13 abril 2025

DE LA CABALLEROSIDAD

De la caballerosidad.

El caballero, la muerte y el diablo. Biblioteca Digital Hispánica

Publica hoy Gustavo Morales en El Debate un artículo de historia que titula “El piloto británico que luchó en la Segunda Guerra Mundial con dos piernas de acero”, cualquier aficionado a la avión debería saber que este piloto es Douglas Bader, su vida está reseñada en el artículo por lo que no hace falta repetirla. Adolf Galland en su libro “El primero y el último” hace mención de su relación con Bader y en otras biografías más detalladas se explica la amputación de sus piernas fue debida a una “fantasmada” del piloto haciendo acrobacias. Hace mención el artículo a la caballerosidad con que fue tratado el cautivo Bader, a que habilitaron un corredor para que las RAF pudiese suministrar al prisionero otro par de piernas ortopédicas y que los británicos aprovecharon para soltar algunas bombas junto con las prótesis. Evidentemente la caballerosidad no fue correspondida. Hay quien dice que los ingleses sólo se comportan como caballeros cuando capitulan. No tengo tantos conocimientos de historia para darles la razón o llevarles la contraria.

Durante la Primera Guerra Mundial la lucha en el aire se comparó con los duelos entre caballeros, los aviones se adornaban con los emblemas del piloto o se pintaban de un color determinado. Manfred Von Richthofen volaba en un avión pintado de rojo y el avión de René Fonk exhibía una cigüeña en su fuselaje. Era una guerra paralela que en ese momento no tenía la influencia que llegó a tener en el campo de batalla. Los pilotos, lejos de la trincheras, dormían y hacían una vida que se presenta indolente en sus bases y con el suficiente tiempo libre y autonomía como para desplazarse a los localidades de las poblaciones cercanas a las bases. Una vida de la que no disfrutaban los miembros del ejército en las trincheras y de las marinas embarcados. Pero la caballerosidad, casi deportividad, con que se inició la contienda no tuvo continuidad. Al principio era normal que si a un piloto se le encasquillaban las ametralladoras se abandonase el combate, cosa que no ocurría al final de la guerra.

La primera gran batalla aérea de la Segunda Guerra Mundial, y posiblemente de la historia por lo decisiva, fue la Batalla de Inglaterra en que se enfrentaron la RAF y la Luftwaffe. No sólo fue un enfrentamiento bélico entre dos fuerzas aéreas, también hubo otras batallas técnicas (diferente funcionamiento de motores, diferentes combustibles), tácticas ( diferentes tipos de formación) y tecnológicas (aparición del radar). Otra fue la formación de las juventudes que se enfrentaban, la una patriota y fanatizada y la otra indolente y deportiva. Ambas demostraron su capacidad de sacrificio y su voluntad y tesón. Los rasgos de caballerosidad fueron desapareciendo a lo largo de la contienda. Los alemanes victoriosos se podían permitir ese lujo con Bader, según veían alejarse la victoria y se tenían que apretar el cinturón con ser correctos tenían bastante.

Creo que no existe hoy la caballerosidad, ni en la guerra ni fuera de ella, habrá quien la considere machismo, y habrá quien la considere desfasada y decimonónica. Hay, en el mejor de los casos, mucha corrección, atención a las formas y al vocabulario; pero poca caballerosidad. Dicho de otra forma mucho señorito y poco caballero. Tampoco es que se le haga mucha propaganda al caballero, más bien a lo contrario. Tiene crédito el que no tiene palabra y el insulto, la falta de respeto, tiene más valor que el razonamiento y la explicación. Es lo que nos toca vivir. No sé si mejor o peor, diferente en todo caso.

También invita a reflexionar el hecho de que una nación haya permitido, hoy difícilmente lo haría, a que sirvan en sus fuerzas armadas personal sin piernas, después de Bader en la RAF, fue Hans Rudel en la Luftwaffe, hubo muchos pilotos tuertos, antes que ellos Nelson comandó la escuadra británica en Trafalgar tuerto y manco, y antes de él Blas de Lezo dió una lección a Vernon estanto tuerto, manco y cojo. Además de ser una muestra de que no por perder un miembro se pierden capacidades, también demuestra la necesidad de las naciones de recurrir a estos sacrificios cuando sienten que las cosas van mal.

2 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Creo que la guerra no tiene nada de positivo, aunque haya excepciones. Un beso

LUFERURA dijo...

No hay nada de positivo. Sale lo peor de nosotros en más ocasiones que lo mejor.
Un saludo.