01 diciembre 2025

AHORA QUÉ

 Ahora qué



 Ayer se convocó una manifestación sin logos y sin siglas para solicitar elecciones anticipadas y se acabó exigiendo la dimisión de Pedro Sánchez. No había logos ni siglas pero los aposentadores se identificaban con unas tarjetas con el logo y siglas del PP e indicaban a los asistentes dónde tenían que ir “aquí no puede estar, vaya usted arriba” era lo que no paraba de decir un señor, imagino que del partido, en el acceso al Templo de Debod donde se ubica el monumento en recuerdo al Cuartel de la Montaña. Había allí una carpa del PP y el aparcamiento de los VIP. El “por favor” se debió agotar muy de mañana. Otra manifestación menor, con el mismo objetivo, se desarrollaba a unos seiscientos metros de ésta, pero con logos y siglas. Hasta para demostrar disconformidad hay que hacerlo por separado, no sea que nos confundan.

 No dudo que ambas manifestaciones, sobre todo la del Templo de Debod, sean un éxito para sus organizadores,  la afluencia de la primera con sólo cuarentaiocho horas de antelación y en un ambiente festivo puede considerarse un buen dato. La segunda consiguió el objetivo de hacerse notar. Pero puede suponer mayor éxito para el que era el objetivo de esta manifestación. La ausencia de personajes clave es suficiente excusa para mantenerse en el poder. Me refiero a la ausencia de socialistas “desterrados” que han manifestado en numerosas ocasiones su desacuerdo con el Presidente del Gobierno. La presencia de un Felipe González, de un Alfonso Guerra, de un Joaquín Leguina, de un Nicolás Redondo Terreros o, incluso, la de un Juan Lobato habría dado mucho más peso a la petición de adelanto de las elecciones.

 Y seguramente nada cambie bajo el sol. Ayer fue un gran día. Me bajé en la plaza del Callao y fui hacia el Templo de Debod por la Gran Vía, un paseo bonito y cargado de ironías. Al pasar por el antiguo cine Capitol me encuentro con una cola para ver algo como una estampa navideña de Madrid. Pasado el portal, unos sin techo duermen o se desperezan en la acera, pegados a la pared del edificio. “Qué postal” me digo. La Plaza de España está llena. Turistas, familias con niños que visitan el mercadillo,, y los que van a la manifestación, coinciden en este punto. Magrebíes, subsaharianos y sudamericanos venden banderas de España, seguramente Made in China, una nueva ironía. Y a en el Templo se oyen los altavoces con música de Luis Amstrong, Dire Straits ... Menos una canción de los Ronaldos todas anglosajonas y en inglés, el speaker grita algo así como “Estamos defendiendo España”, me parece una nueva ironía. La vida, sin quererlo ni pretenderlo, nos somete a estas situaciones.

 Me di cuenta de que no era mi sitio, mi grano de arena estaba puesto en la protesta y no me apetecían discursos. Me volví caminando hacia la Plaza de Oriente y luego hasta Ópera. . La verdad, sólo por el paseo mereció la pena ir a la manifestación. Y en el camino de vuelta la ironía me parecía estar formándose en la situación. Hemos vivido jornadas históricas, “de primera vez que....” y seguimos igual. Lo que es peor, seguiremos igual, fraccionados y en desacuerdo.

 Como decía aquel: no tenemos remedio.