Vasallaje o rebeldía.
Decía ayer que Europa necesita aclarar sus ideas, podemos poner la esperanza en que una reunión informal supere la cacofonía que suponen muchas peticiones por parte de presidentes que parecen estar de capa caída para poder reivindicarse. Una especie de decir a sus compatriotas “no os gusta cómo lo hago en casa, pero mira qué bien lo hago fuera”. Y creo que cada uno de los asistentes tiene una idea muy clara en mente: posicionarse en una Europa en declive que le catapulte en el ámbito nacional. Si estamos asistiendo a la formación de un nuevo orden mundial, de esta reunión informal puede surgir la propuesta de un nuevo orden europeo. Pero se trata, fundamentalmente, de que Europa tenga las ideas claras del papel que quiere jugar en el mundo y de su futuro. Depende mucho de lo que quieran las naciones que la conforman y de la coincidencia entre las ideas más o menos claras que puedan tener con las de la Unión Europea. No es fácil.
Y no es fácil por el nuevo panorama que se atisba con el presidente Trump. Debo admitir que si fuese americano (por estadounidense) depositaría en él cierta esperanza. Pero no soy americano y no todo, por no decir muy poco de, lo que haga Trump va a ser beneficioso para mí. Nos lo advierte Antonio Caño en un artículo que publica The Objetive y titula “Para los que apoyan a Trump”, en él nos dice que no hay razones para celebrar las bravatas de Trump y que es absurdo esperar que sea el presidente de los Estados Unidos el que acabe con Sánchez. Es pronto para identificar la política de Trump o el propósito que hay detrás de cada declaración, pero si refleja una idea clara y nítida: America First. Y dentro de esta concepción ya ha demostrado que Estados Unidos no tiene aliados sino vasallos, y si no son rivales cuando no rebeldes. La segunda derivada es que si se esperaba que el Presidente de los Estados Unidos fuese un líder mundial, Trump renuncia a este papel y que el mundo funcione sin líderes porque tampoco va a dejar que nadie ocupe su lugar.
Pero a nivel local no podemos confundir las simpatías que pueda despertar con servilismo o vasallaje. Copiar las políticas que dan buen resultado en una nación, no es un garantía de que lo den en España. Y ponerse en contra liderando la rebeldía y erigirse en un muro tampoco tiene porqué dar buen resultado, en un enfrentamiento siempre hay daños. Quiero con esto decir que nosotros también necesitamos tener las ideas claras y, sobre todo, ver las cosas con perspectiva. Es importante determinar a favor de qué estamos en vez de guiarnos en contra de lo que no nos gusta. El siguiente paso sería modificar nuestra prioridades. España y los españoles llevamos mucho tiempo decidiendo a la contra: Sánchez se ha encaramado al poder porque la derecha no gusta. Feijóo basa sus campañas en que Sánchez no gusta. En España tendemos a personalizar la política, votamos a partidos pensando en personas que andan a la gresca. Trump viene a ser una variable más en el revoltijo, para él España no merece atención, pero para los políticos es necesario que nos posicionemos en su contra, que es a favor de Sánchez, o a favor, que es contra Sánchez. Ser rebelde o ser vasallo.
Pero hay otras alternativas, y para ello hay que tener claras las ideas.
3 comentarios:
Contra el globalismo es la mejor posición. Un beso
Un globalismo cooperativo no tiene por que ser malo, un globalismo competitivo no tiene por que ser bueno.
Un saludo
Ahora veo a Ucrania como la Polonia que se repartieron Hitler y Stalin.
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