La cabalgata.
Nos dice la Real Academia de la Lengua Española que cabalgata. es un “desfile de jinetes, carrozas, bandas de música, danzantes, etcétera, que se organiza como festejo popular”, en una segunda acepción nos dice que es la “acción de cabalgar, especialmente muchas personas juntas”. También, con el ánimo de establecer diferencias o semejanzas he buscado la definición de pasacalle que es, según la misma Real Academia, una “marcha popular de compás muy vivo”, también nos dice que es “en una fiesta popular, desfile en el que intervienen bandas de música, alrededor de las que se baila”. Y vino esta disquisición a un comentario que oí que decía que “la cabalgata de los reyes ahora es un carnaval” y, hombre, tiene sus semejanzas y sus diferencias que resumiremos en que la cabalgata de reyes tiene más de desfile, mientras que la de carnaval tiene más de pasacalle.
La cabalgata tiene mucho de celebración, aunque el personaje central son los reyes magos los protagonistas son los niños. Como ya dije son los que aportan la ilusión. Lo demás son memeces. Lo laico o lo religioso no deben afectar un ápice al carácter festivo, es mejor dejar esas cosas para los adultos, que tienen la rara afición de disfrutar amargándose. La discusión de si el rey negro iba maquillado o no y todos los corolarios que puedan traer es tan intrascendente como romper la tradición y hacer desfilar a tres reyes blancos o negros, e incluso incluir algún chino o hindú, si hablamos de que todas las razas estén representadas, es posible que no haya tantas monarquías en el mundo para tantos reyes magos. Lo importante es que la ilusión de los niños permanezca intacta ¿a cualquier precio?
Pues que cada uno piense el peso de la tradición, Pedro Narváez lo desarrolla hoy en Larazón.es en un artículo que titula “Los Reyes llegan el cinco no el cuatro: nunca os lo perdonaré” y en él toma partido por la tradición. No sé hasta qué punto es bueno o malo haber adelantado las cabalgatas en algunos lugares, ambas opciones tendrán sus pros y sus contras. Tampoco es la primera vez que leo la sentencia”nunca os lo perdonaré” dirigida contra los organizadores de la cabalgata. Aunque todos tenemos el derecho de expresarnos y opinar, deberíamos considerar, más que un derecho, un defecto el sentirnos agraviados. Es cierto que hay decisiones que tocan nuestra fibra sensible, pero en muy contadas ocasionas van dirigidas contra nuestra persona. La decisión tomada al adelantar las cabalgatas es un intento de preservar la ilusión de los niños, la declaración de que hay quién no la va a perdonar el precio a pagar. ¿Hay que mantener la ilusión de los niños a cualquier precio?
La cabalgata puede ser también una lección de vida. El desfile, como la vida, pasa con su cadencia y sin parar a pesar de los espectadores y participantes. Los unos dando vítores y recogiendo las golosinas que los otros lanzan a la vez que animan. Todos, como en la vida, cubren su rol y tienen su cometido. Pero la cabalgata se puede aplazar, no así la vida. Los niños, por mucho que intentemos preservar su ilusión, tendrán que enfrentarse a la vida y asumir las circunstancias que coinciden en la misma, entender que hay posibles e imposibles. Indudablemente siempre habrá una primera decepción y cuanto menor y más fácil de gestionar sea mejor.
El paso de niño a adulto no tiene que suponer una pérdida de ilusiones, pero si un cambio de las mismas y el asumir que, para conseguirlas, hay que poner algo de uno mismo. No siempre nos cambiarán las fechas y los plazos. El adulto paga el precio que considera conveniente para mantener su ilusión.
2 comentarios:
La fecha puede que no importe mucho, pero sí si el desfile pierde su magia y se convierte en un circo. Un beso
En mi opinión hace tiempo que es uncirco.
Saludos.
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