17 noviembre 2024

¿QUÉ PODEMOS HACER?

 ¿Qué podemos hacer?


Hoy me he quedado con tres artículos de opinión, dos son de ElDebate.es, uno se titula “No es magia, son tus impuestos”, lo escribe Mariona Gumpert, en él se pone en duda el lema de Hacienda que da título al artículo, entre otras cosas con las que hay que quedarse es que no es magia, es nuestro esfuerzo y nuestro dinero, que de una forma u otra se lo damos a unas instituciones que con él hacen de todo menos magia. El segundo se titula ”El padrecito Sánchez vela por nosotros”, lo firma Luis Ventoso, en él se analiza la situación del Gobierno y su presidente tras la gestión de la DANA, los asuntos de corrupción de su partido y los problemas judiciales de familia y sentencia que, a pesar de todo, está quedando limpio de todo ello. El tercer artículo los firma Francisco Marhuenda y se titula “La deriva autoritaria del sanchismo”, el autor denuncia el establecimiento de un liderazgo basado en el populismo que  impone al poder ejecutivo sobre todos los poderes del  Estado mediante la ocupación de las instituciones. Estemos o no de acuerdo con lo que nos cuentan, los tres tienen un poso en común: lo irreversible de muchos cambios.

Desde la distancia del lector, uno puede comprobar que las élites hacen sus propias luchas en bien de los ciudadanos, que son los perjudicados. Es como una repetición del Despotismo Ilustrado, “todo por el pueblo pero sin el pueblo”. Antes que el bienestar del ciudadano cada acción, propuesta o intervención de cualquier político contempla el beneficio de su partido. Responde antes que a solucionar cualquier problema de la ciudadanía al estudio de cómo será beneficiado el partido y cómo perjudicar al contrario. Este sistema se está imponiendo, los partidos políticos contemplan, sobre todo, cómo controlar o poner de su lado a las instituciones. Los ciudadanos, en el mejor de los casos, sólo son espectadores del circo en el que participan los políticos. La magia es que no podamos hacer otra cosa que votar cada cuatro años, en la mayor parte de las ocasiones, al menos malo.

Y es que el pueblo es como el mono, ver, oír y callar. Y los políticos ni ven, ni oyen, ni callan. Los problemas que nos atosigan desde hace años están lejos de solucionarse, se agravan. La España vaciada (y bacilada) cada vez se vacía más. El paro se sigue manteniendo y se ocultan números. La justicia sigue siendo lenta, cada vez más lenta. Las listas de espera se alargan. Pero nos dicen que hay nuevos derechos, ocultando que hay nuevos problemas. Tener una casa donde vivir resulta una aventura. La okupación aumenta. No nos puede extrañar que aumenten los suicidios, las eutanasias y los abortos, no hay muchas esperanzas para vivir en esta España.

Y estamos atados, no podemos hacer nada. Una rebeldía social redundaría en perjuicio de nosotros mismos. Una protesta, por multitudinaria que sea, no será atendida. Y los políticos ya han sobornado a organizaciones e instituciones para que los ciudadanos sigan siendo, en el mejor de los casos, espectadores. El sanchismo, que en algún momento terminará, oculta a la partitocracia. En ella los diputados representan a sus partidos, y los partidos, dicen, representar a los ciudadanos.

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