¿Reescribir la historia?
Nos decia Cervantes que “Es la historia la madre de la verdad , émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir”, Pío Baroja nos avisó de que “La historia es siempre una fantasía sin base científica, y cuando se pretende levantar un tinglado invulnerable y colocar sobre él una consecuencia, se corre el peligro de que un dato cambie y se venga abajo toda la armazón histórica”, y por último Enrique Jardiel Poncela sentenció que “Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es exactamente lo que pasó”. Los tres, hablando de lo mismo y sin decir lo mismo, nos hacen asentar tres ideas sobre la historia; como maestra Cervantes, como manipulación Baroja y como bulo Jardiel Poncela. Y los tres tienen razón. Cuando Herodoto visitó Egipto se interesó por las pirámides y anotó todo lo que le contaron sobre ellas, así se convirtió en historia todo lo escrito por Herodoto, hechos como que la hija del faraón yacía con el que aportaba un bloque de piedra. Si lo asumimos como cierto la hija del faraón estuvo toda su vida yaciendo y, si había muchos proveedores, con mucha gente. Si hacemos caso a la fuente, lo escrito, el misterio más que en cómo se construyeron las pirámides está en el alcance de esta mujer. Los cronistas de Roma no hablan bien del emperador Tiberio, pero los que no vivían en Roma describían al emperador y sus obras con gran benignidad, caso parecido al de Nerón durante siglos considerado como un loco y actualmente se descubre que no tomó malas decisiones cuando se quemaba Roma, el tinglado se tambalea. Y también es verdad que situaciones descritas en el pasado, se han vuelto a repetir una y otra vez, con los mismos resultados, hasta se habla de situaciones perennes, una advertencia de lo por venir a la que nunca hacemos caso.
Hoy se publica en la sección de opinión de Eldebate.com un artículo que firma el Instituto de Estudios de la Democracia titulado “El pasado fue borrado y la verdad secuestrada”. En este artículo se denuncia la existencia de un revisionismo que pretende legitimar al que lo haga, el establecimiento de una sociedad basada en manipulaciones. No es novedad, algunos faraones se empeñaron en borrar inscripciones de otros faraones, algún emperador chino ordenó borrar toda huella existente de anteriores emperadores, el derecho romano contemplaba la damnatio memoriae una pena consistente en borrar el recuerdo del enemigo. No sabemos, gracias a estas prácticas, cuántas lagunas hay en la historia, lo que significa que no tenemos pistas sobre los puntos débiles de nuestro tinglado. También hay documentos manipulados, Ramses II segundo se apuntó una victoria en Megido, y así se proclamó posteriormente durante unos miles de años hasta que se ha descubierto documentación hitita en la que se proclama una victoria en Megido, de ello se ha deducido que la batalla terminó en tablas y con un acuerdo beneficioso para egipcios e hititas, de nuevo a caído el tiglado y se demuestra que historia es exactamente lo que se escribió. Y con los que queda nos tenemos que hacer una idea para aprender, pero no debe ser suficiente o aprendemos mal, las circunstancias se repiten y no nos damos cuenta.
Hoy vivimos bajo la ley de una Memoria Democrática revisionista que limita la libertad de expresión, intenta borrar todo resquicio del franquismo y prohíbe que cualquier investigación llegue a una conclusión positiva sobre este régimen. Es una condena de memoria que intenta no sólo borrar la existencia de un régimen y de cuarenta años de nuestra historia, pretende además cantar las benignidades de una república que fue un fracaso y que los propios republicanos hicieron bastante para que colapsase. Si estudiamos la historia por la prensa de entonces, podemos comprobar que un régimen oscuro, el franquista, sucedió a una república anárquica más o menos igual de oscura. Resaltar las virtudes de la república sin hacer mención a sus defectos es un error tan grave como el de limitarse a decir que el franquismo fue una dictadura en la que no se consiguió que España avanzase.
La ley de Memoria Democrática supone una manipulación de la historia, pero sobre todo de cara al futuro. Una muestra lo encontramos en los callejeros. Nombrar una calle con el nombre de un personaje significa, no sólo rendir un homenaje a la persona, sino un reconocimiento a sus hechos y obres. Asistimos al borrado de las calles de los que el régimen franquista consideraba héroes y mártires , para poner en ellas nombres de los que los dirigentes de la izquierda y nacionalistas consideran sus héroes, de esta forma prolifera calles que no dejan de hacer propaganda a la pesadilla repúblicana y al separatismo.
La historia se está manipulando, quedan pocos supervivientes de la Guerra Civil y somos menos los que vivimos el franquismo en primera persona. Todo se está preparando para que las próximas generaciones estén convencidas de que España siempre ha sido progresista.. Estamos creando un nuevo tinglado.
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