El poder y el sexo.
Hay quien dice que el que ejerce el poder tiende a buscar cariño extra, posiblemente el que le ofrezca su pareja no es suficiente. La historia nos ofrece numerosos casos de ellos y de ellas. El Rey de Francia y Madame Pompadour, ejemplo de cortesana, también tuvieron fama los amoríos de Catalina de Rusia. En España los Borbones y consortes han hecho gala de la misma fama. En nuestra historia reciente hay algunos casos el Presidente Clinton y la becaria Levinsky y la rabiosa actualidad de Ábalos. Realmente no se comete delito por ser infiel o por darse una alegría con un maromo o una señorita de compañía. Mentiría si dijese que es lo más normal, pero irse de picos pardos tampoco resulta algo extraordinario. Aunque si resulta ser una novedad cuando lo hace un personaje conocido que suele estar en el foco de atención. Apliquémoslo de otra manera, una chica en biquini es de lo más normal, pero si lo lleva la Princesa de Asturias es noticia.
Escribe hoy Ramón Pérez-Maura en El Debate un artículo de opinión que titula “Bolaños y Alegría no se salvan” y hace referencia a los sucesos acaecidos, dicen, en el Parador de Teruel y a las declaraciones de la ministra Alegría. No se trata de meter a Ábalos en la cárcel por haber celebrado una orgía, que no es muy normal, sino por haberla pagado con dinero público. No obstante ya hay una pena para el que acusó de corrupción a unos, de enchufismo a otros y quería sancionar a los clientes de alterne para abolir la prostitución. Queda por probar su corrupción, pero sus enchufes parecen evidentes y que es un putero está fuera de dudas. En el índole personal no es el ex ministro el que va a sufrir la situación en solitario, también lo harán sus familiares. Y también, a poco que uno reflexione, dejarán en evidencia su catadura moral. Si sus hijos se aprovechaban de la estela que iba dejando su padre, si su perdón y comprensión hacia él era más negocio que cariño es una duda que cargarán siempre.
En mi opinión Hillary Clinton ha sido la que más ha sacrificado para poco. Tuvo que perdonar públicamente las infidelidades de su marido cuando era candidato a la Casa Blanca. Logró ser la primera dama, pero con un par de cuernos. Con el affaire Levinsky quedó claro que la primera dama no era la única. Nuevo perdón para poder ser candidata. La ambición pudo más que su orgullo. Perdió las primarias con Obama y las presidenciales con Trump. Ella sabrá si le ha valido soportar tanto, él sabrá si ha estado a la altura, ellos tendrán sus motivos.
En todo caso uno se queda con la impresión de que el ejercicio del poder trae consigo la necesidad de demostrarlo. Esta demostración se puede manifestar de muchas formas: impunidad, abuso, injerencias... y el sexo es una más, como una especie de afirmación. Queda clara la patología: nunca es suficiente y todos queremos más.
1 comentario:
Le llaman la erótica del poder. Un beso
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