01 diciembre 2006

SOLIDARIDAD Y LIDERAZGO

Creo que se comete un error en la colaboración del señor Bardají, con la que se enlaza hoy. La Segunda Guerra Mundial no es comparable con Afganistán, ni la postura de los aliados en una u otra circunstancia. En la Segunda Guerra Mundial las naciones estaban al límite de su esfuerzo y, en segundo lugar, la decidida ayuda de los Estados Unidos estuvo limitada por la Ley de Préstamos y Arriendos hasta después del ataque a Pearl Harbour. Como dije en mi comentario de ayer, mientras no reconozcamos que en Afganistán hay una guerra que ganar, siempre habrá limitaciones.
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La OTAN es una Alianza Mililtar defensiva, ya el uso del término militar provoca rechazo en muchos sectores de la opinión pública. El hecho de que la Alianza intervenga implica una acción militar, y no lo hace con carácter defensivo si despliega fuera de las fronteras de los países miembros. En Afganistán se está llevando a cabo una misión de estabilización y contra terrorista, algo que entra en el ámbito de la nueva OTAN, la que se configuró tras el colapso de la Unión Soviética.
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Debemos suponer que esa (in)solidaridad que existe en Afganistán se torne solidaridad cuando se trate de defender los solares de los componentes europeos o americanos. A pesar de todo no quedó muy patente esa solidaridad en la Crisis de Peregil, aunque hay que tener en cuenta que la defensa de Ceuta y Melilla es una competencia estrictamente española que no entra dentro del área de responsabilidad de la OTAN. Tampoco se ha solicitado la colaboración de la Alianza para frenar el interminable goteo, o avalancha, - según prefieran - de emigrantes a las costas españolas, aunque la solidaridad europea ha dejado un poco que desear.
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Y es que la OTAN no vive un problema de solidaridad, sino de liderazgo. Es un derecho legítimo que los países mantengan sus reservas en cuanto a la intervención de sus fuerzas, y es lógico que otros soliciten mayor colaboración y compromiso. Siempre ha sido así, cuando el liderazgo ha fallado o ha quedado patente que no se favorecía un interés internacional, la multinacionalidad se ha roto. Sin recurrir a la OTAN, recordemos porqué los contingentes españoles dejaron solas a las fuerzas francesas en el Mexico de Maximiliano o en la Indochina Francesas, ambos hechos datados en el siglo XIX.
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Quizás no hay un sentimiento de que deba haber un mayor compromiso en Afganistán o quizás no se es capaz de ver más allá de la situación actual. Quizás el liderazgo de los Estados Unidos es diferente, o quizás su forma de actuar ha levantado resquemores. Todo tiene, al menos, dos interpretaciones, la mía con respecto a Afganistán es que estados Unidos decidió entrar sólo en Afganistán, más tarde aceptaron a regañadientes la ayuda de la OTAN - sólo como misión humanitaria - y según iban descubriendo que el conflicto se alargaría fueron pidiendo un mayor compromiso por parte de la Alianza y transfiriendo más responsabilidades.
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Estados Unidos decidió unilateralmente su intervención en Afganistán (con el apoyo unánime de la OTAN) y en Irak (con un apoyo parcial), consiguió derrocar a dos dictaduras para descubrir que las sociedades de estas naciones gracias a la opresión mantenían cierto equilibrio entre sus diferentes grupos, etnias y estamentos. Desaparecidos los dictadores y rotas las cadenas, estas sociedades más que ordenarse tienden al caos. La retirada de las fuerzas de la OTAN en Afganistán, o de los Estados Unidos en Irak, no va a solucionar nada. Por el contrario, su presencia es el único nucleo de estabilidad. La Caja de Pandora ya está abierta.
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El problema es liderazgo, la base de las actuaciones OTAN son el común acuerdo (consenso) y la unanimidad, por eso resulta ser un gigante tan lento. No hay que olvidar que, con los beneficios e inconvenientes que acarrea, las naciones son soberanas, no tienen porqué ser solidarias ni tener el mismo concepto de solidaridad.
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