08 febrero 2025

REVISIONISMO

Revisionismo.   

Viñeta de Fe de rtas. J.M. Nieto. ABC.es

Me imagino que todavía, aunque sometidos a una educación cada vez más laica, recordarán que San Pedro negó tres veces a Cristo, que Judas lo traicionó con un beso y luego se ahorcó y que San Pablo, antes de ser el apóstol de los gentiles, con el nombre de Saulo se dedicaba a perseguir y matar cristianos. San Pedro no fue revocado por sus negativas, y Pablo no dejó de ser santo por haber perseguido a los cristianos. A Judas se le habría perdonado la delación como a Santo Tomás su incredulidad. Pero hoy habría quien encontrase motivos suficientes para justificar en estos hechos pasados que Pedro, Pablo y Tomás no fueran santos y, a la vez, reivindicase la figura de Judas como víctima de su remordimiento. Somos así. Perdón, los hay que son así.

Y son los árbitros de una opinión pública pendular, el revisionismo justificó que los judíos del siglo XIV debían ser expulsados por que los judíos del primer siglo mataron a Jesucristo, que también era judío. El que Cam se riese de su padre Noe por cogerse una cogorza y desnudarse, y que sus hermanos Sem y Jafet se lo afeasen, fue escusa para que los descendientes de Sem (los hijos de Israel entre ellos) expulsasen a los descendientes de Cam (los cananeos) del valle de Canaan a la vuelta del éxodo de Egipto. El designio divino se unió a la justificación, “sois mi pueblo elegido y os doy esta Tierra”. No sabemos si los cananeos, los palestinos de entonces, argumentaron algo así como “pero nosotros vivimos aquí desde hace generaciones” y si la réplica fue “que no se hubiese reído vuestro antepasado Cam de su padre”.

Cuando Inglaterra creyó que podría arrebatar Cartagena de Indias a España recurrió a que un capitán de la armada cortó la oreja de un pirata llamado Jenkins y le soltó un vacile: “Dile a tu rey que lo mismo haré con él si se atreve a hacer lo mismo”, Jenkins deambuló unos cuantos años con su oreja en la mano y al final el rey de Inglaterra debió pensar que “ese tal Jenkins merece ser vengado” por lo que encontró una buena excusa para declarar una guerra que, por cierto, perdió.

Son casos de revisionismo a gran escala, se busca en la historia un motivo para excusar una acción o, directamente, un abuso. Los de pequeña escala hay que buscarlos más, pero están reflejados en los duelos a muerte por afrentas pasadas, por rencillas familiares de parientes que no se hablan, más por tradición basada en algo que pasó en el pasado. Una discusión entre abuelos heredada por los nietos, que obliga a una constante revisión del pasado para confirmar quien tiene más razón y quién es más culpable de la desavenencia. Y siempre esperando una oportunidad para imponerse.

El revisionismo es tozudo y selectivo. En España tenemos una Ley de Memoria ¿Democrática? que ensalza a unos y condena a otros. Que se empeña en buscar miles de fosas comunes. Con esta ley que separa a unos españoles de otros, hay otras disposiciones que reclaman el olvido de los atentados de ETA, perdonan a los verdugos y orillan a las víctimas. Los revisionistas son, ante todo, interesados. Se es revisionista sólo cuando se puede obtener algo .

Parece que en Larazón.es hoy les ha dado por contemplar un caso del revisionismo que se ha practicado sobre la persona de Karla Sofía Gascón. Carmen Lomana la defiende en “Los sábados de la Lomana: Karla Sofía, abandonada por el «Me Too» y la izquierda”, lo mismo hace Eduardo Inda en “Todos somos Karla Sofía Gascón”, mientras que Marta Robles hace una reflexión en “la trastienda de Karla”. Parece ser que Doña Karla ha hecho un papelón en una película que no he visto y que se llama “Emilia Pérez”, no puedo juzgar si la Palma de Oro es merecida o no y no voy a perder en tiempo en la disquisición si el mencionado premio debería ser a la mejor actriz o actor. Desde luego la actuación ha tenido que ser buena cuando ha sido mencionada para el Oscar. Parece que a la condición de artista tiene que seguir una corriente de pensamiento concreta y opinar según unos cánones. Se han revisado la redes sociales de Karla y han encontrado unos comentarios a los que denominan islamófobos. Parece ser que la condición de transexual tiene menos relevancia que el calificativo de islamófoba, y ambos muchísima más importancia que el de ser una buena artista. Somos una sociedad enferma.

Cuando uno se planta a ver una película huye de sus historias para ver un relato ficticio en que unas personas simulan ser unos personajes determinados. Una buena actuación lleva a convencer al espectador de que el personaje es real. Persona y personaje no piensan de la misma manera, resulta que Richard Kiel, el actor que hacía el papel de Tiburón en las películas de James Bond era una bellísima persona, pero en las películas hacía de muy malo de una manera convincente. Pero este revisionismo quiere unir a persona y personaje. Parece ser que las opiniones de doña Karla influyen en la apreciación de su talento. Los talibanes del movimiento “woke” muestran su intransigencia con el arte. No calificaría a Karla como disidente, ni siquiera de verso libre, sólo de haber dado una opinión que consideró intrascendental y que ha provocado una reacción comparable a la que tuvieron los fundamentalistas con las caricaturas del profeta. El gran pecado de Doña Karla es no opinar lo que otros esperaban que opinase.

Y así nos encontramos con un movimiento woke cada vez más radikal e intolerante, que eleva sus exigencias a la altura del ridículo y que usa una doble vara de medir. Con razón la ciudadanía empieza a estar un poco harta de que le digan que están viviendo mejor que nunca en el estado del bienestar cuando tiene problemas para llegar a fin de mes y encontrar donde vivir. Pero según la agenda woke uno se tiene que sentir bien y feliz sin tener nada. Porque todo es cuestión de sentimientos.

2 comentarios:

Susana Moreno dijo...

No dijo nada que no pensemos muchos, pero olvidó que en su gremio se es de izquierdas o no se es. Un beso

LUFERURA dijo...

Pero la izquierda presume de tolerancia...
Un saludo