Diálogo de sordos.
Les ruego que se imaginen que están en un restaurante y atienden a la siguiente conversación entre el camarero y el cliente:
- Buenas tardes.
- ¿Qué va a comer?
- ¿Qué sopas tiene?.
- Nuestras ensaladas están muy frescas.
- Tomaré unos entremeses.
- ¿El pescado es fresco?
- Nuestras carnes tienen un coste muy bueno.
- Pues póngame pollo asado.
- ¿Tiene fruta?
- Nuestra repostería es casera.
- Un café será suficiente.
- ¿Y para beber?
- ¿Qué vinos tienen?
- Nuestras cervezas se sirven casi heladas.
- Una botella de agua grande, del tiempo.
- Muchas gracias señor.
Imagínense que luego el camarero trae a la mesa una coca-cola, de primero una menestra, de plato principal unos espaguetis y de postre un té, y que el comensal no rechista y se lo come. Luego pide la cuenta y. como es de esperar los precios de la cuenta con coinciden con los de la carta, van a favor del restaurante. A lo que protesta el cliente.
- ¿Ha comido bien?
- Oiga es que me están cobrando de más.
- En el restaurante de la derecha cobran más caro.
- Bueno, aquí le abono.
- Muy bien.
Han pasado sesenta minutos, el cliente llama al camarero.
- Es que me he quedado con la propina señor, nos ha parecido exigua.
- Perdone, creí que la propina la daba el cliente.
- En este restaurante nos la tomamos nosotros. La próxima vez pague con tarjeta. Que también se la cobraremos adecuadamente.
- Bueno, pues adios.
- Hasta pronto señor sea bienvenido.
¿Les parece digerible esta situación? ¿La han vivido alguna vez? La respuesta es no y si. La situación es inadmisible y la vivimos cada vez que se le hace una pregunta a cualquier miembro del Gobierno, portavoz de los partidos o sesión del Congreso. Por cada pregunta hay un insulto, una acusación gratuita. Sobran los motivos para convencerse que España no tiene futuro en sus manos, que representan una España aparte que dice representar a los españoles y los que no quieren serlo. Es su negocio, crear una dirigencia irresponsable que sólo se atribuye los méritos de una sociedad y culpar a otros de los deméritos. Son lo más granado de la España de la picaresca y viven a costa de ella, se alimentan de las ilusiones, del trabajo y de los sacrificios de la sociedad. No serán ellos los que pasen hambre o estrecheces. Viven en otro mundo y en otra España.
Y la conversación absurda se extiende cada día:
- Que nos pagan las pensiones. ¿Es que no la han descontado a lo largo de nuestra vida laboral?
- Movilidad. ¿Es que no tenemos cada vez más trabas para desplazarnos?
- Gastos sociales. ¿Cuánto hay de despilfarro?
Y hay muchos más temas. El caso es que vivimos, y morimos cada día un poco, en una España irresponsable en la que sus dirigentes fían más a su labia que a sus capacidades.
1 comentario:
Y lo peor es que convencen al cliente. Un beso
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