07 junio 2025

LA CONFERENCIA DE BABEL

 La conferencia de Babel.    

 


Sucedió, hace muchísimos años, que un rey quiso construir un edificio muy alto, tan alto que rascase las nubes del cielo. Para ello empezó un proyecto que necesitaba de una logística compleja y de mucha manos de obra, por convocó a sus súbditos que acudieron en tropel de todas sus tierras. No eran suficientes y para la magna obra llegaron trabajadores de otros reinos. Los canteros y ceramistas también acudieron para que sus piedras y ladrillos fuesen la armazón y paredes del gran edificio. Los capataces empezaron a dar órdenes a los obreros:
- Haz una pared de ladrillos sobre esta línea.
- ¿Qué es un ladrillo? - preguntó el jefe de los obreros, que era una zona diferente de la del capataz.
Éste le indicó el ladrillo y el jefe de los obreros informó:
-¡Ah! Eso en mi tierra es un kuchuflú.
Mandaron los capataces entonces hacer una pared de kuchuflús. A la semana se encontraron que parte de la pared era de ladrillos y otra parte de cascotes de piedra, Decepcionados por el resultado preguntaron a los jefes de los obreros que explicaron que si los kuchuflús eran ladrillos en la zona del norte, también eran cascotes de piedra en la zona del sur. Los capataces informaron al rey que con esos trabajadores sería imposible hacer un edificio de piedra, ladrillo o kuchuflús. El rey canceló la construcción y mandó a cada uno a su casa y aquí no ha pasado nada. Reflexionó el rey en lo difícil que era entenderse para levantar una pared y lo sencillo que había resultado que todos se fuesen a su casa, aunque cada uno se expresaba como quería no hubo que dar explicaciones. Moraleja: cuando hay voluntad de entender y entenderse las cosas salen adelante. El interés y conveniencia influyen en la voluntad de entendimiento.

Y ayer se celebró la cumbre de presidentes, con traducción simultánea y con ridículo consiguiente. Dudo mucho que en el desayuno de trabajo el lehendakari solicitase en vasco un café con leche a un camarero, que es posible fuese emigrante. El camarero no tenía un pinganillo. Dudo mucho que la señora Ayuso abandonase el desayuno si alguno de los participantes se desayunase un chocolate con churros. También tengo serias sobre la si la traducción simultánea que se hizo contaba con los acentos, dejes y pronunciaciones propias de cada región. Si la frase que todos entendemos “Busquemos una salida a la crisis”, se tradujo al señor Illa como “Busquem una sortida a la crisi”,   si al señor Mazón le llegó un “Busquem una eissida a la crisi”, o si el señor López Miras  necesitaba oir “Encontremo una salidica a la crisi”, o si al señor Moreno Bonilla le hubiese gustado escuchar “Quillo, vamó a buscá cómo salimos desta”. No resulta en este caso nuestra diversidad y pluralidad una riqueza. O, mejor dicho, no hacemos de ella algo enriquecedor. Los famosos pinganillos, como la traducción simultánea en las Cortes, han puesto de manifiesto la voluntad de no entenderse.  Todos son culpables, ¿importa quién empezó? ¿Ha ganado Sánchez, han ganado las autonomías? La respuesta es que han fracasado todos y si alguien ha perdido, y sigue perdiendo, son los españoles.

Va a resultar que las lenguas van a ser barreras en vez de formas de comunicación. Digo yo que un gallego y un catalán,  o un castellano y un vasco, se tendrán que entender en algo que sean capaces de expresarse y entenderse medianamente, y si no es en español es estúpido. Sucedió en un avión que un pasajero se indignó cuando no le dieron instrucciones en catalán, llegó a retrasar el vuelo en media hora en su reivindicación de que le tenían que indicar en su lengua que se sentase en el asiento 18F y se ajustase el cinturón de seguridad. Cuando una hora más tarde una emergencia en el vuelo el consabido pasajero fue el primero en exigir a gritos en un más que correcto español que se le diese un chaleco salvavidas. Se leyó de cabo a rabo las instrucciones en castellano y en inglés y es que cuando hay voluntad....

Hay muchas cosas que se entienden sin necesidad de palabras y sin acudir a los idiomas, un emigrante entenderá cualquier ayuda o rechazo en español, catalán o vasco. La generosidad, el amor, la ambición o el odio no hablan ningún idioma. La estupidez, sobre todo en una conferencia de presidentes, es universal y lleva al ridículo.

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Es un sįntoma de todo lo que va mal en España. Un beso