08 noviembre 2006

DE LO HUMANO Y LO DIVINO

El tema religioso es algo íntimo, pese a la exigencia de una labor apostólica. Cada persona tiene sus creencias e ideales. Todos caben en el foro humano. Creo que todos y cada uno tenemos nuestra idea de Dios, al que unos hacen prioritario y otros lo relegan a la inexistencia. En nuestro caso católico; el Papa, como cabeza de la Iglesia, es el mensajero de Dios en la Tierra. La iglesia católica se erige para ser elemento de guía, conhesión y ejemplo de los creyentes.
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Pero la Iglesia no es una institución divina, es humana y está formada por hombres que, por muy inteligentes que sean, son susceptibles de errar. El hecho de que un predicador se baje del púlpito no tiene más significado que el del avance de la tecnología y la ausencia de feligreses. El púlpito satisface las necesidades que el público tiene de ver y escuchar, con un micrófono se ha solucionado.
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Los saderdotes, como los hombres de Dios, tienen a su cargo su parroquia, iglesia o colegio, tienen que cumplir con sus obligaciones y sus cometidos, para atender a sus feligreses sólo disponen, como todos, de asignaciones eclesiásticas e iniciativa.
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Hay que admitir que quizás la mayor aportación de la Iglesia ha sido la realizada durante la Edad Media en que mantuvo, creó o fomentó, una identidad europea a la vez que cuidó de una cultura (greco-romana) común. Algo les debemos.
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Como en toda institución, o asociación, ha habido de todo: excepcional, místico, bueno, malo, pésimo y cuantos adjetivos se ocurran. Podemos tener miedo de que un cura determinado baje del púlpito a la vez que tener el deseo de que otro baje en su lugar. Tras ellos siempre hay una persona diferente, que nos puede despertar más o menos simpatías, y que tienen sus sentimientos, comportamientos y emociones, lo que algunas veces es un error inevitable.
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A cada una de ellas la podemos asociar con las ideas o principios de la Iglesia y poco más, tinen libre albedrío para actuar y, por supuesto, no reciben más que indicaciones acerca de la postura eclesiástica ante una situación. Nadie les obliga a ser mártires o asesinos. Asociar a la Iglesia con los comportamientos y emociones de estas personas no deja de ser un error tan grande como el anterior.
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El púlpito es a los sacerdotes lo que la pluma a los escritores, hay quien lo usa para no morir de hambre, por que realmente lo disfruta o simplemente por envenenar. Generalmente hay de todo un poco. El "generalmente" es más complejo, y se nos queda corto (ya sea por espacio, como por disponibilidad) La generalización no siempre es acertada, simplificar , para establecer un juicio general, debe ser más complejo, cuando no imposible.
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