19 diciembre 2006

MOLINOS DE VIENTO

Cervantes logró definir el caracter español en el Quijote, no sé si lo hizo premeditademente queriendo ridiculizar a las novelas de caballerías e intentar representar al pueblo y sociedad españoles a través del libro, pero lo consiguó. Los dos personajes Don Quijote y Sancho describen a las mil maravillas nuestro carácter, dos personajes incompatibles en que los defectos de uno marcan las virtudes del otro, el optimismo de Don Quijote y el pesimismo de Sancho, el idealismo de uno y el descarnado realismo del otro, imaginación contra práctica. En fin todo virtudes cuyo exceso se transforma en defecto. Y es que España está personalizada en ambos caracteres, que cohabitan, pero no se complementan. Que sabemos que está ahí, pero no buscamos que se equilibren. Por eso España vive en este sentido a golpe de péndulo. Hoy somos optimistas e idealistas, que mañana tocará ser todo lo contrario.
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Ahora vivimos en un periodo sumamente quijotesco, esto es luchando contra molinos de viento, no nos faltan ni los buenos principios, ni la buena intención, ni siquiera nos faltan ideales. Pero no tenemos las ideas claras y confundimos algunas de las situaciones con molinos de viento. Es el caso de nuestro último combate, la Alianza de Civilizaciones. En este caso confundimos términos, apoyos y amigos. No negaré que la idea en principio me parece buena, pero no nueva, la antigua idea podría haberse dicho de ésta forma "Paz con todos, guerra con ninguno" (lo dijo Fernando VI, hoy lo podríamos traducir como "Buen rollito"). Digo que confundimos términos porque pensamos que todo aquel que dice que le parece una buena idea, o interesante, automáticamente pasa a engrosar la lista de todos aquellos que apoyan la Alianza. Por esta misma razón confundimos los apoyos y, siguiendo la senda, confundimos a los que siempre han sido nuestros amigos para dar crédito a otros que no parecen una buena compañía.
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Don Quijote no pretendió hacer ningún daño a nadie, pretendiendo ayudar salio malparado de cada una de sus aventuras y con él Sancho. El hecho de entusiasmarse con una idea que no lleva a ningún lado, que nos obliga a tomar una política de la que nuestros amigos desconfían y nuestros nuevos amigos piensan que pueden obtener algún beneficio no hace más que confirmar una ingenuidad en las ideas y una ceguera en cuanto a la situación. Los hechos recientes acaecidos en Palestina confirmar la dificultad de una Alianza entre miembros de una civilización. El convencimiento del presidente iraní de que Israel debería ser borrado de la faz de la tierra, no hace más que poner de manifiesto que hay un fanatismo que dinamitará cualquier acuerdo.
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La Alianza de Civilizaciones no deja de ser una buena idea, pero también supone un sacrificio que no se debe estar dispuesto a asumir, por lo mucho que se puede perder: identidad, integridad y confianza. Parece ser que las relaciones con el norte de África han pasado por mejores momentos, parece que nuestras relaciones con Europa también los han tenido, y no digamos nuestras relaciones con los Estados Unidos. Con respecto a Sudamerica también estamos perdiendo amigos por los que estamos haciendo. Estamos propuganado una Alianza a la vez que nos estamos quedando más aislados. Y lo que es peor, esta Alianza no es más que el establecimiento de unas normas de convivencia, que ya lo habían sido mucho antes y sin leyes. Ma parece que es querer regular el movimiento de las aspas de un molino de viento.
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