30 noviembre 2006

AFGANISTAN Y LOS EUFEMISMOS

Afganistán es un pais duro e indómito habitado por hombres y mujeres rudos, sólo fue conquistado por Alejandro y convertido al Islam, aunque no dominado, por los califas. El decimonónico e invencible Imperio británico sólo recibió reveses en esas tierras. La Unión Soviética comenzó a tambalearse como consecuencia de su aventura afgana. Ahora la OTAN se encuentra allí y está empezando a comprobar algo que no era ningún misterio ni debería sorprender: Afganistán es un hueso duro de roer.
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En parte esta situación actual, que corre el peligro de agravarse, no es tanto mérito de la resistencia talibán o la insurgencia de los narcotraficantes como demérito de nuestra sociedad que entiende de eufemismos, pero no soporta las palabras explícitas. Lo que se vive en Afganistán es una guerra, aunque no comparable a Irak, con todas las consecuencias que ello tiene. Aunque parte de lo que hay que hacer en esta guerra es reconstruir el país, no es la tarea principal. También hay que combatir la insurgencia, presentar batalla a la intolerancia, tiranía y terrorismo. Y si nos empeñamos en ver algo que no es, no estamos engañando a nadie mas que a nosotros mismos, el hecho de escudarse en eufemismos como conflicto cuando no tiene importancia o crisis cuando la tiene no aporta nada positivo.
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La solución que unos propugnan es reforzar unas fuerzas con otras que ya están desplegadas allí, que unas fuerzas ayuden a otras en caso de necesidad. La respuesta de unas naciones a sido un rotundo "no". Pero lo realmente importante es ver lo que éste hecho significa.
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Lo primero es que las naciones involucradas en Afganistán se hayan al límite de su compromiso. Es posible aumentar su esfuerzo en el área, pero en detrimento de otras misiones o recurriendo a fondos no comprometidos fuera del ámbito de la defensa o política exterior. La petición de disponer de otras fuerzas en situaciones de emergencia trae consigo la solución de situaciones críticas a costa de provocar otras circunstancias críticas, reforzar una fuerza con una parte del contingente desplegado en otra región es debilitar la presencia en ésta región, lo que da más oportunidades de una nueva situación crítica.
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Segundo: solicitar reforzar con fuerzas desplegadas en Afganistán también significa poner, cuando se de una situación de emergencia, a todo el contingente desplegado bajo el mando operativo del Jefe Militar designado por la OTAN. Generalmente se cede el Control Operativo, este modo de mando permite que las autoridades españolas retengan la capacidad de decisión a la vez que matizan la misión de las fuerzas españolas y limitan las órdenes que puedan dar las autoridades de la Alianza.Por lo tanto la negativa a ésta solicitud puede estar justificada, dado que se podría establecer un procedimiento para que unos y otros se apoyen sin necesidad de recurrir al mando operativo para ello, aunque resultase más lento.
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La negativa a esta solicitud también es grave, dado que al no existir la posibilidad de apoyarse mutuamente se podría establecer un sistema de "guerras paralelas", uno puede estar muy tranquilo en su zona mientras que en el área adyacente están matando a sus compañeros. Hay que establecer un sistema que permita operar de forma coordinada, combinada y conjunta. De lo contrario Afganistán sería una taifa.
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Si la solución no pasa por hacer un "ejército OTAN" ni reforzar los contingentes nacionales, sólo nos queda seguir como estamos. Al hacerlo tenemos que ser conscientes de que asumimos un riesgo, ya que no es una situación de crisis humanitaria que se puede solucionar manteniendo una presencia más o menos permanente. Tenemos que ser conscientes que hay quien ha declarado la guerra, que hay quien está dispuesto a combatirnos y que también hay quien se ha juramentado para eliminar a tantos infieles como pueda. podemos llamarlo de muchas maneras, pero es una guerra.
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