Política y arte.
No sé si su memoria alcanza a recordar un edificio que apodaban “la pagoda”. Era un edificio del arquitecto Miguel Fisac. En un principio albergaba los laboratorios Jorba, posteriormente adquirido por el Grupo Lar iba a ser destinado como edificio de oficinas. Como no se podía adaptar a la normativa contraincendios se solicitó, y se concedió, su demolición en julio de 1999. El edificio derribado tenía un gran valor arquitectónico reconocido tanto dentro como fuera de España. Hoy y entonces se le consideró víctima de la especulación inmobiliaria. Alguna solución se podría haber encontrado que no pasase por la demolición de una obra de arte satisfaciendo una necesidad económica..
Hoy, en La razón, Victor Lenore nos habla en la sección de cultura de “La batalla cultural (de nunca acabar) del Valle de los Caídos”, en él nos habla de la situación en que se encuentra la Cruz del Valle de los Caídos (Cruz del Valle de Cuelgamuros según la revanchista ley de Memoria Democrática). Remarca el artículo que la cruz es la más grande del mundo (152,4 metros de alto y 46,40 metros de ancho) y que hay muchos que quieren volarla por los aires. No se plantean un uso alternativo y la razón que dan para destruirla es su origen franquista y su significado religioso y católico.
Arquitectónicamente la Cruz se haya sobre la cúpula que hay en una cripta oradada en la montaña, al mérito arquitectónico de la misma hay que añadirle el de la ingenieria. La base de la cruz está sostenida por cuatro esculturas de Juan de Ávalos que representan a los evangelistas, también es del mismo escultor la escultura de la Piedad en la entrada a la cripta. La Cruz del Valle de los Caídos, erigida en el valle de Cuelgamuros) es una obra para dar el descanso eterno a aquellos que murieron en una guerra civil que perdimos y seguimos perdiendo todos los españoles, independientemente del bando que se declaró vencedor entonces o que quiera declararse ahora. Los caídos eran simplemente eso, caídos, en ella descansan los restos de españoles de ambos bandos, más del vencedor que del vencido. Me consta que los restos de los que están allí enterrados lo están con la aquiescencia de sus familiares de entonces. Fue construido con una idea de unificación aunque se haya utilizado para dividir. Pero es, sobre todo, una obra de arte y patrimonio, propiedad de todos los españoles.
La política es como un rodillo que aplana todo con tal de conseguir un fin. Cualquier justificación es buena para ello. Borrar la Guerra Civil para volverla a vencer es un viejo propósito iniciado por Zapatero y vigorizado por Sánchez. Si ante el cuadro de los fusilamientos de Paracuelos en el antiguo museo del Ejército, Franco nos recordaba en un letrero a pie del marco “Españoles perdonad pero no olvidéis” parece que los promotores de esta Ley lo invierten a un “Olvidad pero no perdonéis”, y no hay nada mejor que destruir los recuerdos para facilitar el olvido y confirmar la disposición a no perdonar.
No nos extrañe que en la arcadia progresista del futuro se destruya todo lo que tenga alguna discrepancia con el régimen, sin Don Alonso Quijano no era socialista, ni siquiera republicano, habrá que reescribir el Quijote e incluso nombrar una comisión para reinterpretar lo que quería decir Cervantes. No tendrá cábida contemplar y admirar los cuadros de reyes, clérigos, santos y cruxifisiones de nuestros escultores y pintores.. Una cosa es disfrutar el arte y otra el de darle un significado político. Hoy el Acueducto de Segovia no puede asociarse a la derecha o a la izquierda, pero va contra el espíritu ecologista de algunos extremistas medioambientales. ¿Debería correr el mismo destino que los budas de Bamiyán?
Algún talibán del progresismo español piensa que la Cruz del Valle de los Caídos si.
1 comentario:
Es una barbaridad demolerlo, como lo fue el otro edificio. Es cultura. Un beso
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