Un chantaje en directo.
Me imagino que sabrán de lo acontecido ayer en la Casa Blanca, esa discusión televisada entre Trump, Zelenski y Vance que terminó en enfado y desencuentro. Se esperaba concluir con la firma de un acuerdo, no hubo firma ni acuerdo, y terminó con un monumental cabreo recogido en los medios de comunicación. Christian Dos Santos lo traslada al seguimiento que hace La Razón en “Guerra Ucrania - Rusia, en directo hoy: tensa reunión entre Trump y Zelenski por las tierras raras, consecuencias y reacciones”. Anderson Simanca, en el mismo diario, nos informa de una “Reunión tensa en la Casa Blanca entre Trump y Zelenski”. En El Debate Hugo Marugán informa de una “Bronca a gritos entre Trump y Zelenski en la Casa Blanca: «Estás jugando con la Tercera Guerra Mundial»” y Edgardo Pinell en “Así fue palabra a palabra el duro intercambio entre Trump y Zelenski en la Casa Blanca” nos reproduce la riña.
Aunque lo que se ve es la última parte de un video de aproximadamente una hora y diez minutos en el que durante casi cincuenta y cinco minutos se ve la imagen de una puerta primero y la foto de Donald Trump y luego la conversación (por llamar de alguna manera al espectáculo). De siempre se ha dicho que en una negociación hay que anticiparse al oponente y conocerle en lo posible, saber como piensa y qué defiende. Si se pretende alcanzar un acuerdo hay que hacer hincapié en lo compartido y minimizar las diferencias, no parece que se haya seguido esta pauta y que, uno y otros, se hayan preparado la reunión. No sé si en las conversaciones habidas a puerta cerrada estaba preparada esta escenificación, sabemos lo que vemos y nos cuentan lo que ven, lo que pase a puerta cerrada son suposiciones y hacen falta testigos para confirmarlas.
Zelenski está acostumbrado a acudir a entrevistarse con presidentes y jefes de estado con una vestimenta informal, cuando no de guerra, se le recibe con la simpatía resultante de representar el papel de David que lucha contra Goliath. Hasta ahora lo que ha conseguido es un compromiso limitado que le permite plantar cara, pero no vencer, al enemigo ruso. Ha ido a los Estados Unidos a formalizar un chantaje consistente en entregar a precio de saldo los recursos de su país. Y ha ido pensando que se iba a repetir la parafernalia de anteriores reuniones. Grave error, el buen rollo no va con Trump y diciendo lo que otras a veces a dicho lo ha enojado, que un poco de ganas le tenía el presidente americano por haber apoyado a Biden aunque fuese “sin querer”.
Ha sido un chantaje en directo, además de una humillación, le han recordado que sin su ayuda no puede luchar y que se está portando como un boxeador golpeado y grogui que necesita doparse para seguir en el combate. Vamos, que le han dicho que está vencido. Y no hay peor insulto que llamar cojo a un cojo. Se le ha acusado de preferir la guerra. Pero, seamos sinceros, nadie ha propuesto un alto el fuego que aceptar o rechazar y nadie ha dado un paso por cambiar la situación y no se han detenido las operaciones. A Ucrania se le está exigiendo una rendición incondicional.
¿Puede y debe rendirse Zelenski? ¿Hasta dónde debe llegar el compromiso de Europa? La idea de Trump es muy clara, Ucrania se rinde, Estados Unidos la explota y Europa la defiende. Hay muchas incertidumbres, qué clase de gobierno hay en Ucrania y cuál la calidad del mismo, tiene fama de corrupto, y no ha garantías de que deje de seguir así después de la guerra. Qué soberanía le queda a Ucrania toda vez que su política exterior estará acotada, no puede ser miembro de la OTAN. Es posible que los ucranianos se den cuenta de que han sido un títere en lo que se refiere a las relaciones internacionales, Rusia necesitaba asegurarse Crimea y Occidente tener amarrados los recursos de Ucrania. Unos apoyaron la revolución naranja primero y la del Maidán después y Rusia intervino en Crimea a la vez que extendió su protección a los habitantes de Lugansk y del Donest lo que provocó un estado de guerra civil en estas provincias que terminó con la invasión rusa. Zelenski es un espectador involuntario del reparto de Ucrania. Mayor humillación.
El pragmatismo dice que lo mejor es la rendición de Ucrania y la realidad deja de manifiesto que la paz no traerá un renacimiento de la nación, sino de otro país que ya no será Ucrania, deja también en evidencia la inutilidad del sacrificio de una generación y una futura brecha profunda entre los que se fueron y los que se quedaron que derivará en los cobardes y los valientes y terminará siendo la de los ricos y los pobres. El paisaje después de la batalla es más desolador si cabe. No se ha tratado de esto en la bronca, parece un problema secundario, pero es el germen de una nueva guerra. La ayuda europea puede ayudar a prolongar la resistencia, pero no es suficiente. Zelenski se ve forzado a elegir entre dos opciones: Ucrania desaparece como consecuencia de un tratado de paz o Ucrania desaparece como consecuencia de la guerra. En todo caso debe afrontar una derrota injusta. Una responsabilidad abrumadora.
Los dos americanos parecen querer intimidarle, han parecido esperar a que el ucraniano diga algo que pueda considerarse comprometedor o amenazante (que los Estados Unidos acabarán sufriendo esta guerra) para que se le echen encima todos los demonios y a que le suelten los reproches que tenían pensados pero no expresados. Lo que habían declarado a la prensa, pero no se habían dicho a la cara.
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