08 octubre 2006

MIS DUDAS EUTANÁSICAS

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Considero que la eutanasia, al igual que el aborto, debe ser una alternativa no utilizada, debe de estar legislada, ser una opción de cada persona y no ser elegida. Intentaré explicarme, aunque se que es difícil. No estoy de acuerdo en que la eutanasia se rechace por temas religiosos, pueden influir, pero es ante todo una opción personal e individual. Sociedad y religión sólo son factores que influirán en mayor o menor medida en la posición moral de una persona, que es la que debe tomar la decisión en última instancia.
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No deja de llamarme la atención que aquellos que se oponen radicalmente a la pena de muerte, sean partidarios del aborto y la eutanasia. De la misma forma, me deja atónito que los que se oponen al aborto y la eutanasia, puedan llegar a admitir, o pedir, la aplicación de la pena de nuerte. Quizás todo entra dentro del ámbito moral de cada persona, de su idea de respeto a la vida, de la confusión que tenemos cuando enfrentamos lo que se debe de hacer y lo que nos resulta más cómodo, de lo dificil que llega a ser elegir entre lo lógico y lo cómodo, lo que amamos y simplemente lo que no queremos. En realidad me parece que el debate que se abre es más para obtener un respaldo a una posición moral, que para ejercer lo que determinamos correcto. Pero es como una cadena, cada suceso lleva a otro.
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La pena de muerte, el aborto y la eutanasia, son una solución que, en mi opinión, consiste en eliminar el problema, no solucionarlo, borrando su enunciado. El reo pierde su categoría de persona por su pasado, el feto por su dependencia o el enfremo terminal por su futuro cierto. En los tres casos se trata de acabar con una vida, ya sea porque la persona se haya envilecido, porque no podamos o no queramos determinar si un feto es una futura persona, o porque esa persona está tan enferma que deba de dejar de serlo.
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Centrándonos en la eutanasia, la primera pregunta es si una persona tiene derecho a morir, no a morir dignamente, esto no es más que un eufemismo para decir que una muerte al final de una larga convalecencia, posiblemente marcada por un sufrimiento físico y moral, no es digna. La verdad es que la muerte forma parte de la vida, pero nuestro deber es luchar por permanecer vivos, lo natural es aferrarse a la vida. El hecho de que un enfermo sea terminal, no recuperable o esté sufriendo, exige que sea tratado con dignidad y respeto, pero no a que ponga fin a su vida.
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Al aceptar la dificil y dolorosa decisión de poner fin a una enfermedad con la muerte, no tomamos una decisión facil, pero si una ejecución sencilla. Nadie ha dicho que la vida sea justa, y con el ejercicio de la eutanasia no hacemos a la vida más justa. Por otro lado, cuando pensamos en la gente herida, enferma, que sabemos que no tienen ninguna esperanza y su futuro es sufrir, encontramos en la eutanasia un mal menor y necesario. Creo que no hay ninguna clase de justificación al hecho de matar, ni la piedad, ni la compasión son móviles. Nuestra condición humana nos debe de mantener por encima del instinto. Pero es esa misma condición la que nos da sentimientos, la que nos hace tener sentido de la amistad, del deber hacia el amigo y al semejante.
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Creo que la idea de establecer un marco legal para la eutanasia es la de compartir nuestra responsabilidad, nosotros elegimos porner fin a la vida, pero otro se encarga de hacerlo. Es una forma de tranquilizar nuestra conciencia, de decirnos que no hemos sido nosotros los que hemos desconectado la máquina o suministrado el compuesto letal, otro lo ha hecho por nosotros y se ha amparado en la ley. También, como dice el artículo, hay que poner unos límites, no puede haber eutanasia para enfermos sin cura como lo son los que padecen el alzeimer, pero su estado terminal es tan triste como el de una persona atada a una silla de ruedas o a una cama, es su alma, y no su cuerpo, la que se mantiene atada a su limbo mental, es su alma la paralizada. Y no nos planteamos, ni debemos hacerlo, eutanasia para ellos. Si lo analizamos detenidamente, en los enfermos terminales que abogan por la eutanasia, su alma sigue libre y su albedrio influenciado por su enfermedad.
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Desde que nacemos estamos condenados a vivir, matar no es una justificación, vivir es un deber además de un derecho, y sin embargo... No estoy en contra de la eutanasia, tampoco a favor.

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