04 agosto 2025

¿DESCONECTADOS?

¿Desconectados?

Parece que las noticias, y opiniones, como decíamos ayer se centran en recordar que hay asignaturas pendientes para septiembre y en el mal uso o abuso de los recursos oficiales del Presidente en La Mareta en lo que es el plano nacional. En lo que se refiere a la actualidad internacional parece que Israel se está pasando en Gaza, sin olvidar que hay un Hamás que está utilizando el hambre y el genocidio como arma política y que mimetiza su causa con la causa palestina. Otra guerra en la que, como tal, se concentran todas las miserias. Cada cual tendrá su opinión, que si está bien fundamentada, es buena y enriquecedora. El resto parece olvidado.

Entre todo esto publica La Razón un artículo que escribe Pedro Herrero y lleva por título "La desconexión de la mayoría" y no es el típico artículo del verano. Resulta una descripción de la sociedad actual en la que se llega a la conclusión de que se está apoderando de nosotros cierta insustancialidad, por desconexión no se refiere tanto a estar desconectados de algo, sino a estar aislados, a estar desconectados unos de otros. Deja Don Pedro algunas perlas que invitan a la reflexión y que amplía en el artículo. Ya desde la primera frase del texto "Tal parece que en España no haya pasado nada nuevo en esta última década" y la explicación de esta afirmación que concluye en que se simplifica demasiado. Discurre sobre la sensación de la incomodidad de una persona de estar en una conversación en que todos los participantes parecen saber de qué se está hablando y son conocedores de la materia de la que ésa persona no sabe nada y no puede admitir que no sabe nada, prefiere no aprender.

Y a partir de este ejemplo nos va dejando sentencias, con las que se puede o no estar de acuerdo, pero resultan demoledoras:

"La conversación pública parece cada vez más diseñada para evitar la incomodidad del no saber" para llegar a la conclusión de que "la máquina de la revolución se ha vaciado".

Lo cual parece que nos lleva a una sumisión de lo políticamente correcto, dado que la "incomodidad del no saber" puede llevar al estudio y la investigación y estos a poner en duda la versión social de la mayoría para cada circunstancia. El conocimiento y la aspiración a algo mejor son la máquina de la revolución, cuando hay un poder que nos dota del conocimiento que él considera necesario y nos convence de tener satisfechas todas nuestra aspiraciones, la máquina de la revolución está controlada y ésta dirigida. Evitar también la "incomodidad del no saber" invita a la imposición de una relatividad que conduce a la tolerancia, e incluso admisión, de principios completamente contrarios a los nuestros. Una idealización de la posibilidad de la fusión de nuestras creencias con otras contrarias

- "La conversación pública española parece haber renunciado a explicar en términos de realidad lo que vive y preocupa a una parte cada vez más mayoritaria de la sociedad".

Parece ser que los problemas que padecen los españoles no alcanzan las altas esferas y ni se espera que haya una solución de los mismos. Por ejemplo, mucho se discute y legisla de vivienda, pero se hacen pocas viviendas y no se dan facilidades para su construcción. Sin ir más lejos tras más de veinticinco años de "operación campamento" todavía no se ha materializado una vivienda en la zona que ocupaban los cuarteles. Lo mismo podemos decir el paro, una política que parece que pretende disminuir el número de parados en beneficio de "fijos discontinuos" y que consiste en pagar subsidios en vez que fomentar la creación de puestos de trabajo y la ocupación de los existentes. Parece que hay una mayor divergencia entre los problemas de los políticos y los problemas de los ciudadanos. 

- "En España nos hemos ido empobreciendo. En términos de políticas públicas con efecto material, lo único que ha quedado es subir las pensiones todo lo que se pueda. Y que los sueldos de los funcionarios caigan un poco menos que los del sector privado. Los editoriales siguen repitiendo mantras sobre el matrimonio y tener hijos que ya eran viejos hace una década. Se sigue teorizando sobre relaciones entre hombres y mujeres sin mirar de frente a un solo dato básico: cada vez hay menos relaciones".

El principal motor económico de una sociedad es que los hijos vivan mejor que los padres. En la actualidad no se puede sostener tal afirmación, nuestros hijos viven cada vez con más limitaciones, económicas, emocionales y sociales. Es posible que disfruten de más derechos, pero sufren más burocracia y están sujetos a mayores controles desde el momento que es el estado protector, y no sus padres, el que debe solucionar sus problemas. Las parejas se están transformando en una sociedad más que en una familia, el propio estado fomenta este modelo de reparto de tareas, de dos trabajos y de "imposibilidad" de tener hijos, que se contemplan como un impacto negativo en el modelo de vida adoptado. Efectivamente cada vez hay más acuerdos, pero menos relaciones.

- "La polarización sentimental es una realidad. Cada vez más mujeres por culpa de la ideología feminista con la que se identifican ya no ligan. La mal llamada brecha de género se cierra, sí, pero no porque se avance en igualdad, sino porque hay menos niños, y por tanto, menos madres. A una generación de hombres jóvenes no se les ofrece un lugar, ni un sentido, ni un relato. Les hemos ofrecido a todos ideología y les hemos acabado fallado como sociedad, sin más".

Ahonda esta sentencia la anterior, lo políticamente correcto impone un modelo de familia que, como ya hemos dicho, consiste en una sociedad en el que se confunden igualdad de derechos con igualdad de funciones. El feminismo deja de ser un principio para ser la imposición de un "hembrismo" similar al machismo en el que se invierten los papeles. La ideología, en este caso, no es que haga evolucionar a la sociedad es que se la está cargando. Efectivamente la ausencia de niños hace que ya no existan madres y padres, dando lugar a personas en que el sexo, y el género, tiene una importancia secundaria.

- "Las universidades y chiringos académicos están más a capturar fondos europeos que a pensar. Y los que no pillan aspiran a formar cuadros ideológicos con los que subirse a la próxima ola ideológica".

Una triste realidad aplicable no sólo a la universidad y academia sino a la mayoría de las instituciones. La principal función de las instituciones es garantizar su existencia ocupando un papel secundario los cometidos para los que fueron concebidas. Resulta cada vez más absurdo que la normativa se dirija a la auditoria de las instituciones antes que al fortalecimiento de su función; a exigencias administrativas antes que las funcionales. A primar la generación de números y documentos antes que el conocimiento.

- "...pero lo cierto es que no somos capaces de pensar una sociedad democrática sin credibilidad en los intermediarios".

Y es verdad, la sociedad y las personas anhelan líderes (los intermediarios) a los que seguir, un liderazgo creíble que deberían ocupar las instituciones, si  fuesen buenas. Estamos en un estatus en que la sociedad necesita líderes que fortalezcan las instituciones y no que se sirvan de ellas, que fomenten la iniciativa y eliminen los subsidios que son, en gran porcentaje, despilfarro. Un liderazgo que refuerce unas instituciones que generen la necesaria credibilidad en el Estado y se doten de la normativa y riqueza precisas para solucionar los problemas de los ciudadanos. Pero ese liderazgo no está, ni se le espera. Así que seguiremos pudriéndonos. 

2 comentarios:

Susana Moreno dijo...

Una conclusión triste pero real. Mientras no haya iniciativa no hay futuro. Un beso

LUFERURA dijo...

Lo malo es que las iniciativas son muy interesadas.
Un saludo