Nuevas comparaciones.
Las comparaciones son odiosas... cuando interesa. En otras ocasiones son necesarias para hacernos una idea de la magnitud de un evento o suceso. Un ejemplo puede ser informar que la extensión de un incendio es la 1000 campos de fútbol, así todo el mundo se puede hacer una idea del desastre. Hay otras comparaciones que no sirven para nada como decir los campeonatos que había ganado Nadal cuando tenía la edad de Alcaraz. Ambos son grandes jugadores, enfrentarlos en lo deportivo no es posible y hacer comparaciones entre un pasado y un presente absurdo. Que cada uno le dé la importancia que desee.
Pero hay otras comparaciones que, pueden ser necesarias, aunque algunos puedan pensar que es juntar churras con merinas pero nos tienen que llevar a un examen de conciencia, a reflexionar si avanzamos en la dirección correcta o hacia un abismo. Las cifras nos dicen que desde el siete de octubre de 2023 han muerto , en números gordos, 66000 palestinos, una barbaridad que algunos lo califican de genocidio. Pero todos admitimos que tal cantidad de muertes en dos años es intolerable.
Hoy la editorial de ABC lleva el titular de “El Gobierno impulsa el aborto”, se basa al hacer esta afirmación en que Sanidad pretenda actuar contra las comunidades que no practiquen el aborto y en el hecho de perseguir y atacar a los médicos que, por objeción de conciencia, se niegan a practicar abortos. No criticaré al Gobierno o a los médicos. Pero se cuela un número, es inevitable, de que en el año 2024 se practicaron en España 106.172 abortos. Es imposible no hacer comparaciones la primera es que uno de cada cuatro embarazos fue interrumpido.
La segunda comparación, se imaginarán cual es, si 66000 muertes en dos años es una barbaridad, repito que hay quien le llega a llamar genocidio ¿Cómo debemos llamar a 106172 abortos en un año? Y los no nacidos por lo menos están tan indefensos como los palestinos. Casualmente la mayoría de los que califican como genocidio la matanza palestina hablan del aborto como la reafirmación de un derecho. Hay que admitir que es igual de triste que una madre palestina pueda morir protegiendo a su hijo con un abrazo como que una madre en España esté dispuesta a matar a lo que lleva dentro. Particularmente entiendo lo primero más que lo segundo. Para evitar lo primero se organiza una flotilla a la vez que nos felicitamos por lo segundo.
Pero a una sociedad que se espanta, con razón, por 66000 muertes en dos años y celebra como un derecho la interrupción de 106172 vidas humanas en un año le pasa algo. Que madres y padres, que algunos algo dirán, están dispuestas ha matar a sus hijos son un claro síntoma de que nuestra sociedad está enferma.