Participo con este cuento muy largo en el VadeReto de este mes que convoca nuestro amigo José en su blog Un acervo de letras. En esta ocasión el relato tiene que estar dedicado a un bazar y se debe hacer mención a tres de los objetos que paracen en la imagen, en este caso la bicicleta, el gramófono y el libro, En el enlace con el blog figuran el resto de los participantes y esta es mi aportación que, aviso, es bastante extensa de forma que siento poner a prueba vuestra paciencia (así se enlaza con el reto anterior) .
El cuento del bazar.
Daniel era un joven sin futuro, no le preocupaba mucho, Consideraba que gracias a su teléfono móvil podía hacerse un “influencer” y ser mantenido por sus seguidores. Fiel a su aparato, lo llevaba a todas partes asido con las dos manos y colocándolo frente a su rostro, a la vez que con los pulgares iba pulsando teclas impresas en la pantalla o hablando con el artilugio. Cualquier persona que lo viese pensaría que, aunque Daniel portase el celular, el móvil era el que conducía a la persona.
Súbitamente la pantalla se apagó, se fue a negro y Daniel quedó un tanto desorientado. Afortunadamente unos pasos más adelante pudo ver un letrero un tanto destartalado en el que podía leerse BAZAR. La idea de entrar y recargar su móvil iluminó y absorbió su mente, algo que pasó a ser un deseo. Casi a la carrera se dirigió a la puerta que había debajo del cartel.
- Hola,¿me dejas utilizar un enchufe para cargar mi móvil? Te pagaré por ello.
- No hay problema señor, detrás del mostrador tiene un enchufe. Disponga de él tranquilamente.
- Muchas gracias tío, me salvas la vida - agradeció Daniel.
Conecto el cargador y miró la pantalla que se había iluminado y mostraba una pila sobre la que caía una especie de polvo verde en la que dentro de ella podía leerse un significativo 0%.
- No se preocupe, tengo tiempo y parece que usted también - le respondió Antonio.
- ¿Te importa que miré por aquí?
- Adelante, no se preocupe, Siéntase libre de ver y preguntar lo que quiera..
Se hizo un silencio incómodo.y Daniel empezó a caminar por la habitación y contemplar detalladamente la exposición de lo que él consideraba un montón de cachivaches. No pudo evitar comparar la exposición de los objetos con el inicio de una página web. Desde esta perspectiva la exposición de los objetos le parecía desordenada aunque atractiva. No sabía si seguía una ordenación determinada, consideraba evidente que no seguía un orden alfabético y, mucho menos, por tamaño o volumen. Consideraba que esa página web era poco intuitiva y de difícil acceso. Es más echaba de menos algunas explicaciones, no sabía lo que eran muchas cosas de las que estaban allí. Así que decidió preguntar
- Señor - contestó Antonio - un bazar es algo parecido a un mercado, en oriente era como designaban a un lugar en el que se compran, venden e intercambian mercancías u objetos.
- O sea, que aquí hay de todo.
- No señor, hay algo muy específico y especial. Si se da cuenta me dedico a almacenar y vender objetos que están entre lo viejo y lo antiguo. No sabemos cuales de ellos serán tratados como chatarra o como una reliquia dentro de un año. Por eso la tienda es un simple bazar, no de antigüedades, ni de cochambre.
- Pues no parece que esa bicicleta la vayas a vender por mucho en un año... ni en dos ni tres..
- Para mi tiene un valor incalculable. Permitame una pregunta ¿Cuando le regalaron su primera bicicleta?
- Cuando era pequeño, creo que ni sabía lo que era..
- Pues mire, yo ya sabía lo que era mucho antes de que me la regalasen. Era algo que le había pedido muchas veces a mis padres. Por fin les arranqué la promesa de que si lograba sacarme ocho sobresalientes me la comprarían. Me llevó dos años conseguir esas calificaciones y menos mal que era acumulativo. ¡A la vez nunca habría sido posible! El caso es que un día me encontré con una bicicleta en mi habitación al día siguiente del sobresaliente número ocho. Y, la verdad, sentí que me había ganado la bicicleta, fue corroborado por mi padre cuando me dijo que me lo merecía, mi madre lo confirmó con un beso.¿Entiende ahora su valor?
- Creo entenderlo tío - contestó Daniel, que inmediatamente volvió a preguntar - ¿Y qué criterio has seguido para colocar la exposición?
- Que quepan donde están - Fue la escueta respuesta de Antonio.
- Pero eso parece desorganizado.
- Tanto como los colores de un cuadro señor. La exposición muestra los objetos, pero no su historia y, le aseguro, cada uno tiene sus vaivenes, más o menos interesantes pero suyos.
Daniel se acercó al mostrador donde estaba el teléfono que llevaba un buen rato cargado.
- Vaya tío, se me ha pasado volando el tiempo. ¿Qué te debo?
- Nada señor, con que venga otro día me daré por pagado.
Daniel salió del bazar, pegado a su móvil como siempre, pero se entretuvo lo suficiente como para sacar una foto al escaparate de la tienda. Acto seguido colocó la foto en todos sus sitios de redes sociales con el texto “Un sitio muy interesante, no os lo perdáis”.
***
Al día siguiente Daniel volvió al Bazar.
- Eso es que tiene buen fondo señor - Le respondió Antonio - ¿Quiere volver a cargar el teléfono?
- No será necesario hoy. Pero si ayer me contó sobre la bicicleta hoy me gustaría saber de esa cosa es la primera vez que veo uno. - Dijo Daniel señalando a uno de los objetos.
- Es un gramófono señor, servía para escuchar música. Desgraciadamente había que reproducirla de un soporte, un disco, tengo algunos de pizarra y otros de vinilo. Le pondré uno para que lo disfrute.
Comenzó a sonar el segundo movimiento de la séptima sinfonía de Bethoveen. Daniel sintió la belleza de la música polucionada con ruidos de estáticos y algún puntazo propio del disco de pizarra.
- Es bonito, pero quitalo por favor. Suena muy mal.. ¿Me dejas ver el disco?
Antonio alargo ese trozo de pizarra redondo que tenía impreso en el centro el nombre de la melodía a reproducir Daniel buscó en su móvil la melodía y le dio al reproductor. Le pasó los auriculares a Antonio y le preguntó:
- ¿A ver que te parece? .
Antonio sintió la nitidez de la música, la tristeza de ese allegro ma non tropo que invadía su ser. Las lágrimas asomaban a sus ojos. Daniel lo rescató de su ensimismamiento.
- Me ha encantado señor. Le estoy muy agradecido de que me haya brindado la oportunidad de escucharlo de esta manera.
- Yo también te agradezco mucho que me hayas descubierto esta música, no sabía ni que existía. ¿Me recomendarías algo parecido?
- Pues si señor... me atrevería a sugerirle el Requiem de Mozart... es largo pero creo que con sólo escuchar el comienzo es suficiente, espero que se anime a oírlo entero más adelante.
Daniel, ni corto ni perezoso, buscó y sintonizó el Requiem, esta vez sin los auriculares lo pudieron escuchar ambos, sólo la primera canción coral.
- ¡Acojonante! - dijo Daniel - Parece que todos los ángeles y almas del cielo estén bajando a saludarnos. Muchísimas gracias tío, de verdad que no me lo pierdo esta tarde..
Antonio cambió de tema.
- Por supuesto, hasta ahora sólo he preguntado yo.
- ¿A qué se dedica?
- A nada en especial, me gustaría ser” influencer” y para eso transmito todas mi anécdotas por las redes sociales.
-¿Pero eso le da algo de dinero?
- No, pero tampoco lo busco.
-¿Y aporta algo a los demás? A los que le puedan ver.
- Pues la verdad. No lo sé.
Ambos quedaron en silencio un rato. Daniel anunció que se tenía que ir, pero preguntó a Antonio si no tendría inconveniente en que le hiciese una visita al día siguiente. Antonio, por supuesto, no lo tuvo.
Salio Daniel del bazar y volvió a colgar la foto del día anterior en sus redes sociales, esta vez con el comentario ”Alucinante buscador de música y conversación abierta sobre uno mismo”
***
Volvió Daniel al día siguiente, en el bazar había algunas personas esperando a ser atendidas por Antonio, pero no había muestras de impaciencia todos parecían disfrutar de las explicaciones que daba al cliente, en realidad ninguno de los asistentes parecía estar interesado en el objeto en cuestión sino en las peripecias del mismo que iba contando Antonio. Cuando éste vio a Daniel, se interrumpió en sus sus explicaciones para decirle:
- ¿Qué tengo que hacer? - Preguntó Daniel.
- Irme pasando de los estantes al mostrador el material que le pidan.
Así lo hizo Daniel, le fue pasando cada uno de los cachivaches que el público solicitaba y se ensimismaba cada vez que Antonio explicaba los tejemanejes relacionados con él. Cuando lo vendía experimentaba una sensación de éxito. En otras ocasiones no era siquiera necesario ir a ningún estante. Al cliente le bastaba que Antonio le recomendase una música o una lectura determinada, no cobraba por ello, tan sólo solicitaba al cliente que viniese otro día. Le llamó la atención a Daniel que los clientes eran jóvenes de su edad y que alguno comentó que había acudido al bazar gracias a los comentarios que vió por casualidad en una red social. Se dio cuenta de que ninguno utilizaba el móvil en la tienda pero que la mayoría de los que salían se dedicaban a mandar mensajes. Al terminar el día, ya tarde, Antonio entregó un libro a Daniel.
- Es un regalo. -Dijo.
El libro tenía una dedicatoria escrita a mano que Daniel no supo leer.
- Me imagino que por fuente se refiere a caligrafía - Respondió Antonio. - Me barrunto que se tiene que ejercitar más en leer notas manuscritas. He escrito Para mi amigo Daniel, deseo que disfrute de su viaje por este libro.
- Muchísimas gracias ¿Me vas a dejar de hablar de forma tan arcaica?
- Pues sí, yo estoy criado a la antigua, el tuteo requiere confianza y amistad. A veces es mejor mantener las distancias con los desconocidos, pero tú ya no lo eres.
- Perfecto, no sólo estoy encantado de ser tu amigo... es que estoy contento por ello.
Ambos se dieron un abrazo. Pero Antonio estaba inquieto y decidió dar un paso adelante.
- Daniel una cosa más. Hace tres días, cuando apareciste aquí, estaba desesperado y pedí ayuda a quien fuese, rogué por tenerla tras un mes de estar solo en el bazar sin nadie que franquease esa puerta o se detuviese a mirar el escaparate... y apareciste tú pidiendo cargar tu móvil. No pueddes hacerte una idea de lo agradecido que te estoy. No te sientas forzado por lo que te voy a preguntar ¿Te gustaría trabajar conmigo?¿Ser mi socio?
Daniel no se lo pensó, dijo que sí.
***
Ha pasado el tiempo y hoy sólo atiende el bazar Daniel, echa mucho de menos a Antonio pero es feliz dentro de lo que cabe y muchas veces ha tenido la tentación de cambiar el rótulo de la tienda a BAZAR DEL INFLUENCER, pero siempre se le ha pasado enseguida y se ha quedado el del original y un tanto estropeado BAZAR.
3 comentarios:
Un relato muy interesante, donde vemos muy clara la evolución de Daniel. Hay que decir que algo a su favor es que es receptivo y abierto, eso lo ayuda mucho. Me gusta el final con Daniel quedándose como encargado del Bazar. Muy buen aporte al VadeReto.
No conocía el blog que muestras en el enlace, interesante propuesta, la de elegir tres elementos de la imagen, sí que te inspiró largo el relato. Daniel se hizo socio del bazar, y cambió el titulo por Bazar del influencer.
Un saludo.
Me gusta como se ha dado esta alianza en lo retro y lo innovador.
Bazar del influencer, una idea creativa.
Saludos.
Publicar un comentario