06 marzo 2025

LÍDERES E INSTITUCIONES

 Líderes e instituciones.  



Cuando en la asignatura de Historia militar se trataba la Batalla de Cannas, que tuvo lugar durante la Segunda Guerra Púnica, el autor del libro de ESTUDIO, Luis de Marimón Riera, la subtitulaba como “el genio contra la institución”. O sea, Anibal contra Roma. Este enfrentamiento se ha repetido a lo largo de la historia con resultados diversos. Atila contra Roma, Napoleón contra Inglaterra o  Ghandi contra el Reino de Unido. En estos enfrentamientos no ha habido una constante, unas veces ha vencido el líder y otra la institución. Pero siempre ha dependido de la fortaleza de uno u otro. El líder es efímero y una buena institución tiene vocación de permanencia, pero también evoluciona y, con el paso del tiempo, puede llegar a olvidar el cometido para el que fue creada.

Ambos ejercicios han evolucionado a lo largo del tiempo y también lo ha hecho la relación del líder con la institución. Lo ideal es que el líder fortalezca las instituciones y base el poder en el buen funcionamiento de las mismas. Pero ello da pie al nacimiento de nuevos líderes, y posibles rivales, por lo que un líder siempre intentará mantener el control de las instituciones y, en caso de ser necesario, cercenar las cabezas que sobresalgan. Llegados a este punto el ejercicio del poder se ve influenciado por la desconfianza y las instituciones pasan a estar dirigidas por aquellos que están dentro del círculo de confianza del líder. Según Isaac Asimov en su libro sobre el Imperio Romano, “Historia de Roma, 2ª parte”, las relaciones entre el emperador y el senado influían en la marcha del Imperio. Juan Eslava Galán en su ficción autobiográfica de “Yo, Anibal” nos dice que uno de los más graves problemas del general cartaginés eran las malas relaciones que tenía con el Senado de Cartago.En ocasiones las instituciones han sustituido al líder, o cuanto menos, controlado. Unas buenas instituciones garantizan el buen funcionamiento de un estado, gracias a ellas Roma pudo sobreponerse a una serie de malos emperadores.

Las instituciones se han ido multiplicando a lo largo de la historia, las hay de toda actividad y circunscripción. En el panorama actual, y atendiendo a su área de actividad, podemos ver que cubren todo el espectro, las hay locales, regionales, nacionales e internacionales (que abarcan desde zonas geopolíticas hasta el mundo entero). En cuanto a su adscripción, las hay oficiales, gubernamentales y no gubernamentales. Y, en cuanto su actividad, abarcan todas las funciones desde la coordinación política (ONU), atención médica o servicios (Cruz Roja) o entretenimiento (Payasos sin fronteras). El líder debe atender, de alguna manera, a aquellas que puedan influir en el ejercicio de su poder. En nuestro nuevo orden mundial estas instituciones están adquiriendo mayor influencia, tanta que las naciones son una referencia geográfica en el ejercicio de su actividad, entre ellas tienden al asociacionismo, de forma que es relativamente sencillo la confederación entre diferentes instituciones, llegando a influir en la acción del gobierno de una nación.

También ha cambiado el liderazgo, y en muy poco tiempo, los líderes que espoleaban a los ciudadanos prometíendoles “Sangre, sudor y lágrimas”, los que les proponían “no preguntar a tu país lo que puede hacer por tí, sino preguntarte qué puedes hacer por tu país” o los que prometían el éxito sufriendo con el ejercicio de la resistencia pasiva han dado paso a los que engañan prometiendo todo y sin esfuerzo alguno. En realidad, las promesas se las hacen a las instituciones. El compromiso del líder, más que con la ciudadanía, es con las instituciones que apoyan en mayor o menor grado su ideario. Y son los líderes de las instituciones, entiéndase por tales a partidos políticos, agrupaciones, asociaciones y diferentes organizaciones, los que pactan para influir sobre los estados. Si hasta ahora los estados definían el orden mu ndial en exclusiva, ahora en la definición del nuevo orden viene condicionada por la participación otras instituciones, baste el ejemplo de la Agenda 2030.

En definitiva, unos de los rasgos del nuevo orden es que el líder intenta servirse de las instituciones, ya sea colonizándolas, pactando con ellas o subvencionándolas.

2 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Un gran análisis. Deberías publicar en diarios. Un beso

LUFERURA dijo...

Agradezco tu opinión, pero si publicara en diarios tendría muchos problemas.
Un saludo