el desprecio a lo ajeno. Hay muchos más ejemplos que, prácticamente,  convierten las circunstancias que se dan en una localidad en un enfrentamiento contra el mundo que le rodea. Remarcamos el hecho diferencial porque creemos que nos hace mejor que los demás. Claro que también es germen del estereotipo, del prejuicio y del perjuicio.

¿Cuando empezaron las rivalidades? Pocas veces se recuerda el cuándo y el por qué, parece que han estado ahí de siempre. Que la rivalidad entre catalanes y el resto de España ya estaba cuando llegaron los romanos y nace de la competencia entre ilergetes e íberos, que los celtas vinieron a fundar Galicia y que los castellanos no dejan de ser leoneses irredentos. Hay otros motivos más mundanos, como puede ser que las chicas de un pueblo prefirieron a los chicos de otro pueblo o que los habitantes de Rioarriba mean en el río que llega a Rioabajo. Será por encontrar motivos.

El caso es que siempre hay quien obtiene beneficios a costa de potenciar esas rivalidades, de crear nuevos elementos diferenciadores que, por supuesto, nos hacen mejor que los de al lado. Que enriquecen nuestro carácter pero envilecen nuestro comportamiento. La rivalidad no tiene porqué ser mala, el aprovecharse de ella si. Y es que cada persona es un mundo, no saquemos de quicio lo que caracteriza a cada uno.


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