02 abril 2025

CHIRINGUITOS

 Chiringuitos.   

 


La Real Academia Española de la lengua nos dice que un chiringuito es un Quiosco o puesto de bebidasgeneralmente al aire libredonde a vecestambién se sirve comida. Algunos de sus sinónimos son quiosco, merendero, aguaducho o timbiriche. En una segunda definición nos dice que, coloquialmente, es un negocio o actividad comercial, o lugar donde se desarrolla. Me imagino que cuando el Presidente del Gobierno se ha referido a las universidades privadas como chiringuitos se refería a esta segunda a acepción. Considerándolas como negocio y no como vehículo de enseñanza. Complementan estas declaraciones las hechas por la ministra Montero que considera a las universidades privadas como un peligro para la clase trabajadora. Parece que un chiringuito es lo que escapa al control oficial (lo privado) mientras que lo que dirige un estamento oficial no es merecedor de esta calificación. Tarde o temprano tenía que llegar este momento, ya ha habido sus más y sus menos con la educación y los colegios públicos y privados, con la sanidad pública y privada, con el transporte público o colectivo o el privado, en automóvil. La universidad tenía que esperar su turno.

El 31 de marzoMaría Curiel publicó en El Debate que “Sánchez tacha a algunas universidades privadas de «chiringuitos educativos» y limitará por ley su apertura”. Hoy, en el mismo medio, Gonzaga Durán nos escribe de “Los tres gráficos que explican la cruzada del Gobierno de Sánchez contra las universidades privadas”. En La Razón, Juan Ramón Lucas parece confirmar nuestra impresión inicial en un artículo que titula “Ahora la universidad”. Pero hay muchos más artículos que tratan esta repentina preocupación universitaria.

Creo que este nuevo encontronazo hay que considerarlo como una fase más de la estrategia de enfrentamiento del Gobierno. Y dentro de éste siempre existe el recurso a los chiringuitos, ya los había sanitarios, informativos y ahora educativos. La falsa impresión que se quiere dar de que lo público es gratis no deja de ser una falsedad. Ni la sanidad pública es gratuita, ni lo es la universidad pública, como tampoco lo es la educación pública. Ningún producto es gratis, y lo pagamos todos con nuestro dinedo, ya sea de impuestos o deudas. Ni siquiera son gratis las profecías de Tezanos, también las pagamos con nuestros impuestos.

El uso de la palabra chiringuito es falso e interesado. Más bien indicativo de que el dueño o titular del negocio no es la persona que interesa. Resulta poco convincente tratar de chiringuito a una universidad privada y no prestar el mismo trato a una universidad que tolera los escraches (a quien opina diferente del gobierno), tiene en su nómina a profesores sobones y nombra catedráticos a no licenciados que solicitan que se les cree un máster. Salen a la luz las contrataciones de los alternes de un ministro en empresas relacionadas con el ministerio de transportes que se ha manejado como un chiringuito. Afloran estafas de mascarillas en las que están acusados las cabezas visibles de instituciones oficiales que se han conducido más como responsables de un chiringuito (un negocio o actividad) que de la gestión de un servicio. Pero si por chiringuito nos referimos a un negocio interesado debemos admitir que el PSOE gubernativo tiene más de mafia que de chiringuito, de momento persigue el poder más que el dinero.

Pero el chiringuito es una actividad honrada y transparente, es visible, hace su oferta, y gana su dinero. Si la oferta se realizase de forma oculta, si entregase al cliente algo diferente de lo ofertado no sería un negocio, sería una estafa. Y más se parece el gobierno a lo segundo que a lo primero. El gobierno intenta dar una connotación despectiva a con término que no tiene que serlo. No tiene por qué ser malo obtener beneficios por medio de una empresa sanitaria, educativa o de formación. El prestigio de una empresa viene definido por la calidad de sus productos y no por sus ingresos. Lo público no es una garantía de calidad, sirvan de ejemplo las cajas de ahorro que debieron ser rescatadas por su mala gestión y que fueron de origen de la falacia de “la banca nos debe 75000 millones”.

El término chiringuito viene a ser, entonces, un eufemismo del gobierno para denominar despectivamente una organización, negocio o actividad que no puede controlar. También, como en el cuento, el PSOE se ha dado cuenta que con tantas cesiones el estado está desnudo, sin más capacidad de decisión que liarlo todo. Se ha encontrado que se ha comprometido a solucionar un problema de vivienda sobre el que no tiene competencias, ha permanecido pasivo en los aspectos que puede controlar de la educación (como es el idioma) pero la única forma de demostrar que manda algo es acudir al enfrentamiento público - privado. Algo así pasa con las universidades, es una competencia transferida, y mediante el enfrentamiento público privado pretende controlar la creación de nuevos centros. No es, por tanto, una cuestión de calidad, sino de control.

Se ahonda en el enfrentamiento queriendo crear una España de extremos, españoles ricos contra pobres, lo público contra lo privado, los trabajadores contra los empresarios, los propietarios de casa contra los que buscan casa. Y en este enfrentamiento todo se justifica, hasta el odio hacia los que representan un extremo. Se ejerce la libertad de expresión sin responsabilidad de lo expresado. Se habla de delitos de odio pero no del odio que se está generando.

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Muy cierto. No es más que otra cortina de humo para ocultar su mala gestión. Un beso