Una reflexión sobre los cambios.
Hoy he ido a la sede de El Debate a tomar un café con el director, cosa que agradezco: fui uno de los beneficiados del sorteo entre los lectores, y hay me he plantado. He tenido la oportunidad de vivir el proceso de la publicación de una noticia y de la edición del periódico y nos han explicado explicado cómo funciona este mundo. Me ha parecido apasionante.
Fiel a mis principios me he tomado la cosa con puntualidad, y como es más fácil perder el tiempo que ganarlo, prefiero llegar antes de la hora que después. Y he llegado mucho antes de la hora fijada. Así que me he dado una vuelta por la zona. El lugar más emblemático es la plaza de Quevedo, a la que se puede acceder por las calles de San Bernardo y Fuencarral, también se puede escapar de la glorieta por estas calles, otras calles que confluyen son la de Arapiles, Eloy Gonzalo y Bravo Murillo. De mi época de estudiante, ya muy lejana, me quedaban recuerdos de haber deambulado por estas calles y frecuentar sus cines y bares. Así que el paseo me ha servido para evocar recuerdos, que muchas veces es comparar lo que había con lo que hay.
Y lo primero que he descubierto es que no hay “Corte Inglés de los Arapiles”. También he visto un cambio en los locales de la glorieta de Quevedo. Aunque sigue siendo la misma, los locales llevan el nombre de cadenas muy conocidas Burger King, la Mallorquina, Manolos Bake, El Volapie, Starbucks, Ginos... y sólo hay dos locales que no me parezcan una franquicia y sé que se me olvidan un par de franquicias más a las que ruego disculpen mi mala memoria. Hay que irse alejando de la plaza para toparse con un local, por llamarlo de algún modo, independiente de franquicia. Tiene su lógica, con impuestos, restricciones legales y al precio que están los alquileres una iniciativa sin el apoyo de una gran marca tiene que hacer frente a muchas dificultades. He contemplado con ilusión que la sala Proyecciones aún resiste, allí vi “Alguien voló sobre el nido del cuco” y “Barry Lyndon”. Y entonces me he dado cuenta que muchas veces la noticia aparece deambulando por las calles, no es una nueva para un titular, pero la novedad es una confirmación con letras grandes que se han grabado como si hubieses leído un diario: “CUANTO TIEMPO HA PASADO”.
El tiempo no perdona, uno piensa que el entorno que forman locales y cines va a permanecer siempre, pero se van descubriendo los matices.. Como con las personas, la personalidad no cambia pero la fisonomía si. Tras mucho tiempo sin frecuentar esa zona uno la ve cambiada, pero ha sido un cambio imperceptible: Trasladado de nuevo a Madrid hace ya unos cuantos años se empezó a otear en el horizonte como se erguía y avanzaba una construcción que hoy son cinco palotes gordos en la silueta de Madrid, nos hemos familiarizado con ellas y parece que han estado ahí toda la vida En realidad no es cambio sino evolución. La evolución es un progreso, como son fenómenos de progreso la fermentación y la putrefacción. Nunca sabremos si el cambio que vivimos es a mejor o a peor. La nostalgia engaña y las comodidades y el dinero ciegan. La comparación, siempre odiosa, entre los beneficios y los perjuicios resulta harto compleja. La mejor conclusión es que los tiempos son diferentes, mejores o peores que da a juicio de cada cual.
Así que cuando volvía a casa después de visita, paseo, soliloquio y tras escribir esta líneas creo que ha sido un buen día, al menos interesante.
1 comentario:
Enhorabuena por tu visita. Todo cambia y todo permanece. Un beso
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