Jacques Offenbach
Si les propongo que me sugieran una canción o un baile representativo de la “belle epoque” me imagino que muchos re referirían al Can Can, ese baile en que las bailarinas levantan y mueven sus faldas y muestran su ropa interior al son del galope infernal de la ópera Orfeo en los infiernos. Es extraño que la música del París del fin de siglo fuese compuesta por alguien nacido en Alemania, concretamente en Colonia, y nacionalizado francés.
Nos referimos a Jacques Offenbach, no fue un compositor de lo que podríamos considerar espectáculos de revista, sino de óperas y operetas cuyos fragmentos fueron utilizados para el espectáculo. Su música, como la de otros autores, se sigue utilizando en el mundo del cine, de la televisión y de la publicidad. El Can Can es una obligación en el repertorio de los cabarets de París.
A mi la música de Offenbach me parece elegante, y parece desarrollarse hasta con lógica. La primera vez que escuché, aparte del obligatorio Can Can, su música fue durante un concierto de años nuevo de la Filarmónica de Viena, no recuerdo el año pero sé que el director era Lorin Maazel. A modo de homenaje hizo un hueco en el repertorio de los Strauss y toco la obertura de Orfeo en los infiernos, que como ya he dicho termina con el galope infernal, me gustó más la primera parte. Me pareció, como mero aficionado a la música, que va desarrollando el ambiente para desembocar en ese final.
Posteriormente compré un CD de una selección de la ópera “Los cuentos de Hoffman”, cuya parte más conocida es “la barcarola”, no hay soprano que no la haya cantado, una canción evocadora que Roberto Benigni pone en el campo de concentración para que su mujer lo sienta cerca en la película de “La vida es bella”.
Pero también dentro de esta ópera hay una pieza, que a mi me parece deliciosa, que es la canción de Olimpia, Les oiseaux dans la charmille (Los pájaros en la glorieta), la canta una muñeca autómata de la que Hoffman se enamora. Uno de los cuentos de Hoffman es Copelius, el creador de una muñeca mecánica, que también será llevado al ballet por Leo Delibes en Coppelia.
Mi último descubrimiento fue el vals de los rayos, también vals del bamboleo, aunque lo oí hace tiempo en una serie de televisión, Felix Krull, he necesitado de internet para ver una reposición saber del autor y buscar la obra. Aunque Offenbach lo denominó Vals de los rayos, el público lo rebautizó como del bamboleo, tiene su lógica, mientras suena imagínese a un equilibrista en la cuerda que se mueve pero no se cae o una peonza que no deja de dar vueltas a pesar de chocar contra la pared e inclinarse pareciendo que va a caer pero no lo hace.
En mi opinión una de las virtudes de las composiciones de Offenbach es que uno se queda con ganas de oír un poco más, aún sabiendo que podría acabar cansando, tiene la virtud de no dar más que lo necesario y no menos que lo suficiente .
Hay más, pero creo que es suficiente para presentarle. Disfrutenlo.
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