HACIA LA TIRANÍA (IX)
La Guerra Civil Híbrida.
Fue el presidente Zapatero el que, en un descuido con el micrófono abierto, sentenció que “la crispación nos beneficia”. Por ota parte, durante la Guerra Fría vieron al luz conceptos como “guerra cultural” y “guerra doctrinal”, en las operaciones militares se estudian doctrina de “operaciones de información” y “operaciones psicológicas”: el coronel Pedro Baños nos habla de una “guerra cognitiva” y los estudiosos, ya sean militares o civiles nos hablan de “guerras híbridas” en las que el último recurso es el militar, pero cuya regla principal es que no hay reglas.
Desde esta perspectiva, con una negativa constante a llegar a un consenso con la derecha y haciendo de cualquier desacuerdo un enfrentamiento que polarice más la sociedad, no nos debe extrañar que como su antecesor, Sánchez sienta que de esta situación puede obtener beneficios y tienda a acentuar las diferencias. Clara señal es su propuesta de levantar un muro entre los progresistas y los que no lo son, este hecho supone plantear la separación de la sociedad en dos grupos los que están conmigo y los que están contra mi.
Y con esta situación se aplican los principios de la guerra híbrida, repartiendo privilegios y limitando derechos. Un claro ejemplo es la regeneración democrática que consiste en limitar y coartar a los medios de información. El muro se hace efectivo entre estos cuando hay pseudomedios (no se ha aclarado este concepto) y medios. Y dentro de ello, el principal problema que ha encontrado Sánchez es encontrar una palabra que defina a los medios de comunicación que no le son afines.
También para tomar posiciones a su lado del muro se hace necesario ocupar instituciones, ya sean oficiales o no oficiales algo que, por otra parte, era habitual en otros gobiernos. Pero Sánchez, en este sentido, premia a la fidelidad más que a la capacidad. Podemos constatar que el prestigio de ciertas instituciones, como el CIS con Tezanos al frente, va decayendo yerro tras yerro, también comprobamos que no sólo el prestigio sino que la calidad y eficacia de las mismas también decae, véase el caso de correos.
Pero es más alarmante el uso que se está haciendo de instituciones oficiales, especialmente del Tribunal Constitucional, que está indultando a los condenados por los EREs y que parece que va a respaldar a favor del Gobierno cualquier duda sobre la constitucionalidad o no de una norma. El uso partidista de la Fiscalía del Estado, omisa ante cualquier supuesta irregularidad del gobierno y sólo activa para acusar a los partidos y partidarios del otro lado del muro. Otro tanto podemos de la Abogacía del Estado que participa en al defensa de los familiares del presidente y del propio presidente, pero no del Estado (a no ser que el presidente del gobierno haya asumido la idea de que “el estado soy yo”). Todo ello demuestra un uso de las instituciones para fortalecer a su persona, más que al régimen.
La adopción de esta actitud de guerra híbrida le permitirá seguir manteniendo el muro en el caso de que algún día llegue a perder las elecciones, la creación de un régimen clientelar consistente en el reparto de privilegios le permite apuntalar su posición, que siempre será, en lo que se refiere a compromisos, errática.. En todo caso, nuestra sociedad y sus ciudadanos haríamos bien en ser conscientes de que somos un campo de batalla.
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