España en Europa.
Cuando se me ocurrió esta segunda parte tenía una idea más clara de lo que tenía que plantearme, pero ahora, si sigo el título del artículo, tengo que acotar a qué me refiero. ¿Nuestro papel en Europa?¿Nuestra influencia en Europa?¿Nuestra relación con Europa? No mandamos a Europa a nuestros políticos de primera línea, en eso somos como todos los países, los eurodiputados vienen a ser un premio de consolación nacional, un mensaje que viene a decir “en España no das juego, pero puedes ser un buen mensajero en Europa”. Ser un comisario de la Unión es otra cosa, es un cargo de prestigio que dirige una política europea sobre una materia. Los comisarios son, en teoría propuestos por la naciones y aprobados por los partidos europeos. En realidad en su nombramiento o rechazo intervienen los partidos nacionales, sobre todo los que ejercen el gobierno. O sea, que la Comisión Europea es, más que una representación de la ciudadanía europea, una representación de los partidos europeos. Más partitocracia.
Si hay más representación ciudadana en el Parlamento Europeo, es la única institución que se cubre por sufragio universal, una vez que el eurodiputado toma posesión de su cargo, empieza a representar a su partido, en raras ocasiones a su nación y nunca a los europeos. El Parlamento viene a ser una Babel en la que se tienen que poner de acuerdo más de 600 personas defendiendo intereses de su partido, de su nación y, en teoría, de Europa. Las normas que de él emanan son el resultado de un proceso largo y farragoso y de una complejidad extraordinaria. Aumentada por la defensa que algunos eurodiputados hacen de intereses ajenos a su partido, su nación y a Europa.
Los eurodiputados españoles no son una excepción, defienden los intereses de su partido y siguen su dictado. Pero Europa consigue en ellos algo extraordinario, los acuerdos que no logran alcanzar en España, los alcanzan en Bruselas y sin discutir. Si España es campo de batalla, Bruselas es donde se parlamenta. Es un acuerdo mutuo, cualquier medida europea aplicada, y discutida, en España, antes ha sido aprobada en Europa con el acuerdo nominal de los eurodiputados españoles.
Desde luego el papel que España juega en Europa tiene menos trascendencia que el que Europa juega en España. Europa puede considerar a España como el centro turístico de la UE y puede considerarla como el típico lugar de ocio, pero con la aquiescencia de los políticos españoles. Y son los representantes españoles los que callan cuando nuestros agricultores se siente perjudicados por una normativa europea y obligados a seguir una burocracia obligada por la misma normativa. Guardan silencio cuando las ayudas europeas se destinan a no producir y a desmantelar en beneficio de unos productos que hay que importar. Queda la duda de quién beneficia más a quién si España a Europa o viceversa.
De lo que no me cabe duda es de que hay unas élites que se benefician de este caos normativo y burocrático. Son difíciles de identificar más allá del nivel político, pero hay personajes con negocios extracomunitarios que les resulta más rentable que sus empresas produzcan fuera de la UE y vendan dentro de ella. Las teorías de conspiración que funcionan para España no sirven en Bruselas. La duda queda al fina si los partidos políticos dan instrucciones en Europa o si los partidos reciben instrucciones en Europa para llevar a las naciones y sus sociedades a un redil determinado. Y en este caso ¿Qué pinta España?
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