28 diciembre 2025

EL CUENTO DEL SEPULTURERO

Nos convoca en esta ocasión nuestra amiga Rebeca desde su blog  “Crónica de la loca que cazaba nubes” en la que nos invita dentro del reto de Fuego en las palabras para este mes de diciembre  a desarrollar un relato de no más de 350 palabras que incluya las palabras sepulturero y pijama. En fin, una vez puestos en situación, esta es mi propuesta.

 El cuento de l sepulturero.

Edward Munch. El Sepulturero.Munch Museet. Oslo

    Ya habían pasado muchos años desde que decidió dejar de estudiar. No le gustaba y ahora se daba cuenta de las oportunidades perdidas.  No le quedó más remedio que trabajar de sepulturero. Después de todo meter un ataúd en un hoyo  o en un nicho no requería de muchos estudios. Se había estancado en un trabajo que exigía de silencios y una expresión de circunstancia, no iba a ser jovial con los resultados del fútbol en el momento de una despedida.    

    Había aprendido sin estudiar que la muerte no hace tratos, no importa el día o la hora, ni la persona, al final siempre llega cuando te toca, incluso el día de Navidad.

    También había aprendido a establecer pequeñas diferencias que le inferían cierta clase. El no era un enterrador, Uno entierra sus secretos o sus tesoros para esconderlos. Sin embargo una sepultura da una información, breve y los más detallada posible, sobre quien era la persona que yace bajo esa lápida y cuyo valor queda reducido al recuerdo que ha dejado en las personas que fueron a despedirle.

    Esclavo de sus decisiones. Su solitaria vida estaba simplificada de tal modo que su única preocupación era si dormiría con o sin pijama.

    La cara circunspecta de la ejecución de su trabajo ya era el espejo de su alma. Lo primero que aprendió del oficio fue a poner distancia con los familiares del finado. Limitarse a preguntar si querían las flores encima o debajo de la losa. Ser una estatua mientras el féretro entraba en el hoyo y un autómata en movimiento cuando lo sepultaba.  

    No había para mucho más que el arrepentimiento de decisiones pasadas, se daba cuenta de que había enterrado su vida y ahora estaba tan solo como todos aquellos fallecidos a los que daba sepultura., el había labrado su caja mortuoria  en la que se había instalado y en la que el paso de los años habían sido como paletadas de tierra que caían sobre ella y le habían aislado más del mundo.

    La muerte le había llegado en vida, con el sepulturero parecía hacer una excepción.


(350 palabras)

1 comentario:

Susana Moreno dijo...

Una gran metáfora con la vida del sepulturero. Un beso