18 enero 2025

LA DIVISIÓN

 La división.


El taller del pintor, Gustave Coubert. Museo de Orsay

En 1855 el pintor francés Gustave Coubert finalizó su cuadro titulado “El taller del pintor, alegoría real, determinante de una fase de siete años de mi vida artística (y moral)”, en el cuadro el autor se colocaba pintando en el centro y sitúa a los personajes que le agradaban a la derecha del cuadro y a los que no le agradaban tanto a la izquierda (por favor no lo interpreten mal, el sabría el porqué de esta disposición), esta era también una representación de la sociedad dividida en los muchos grupos que la componen. 

Hay veces que, aunque no quieras, todo te enfoca hacia lo mismo. Los diarios se despachan con los rifirafes de PSOE y Junts, que es lo mismo que entre Sánchez y Puigdemont. También se dedican a afear o defender las acciones del Presidente del Gobierno. Podría recurrir a un montón de artículos, pero me he negado a hablar de ellos, esté o no de acuerdo son demasiado tendenciosos y no quiero que se me vea, más todavía, el plumero. 

Si hay un denominador común en la práctica política de nuestros días que es explotar, que no respetar, las diferencias. El tomar partido por una causa y politizarla parece que da réditos, sobre todo cuando se trata de identificar un enemigo e identificarlo con una tendencia política. Así asistimos a la creación de una ultraderecha machista, racista y homófoba que va de putas. A la vez hay una izquierda siempre moderada, excepto en su oposición a la ultraderecha, que es feminista, multiracial, que le va lo LGTB y alguna sigla más y que quiere abolir la prostitución. La realidad, tozuda ella, demuestra que los estereotipos son falsos y que figuras reconocidas en la izquierda han demostrado tratar despectivamente a las mujeres y que algunos dirigentes de izquierdas han ido de putas, e incluso las han pagado con dinero público. Algún progresista ha hablado del negro de VOX y de algún mariconazo del PP. Todo ello demuestra que es muy fácil mentir al generalizar. Pero, desgraciadamente, también queda claro que la mejor manera de afianzarse en el poder es la de crear división.

Y así tenemos que los que venían ha cerrar las brechas se dedican a inventar nuevas brechas. La división entre hombres y mujeres se ha modificado entre machismo y feminismo, heteros y no heteros, feministas y trans. También se han creado frentes entre lo público y lo privado, entre propietarios y no propietarios, entre ricos y pobres, entre trabajadores y empleadores, entre lo digital y lo presencial, entre lo tradicional y lo nuevo y entre todo lo que de excusa para establecer nuevas diferencias. Y entre todas estas divisiones hay una constante: los que las tienen que solucionar siempre están en el lado “bueno” de las brechas. Así tenemos que políticos que defienden unas determinadas políticas de vivienda, disponen de unas residencias envidiables; otros dirigentes que se pirran por la enseñanza pública tienen a sus hijos estudiando en colegios privados; y acérrimos defensores del transporte público van en avión cada vez que se tienen que desplazar.

El fraccionamiento de la sociedad les resulta rentable. Dado que son incapaces de aunar voluntades a favor de, es mejor la adhesión incondicional de facciones que estén en contra de. Una forma de garantizar que no manda el que la mayoría no quiere, pero no garantiza que manda el que quiere la mayoría. Por otra parte al tomar partido por facciones determinadas se originan nuevas brechas, los hombres han perdido el derecho a la presunción de inocencia ante una denuncia de maltrato y hay  colectivos que resultan privilegiados. En resumen: supone la paradoja de aumentar diferencias para promover una supuesta igualdad. Pero son acciones que buscan un beneficio partidista en forma de fidelidades.

Juegan con las palabras y los conceptos que resultan vacíos y no definen. Se alude a principios republicanos sin explicar cuáles son, se habla de progresismo sin definir en qué consiste, se habla de liberalismo a la vez que se extiende la regulación y se habla de movilidad para restringir el movimiento. A los ciudadanos se les supone una militancia, no ser machista significa ser feminista, ser propietario significa ser rico y no ser de izquierdas significa ser de derechas. Cada partido abraza una doctrina e intenta encadenar al ciudadano, que pasa a ser un posible militante a favor o en contra de cualquiera de las múltiples causas explotables.

Si a usted le gusta y obtiene beneficios de esta situación está en su cielo. Si no le gusta, pero cree que hay esperanza de que mejore, vive en su purgatorio. Y si no le gusta y no tiene ninguna esperanza, ya sabe donde está. Aunque hay otras formas de cielo, purgatorio e infierno de las que podríamos hablar otro día. 

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Un gran análisis. La lástima es que son los mismos perros con distintos collares. Un beso