07 enero 2007

LOS RIESGOS DE NO COMETER ERRORES

Intento poner fin con este comentario a la secuela del atentado de Barajas, no se si será posible, pero es mi intención. Aunque estoy seguro de que no es algo definitivo. Los numerosos enlaces que he puesto se refieren al discurso de Su Majestad Rey en la celebración de la Pascua Militar, aunque todos ellos recogen y comentan las declaraciones del Señor Zapatero de que no considera haber cometido ningún error en la gestión del diálogo con los terroristas.
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Lo dice seguro, sin tener en cuenta declaraciones anteriores como las del Señor José Blanco, sin haber hecho un examen de conciencia, como si con buenas intenciones (que no hay que ponerlas en duda) fuesen suficiente prueba de que no ha habido ningún fallo, en el convencimiento de que el ser inocente le dota de infalibilidad, con la cabezonería de que el hecho de no asumir sus responsabilidades no hace al gobierno responsable de las desgracias que ocurran a los españoles. Posiblemente no haya cometido errores, pero tampoco ha asumido la responsabilidad de cometer aciertos.
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Además de dejar patente la descoordinación que hay en su propio partido, y de ser él quien la provoca, el Presidente Zapatero peca de ingenuidad o pretende que nosotros lo hagamos cuando confunde el hecho de no cometer errores pensando que no hay nada implícito en ello. No se cometen errores cuando no se toman decisiones, o cuando no se actua para conseguir un objetivo. Las decisiones tomadas y actuaciones emprendidas han ido encaminadas a aislar a la oposición más que a terminar con el terrorismo. Pero se comete un error cuando se obvian las responsabilidades, al gobierno le corresponde formar un frente único contra el terrorismo, tiene que articular y coordinar la acción política, policial e internacional. En este sentido, no ejercer tal responsabilidad es un error, no admitirlo es además de una equivocación, la intención de persistir en el mismo error. Esta ofuscación en dar la espalda a sus responsabilidades le ha llevado a enfrentarse a los demócratas a un nivel que supera el de las ideologias, el enfrentamiento entre los señores Zapatero y Rajoy parece que ha llegado al nivel personal. Ha irritado los dirigentes de una nación, Francia, cuya ayuda para combatir el terrorismo es esencial.
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El problema no es entender la magnitud de lo provocado, sino pretender que es lo correcto. El hecho de equivocar prioridades ha llevado a que España sea más un problema de índole personal que un ente político. Podemos estar de acuerdo en que no ha habido errores, pero por no haber, tampoco ha habido aciertos. Da la impresión de oportunismo más que de dirección. Intentaré cerrar página en este punto.
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