Participo una vez más en la convocatoria juevera que en esta ocasión organiza nuestra amiga Campirela en su blog. Agradecemos su labor. Todas las participaciones aquí.
Esta es mi aportación:
EL CUENTO DEL INCENDIO FORESTAL.
Nadie sabe cómo empezó. Lo que en ese momento era realmente
importante es que el fuego había aumentado y ya era un incendio impulsado por
el viento hacia el pueblo.
Andrés, guardia civil, llamó a la casa de Pedro, único
habitante que quedaba por evacuar.
Pedro, tienes que venirte conmigo, eres el único que queda.
Andrés, no puedo y no quiero abandonar mi casa, aquí nací y
aquí he vivido me estás pidiendo que deje mis recuerdos y mi vida. Lo siento, me
quedo a salvar mi casa.
Andrés guardó silencio cogió el walki y se comunicó con la
comandancia:
Mi sargento, el pueblo ya está vacío, sólo queda Pedro. Yo me quedo con él.
Tomo nota, mandaré refuerzos – Respondió el sargento –
corto.
Pedro y Andrés prepararon sendas mangueras, palas y esperaron a que el fuego se
acercase, en cuando estuvo a su alcance comenzaron a rociar las llamas. Poco
más podía hacer tan poca agua que frenar el avance de las llamas, en un
instante tanto Pedro como Andrés se dieron cuenta de que luchaban por su vida.
Pero Pedro se negaba a abandonar su casa y Andrés no estaba dispuesto a dejar a
Pedro, tenía con él una especie de compromiso. Ambos siguieron lanzando el agua
con poca fuerza hacia un incendio que les iba a devorar.
Súbitamente un avión rojo y amarillo soltó una descarga de
agua frente a ellos, las llamas disminuyeron en tamaño e intensidad, unos cinco
minutos más tarde un helicóptero soltó otra menor a lo largo del fuego. A los
diez minutos, potentes chorros de agua llegaban más lejos y con más fuerza a las
llamas. Por fin el incendio retrocedía y parecía apagarse hasta quedar frente a
ellos una mancha negra salpicada de mojones quemados que antes fueron árboles.
Pedro y Andrés
miraron entonces a su alrededor, había tres camiones bombas y un montón de
personas, lo tiznado de las vestiduras impedían identificar si eran bomberos
forestales, militares de la UME o los “refuerzos” de la Guardia Civil que había
enviado el sargento.
Todo esto por mi casa – dijo Pedro.
No Pedro, ha sido por tu vida – replicó Andrés.
6 comentarios:
Ojalá fuera siempre así. Un beso
Un hombre con sentido del deber, más allá de su cometido, sé jugo su vida por salvar la de Pedro.
Un valor y entrega a su trabajo.
Me gusto el enfoque que le diste. Un abrazo y muchas gracias por tu participación.
No es siempre, pero ocurre más a menudo de lo que creemos.
Un saludo
Muchas gracias por tu comentario y opinión, siempre es un placer participar. Gracias por admitirme.
Un saludo
Qué buen relato, LUFERURA, y además con los incendios que ha habido este verano, has puesto un gran ejemplo.
Qué duro es quedarse sin casa, sin nada, pero más duro es perder la vida. Todo un ejemplo, el de Andrés, por salvarle la vida de Pedro.
Un abrazo.
Hola María,
Muchas gracias por el comentario, también quería decir que el ejemplo de Andrés hizo que muchos más lo siguiesen para salvar la vida y el pasado de Pedro. Es más frecuente de lo que pensamos, mucha gente está dispuesta a dar su vida por salvar la de un semejante. Afortunadamente el "sálvese el que pueda" no funciona siempre.
Un saludo.
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