12 febrero 2025

LEVANTANDO MUROS

Levantando muros.

Imagen tomas del artículo de El Debate

Hoy me he fijado en un artículo intrascendental, no hay acusaciones, ni defensas, ni excusas, ni justificaciones, sólo cuenta la historia del paraguas y su entrada en la Inglaterra del siglo XVIII, lo publica ElDebate.com, lo escribe Fernando Prado en la sección de picotazos de historia y se titula “Cuando el primer inglés que usó un paraguas en el siglo XVIII fue tachado de «afeminado» y «afrancesado»”. Leerlo resulta interesante y saber las reacciones de los londinenses de entonces es una buena referencia para comparar las reacciones actuales ante una novedad. Resulta que los promotores para tratar de afeminado y afrancesado al señor Jonas Hanway, el que usaba el paraguas por las calles de Londres, fue el gremio de los cocheros. Ya que, cuando llovía, la gente pudiente para no mojarse alquilaba un carruaje. Jonas Hanway, con su paraguas, soportó burlas e improperios poniendo en práctica el refrán de “ande yo caliente (en este caso seco) y ríase la gente”. Finalmente el paraguas ha sido adoptado por la sociedad inglesa y no hay un caballero inglés que se precie y no porte un paraguas. O sea, que al final, todos los caballeros ingleses rsultan ser afeminados y afrancesados.

A diferencia de lo que habría pasado hoy en día, los ministros británicos no se pronunciaron y la noticia de resguardarse de la lluvia con un paraguas no fue titular de los medios de la época. Tampoco era tan grave en ese tiempo que a uno le llamasen afeminado, que no es más que tener maneras femeninas, si era más grave ser tachado de afrancesado, seguidor de las ideas de la ilustración. Si el fin justificaba los medios, descalificar a lo que puede suponer una amenaza es uno de los medios más eficaces que no ha perdido vigencia. En sí, se trataba de que el uso del paraguas estableciese una separación entre viriles ingleses y afeminados afrancesados. ¿Les suena esa práctica?

Pues efectivamente se sigue practicando hoy en día dando a los calificativos un aire despectivo o benévolo, no es lo mismo decir maricón que gay para referirse a un homosexual. De la misma forma para referirse a un sistema totalitario no es lo mismo llamarlo comunismo que fascismo, aunque tengan las mismas maneras. Si nos refiriéramos al colectivo LGTBI como la mariconería sería tachado como un desprecio imperdonable a un movimiento, pero el tachar de fachosfera a los seguidores, votantes o simpatizantes de dos partidos políticos determinados no debe suponer un desprecio hacia la mitad de los votantes y posibles votantes. Hoy el rufián que se llama Rufián ha dicho en el Congreso algo así que todo lo que no sea pensar como la derecha es “woke”, aunque la ciudadanía también está harta de que todo lo que no sea seguir al progresismo es ser fascista. El mundo político ha ido un poco más lejos que levantar muros mediante descalificaciones, ya asigna militancias diversas que significan más muros. Divide y vencerás que decía Julio César.

Desgraciadamente los ciudadanos somos más sensibles a las descalificaciones que a las razones y tenemos la tendencia de pensar que tiene más razón el que más grita, que es también una manera de decir el que más intimida. Justificamos en los fines perseguidos los medios utilizados, lo que nos lleva a creernos mentiras y a justificarlas cuando son evidentes. Se es complaciente con los fallos propios cuando se era y se será intolerante con los mismos fallos si son ajenos,aquellos que se cometan al otro lado del muro. Y así llegamos a ser una sociedad amurallada, que incomunica a unos y otros, en la que seguir un programa de televisión u otro ya supone una militancia social, un colocarse a uno u otro lado de un muro.

Las murallas protegían las ciudades durante la Edad Media y fueron un medio para que los feriantes y comerciantes que entraban y salían de la ciudad pagasen su tributo, Una muralla aislaba a la ciudad del resto del mundo. Hoy las ciudades están rodeadas por circunvalaciones que las comunican con el resto del mundo y facilitan su prosperidad. La política y los políticos de hoy huyen de los acuerdos y se sostienen en el aislamiento de sus acólitos, levantan muros en vez de comunicaciones. Nos guste o no, vamos para atrás. Y si leen los proyectos de los partidos con representación parlamentaria, pocos están dispuestos a romper murallas.

      

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Un gran análisis. Hay màs murallas que nunca. Un beso