La envainada.
Me imagino que ya saben que, una vez más, el Gobierno envaina y rescinde unilateralmente un contrato por la compra de una munición específica a una empresa israelí. El contrato y la adjudicación ya habían sido publicados en el Boletín Oficial del Estado, ha seguido un proceso en el que ha habido tiempo de darse cuenta que se acordaba un suministro por una empresa israelí. Ha tenido que haber una decisión ministerial y una aprobación del consejo de ministros para que se publique en el Boletín. Y ha habido desavenencias públicas que han llevado a la envainada presente.
Los medios la publican desde diferentes perspectivas, ABC lo contempla desde un prisma económico, Pilar de la Cuesta y Adriana Cabezas informan a los suscriptores que “El Gobierno se arriesga a pagar 6,6 millones por romper el contrato de munición con una empresa israelí”, para llegar en la editorial a la conclusión de que “El infame postureo pacifista lo paga el contribuyente”. El Mundo intenta profundizar un poco y Maria Pina, José M. Rodríguez Silva y Olga R. Sanmartín anuncian a sus suscriptores que “"España sería vulnerable si deja de comprar tecnología israelí": más de 1.000 millones y contratos de Marlaska y Robles pese a la promesa por Gaza”, dejando en evidencia las diferencias entre lo que dice el gobierno y lo que hacen sus ministros, también Gema Peñalosa nos habla de “Tensión máxima entre Marlaska y Sánchez tras la segunda desautorización en un mes”. La Razón lo contempla desde un punto de vista internacional y Macarena Gutiérrez llega a la conclusión de que “España se juega su prestigio tras revocar los contratos con Israel: "Esto solo lo hace un país tercermundista"", El Debate también contempla el impacto internacional y nos informa que “Israel condena la decisión del Gobierno de España de cancelar un contrato de compra de municiones, algo lógico y previsible, desde un punto de vista de política interior anuncia que “El PP denunciará ante el Tribunal de Cuentas que el Gobierno deje sin efecto la compra de balas israelíes”, algo que seguramente acabará en nada, mejor porque lo que tenga que pagar el Gobierno lo pagaremos todos los españoles. Incluso en la prensa que podríamos considerar afecta al progresismo se detecta un tono de reproche. En El País Carlos E. Cue informa que no pasa nada y que “Sánchez mantendrá a Marlaska pese a desautorizarlo para salvar la estabilidad de la coalición”, insiste Miguel González en que “España ha adjudicado 46 contratos por más de 1.000 millones a la industria militar israelí desde el inicio de la guerra de Gaza”, admite así el medio la incoherencia del ejecutivo (se notan, también las desavenencias entre el partido y el propietario del periódico), llegando la editorial a la conclusión de que es “Otro sofoco inútil en el Gobierno”. En Público, Victor López nos habla de “Un contrato con freno y marcha atrás: las tres claves sobre la renuncia del Gobierno a adquirir las balas a Israel”, y vuelve a insistir en que “El Gobierno ha adjudicado 46 contratos armamentísticos a Israel desde el inicio de la guerra de Gaza”, parece que la prensa afecta se sorprende de que digan en el Gobierno una cosa y hagan otra. A eso se le llama postureo.
Pero pocos hacen una lectura realista y ninguno extrae consecuencias que no sean políticas. Los malo de esta envainada y del análisis realizado por prensa y partidos es el nivel en el que queda nuestra cultura de defensa. Lo primero que queda claro es que en España faltan unos quince millones de cartuchos que, por lo visto, sólo pueden ser fabricados en Israel, buena noticia para los delincuentes, mala para la seguridad. Lo segundo es que tras cinco años de recitar las excelencias de la autonomía estratégica, España es incapaz de fabricarse su propia munición. Parece que ya no somos capaces de hacer balas. No supone la cancelación la envainada de un contrato. El propio contrato es además de la constatación de una mentira, la confirmación de la renuncia a disfrutar de esa famosa autonomía estratégica, esta claro que debe limitarse a la producción de mascarillas.
Que el Presidente del Gobierno decida salvar la coalición es lógico pero, como en el famoso cuento, queda la evidencia de que España, como el Rey, está desnuda en muchos aspectos. Que en el caso de la industria de defensa i+D+I significa intervención, destrucción e indiferencia. No es en este caso Marlaska el desautorizado, lo es el Gobierno y no es el ministro el que se traga un sapo, sino todos los españoles. Muy pacifistas si, pero indefensos.
2 comentarios:
Deberíamos fabricar balas. Un beso
Debido precisamente a esa propaganda (ahora se ve que mentirosa) de que éramos autosuficientes, me he quedado de piedra con el asunto de las balas. Supongo que en España se fabrican, aunque serán de otro tipo, aunque visto lo visto, no me sorprendería en absoluto que no fuéramos capaces de fabricar ni un simple cartucho.
Bastante preocupante y revelador.
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